El Jet se elevó en el aire entre lo vítores de los soldados.
Alexis miró por la ventana en lo que la fortaleza se hacía cada vez más pequeña y finalmente quedaba atrás.
A su lado se sentaba Sofía, pálida y silenciosa, como un fantasma y frente a ellos viajaban Milia y Eván, este último había decidido llevarse un juguete a la mansión en Moscú, ya que arrodillada entre sus piernas estaba la sumisa de anoche.
—¿Donde dormirá tu perra, Eván?- preguntó Milia con desagrado.
—En mi cuarto, en el suelo, como le corresponde.- respondió él, acariciando la mejilla de la morena.
—¿Y qué sucederá cuando te aburras de ella?- insistió Milia.
La sonrisa de Eván se hizo aún más amplia y siniestra.
—Se irá a uno de nuestros clubes de strippers o la encontrarán muerta en un latón de basura, no sé. Aún no me decido.
Sofía sintió como se le helaba la sangre, sin embargo parecía que la sumisa era sorda o idiota porque en ese momento comenzó a lamer y chupar los dedos de Eván como si en verdad fuera una perra.
—Si me disculpan. – murmuró él, acomodándose la evidentísima erección.- hay un asunto que debo atender.
Poniéndose en pie, tiró de la correa que sujetaba el collar de su sumisa, poniéndola en pie y obligándola a seguirlo hasta perderse tras una puerta trasera.
—Una semana. Una semana es lo máximo que le doy.- masculló Milia.- ¿por qué se lo permites? ¿Por qué le permites traerse mujeres a Moscú si sabes que siempre acaban muertas?
La muchacha dirigió su azul mirada acusadoramente en dirección a su hermano mayor.
—Eván ya es grandecito, sabrá limpiar sus propios desastres. Déjale entretenerse, demasiado trabajo y ninguna diversión es perjudicial para la salud.
Milia enrojeció de cólera.
—¿A eso le llamas diversión?- chilló.- por eso lo hiciste, ¿Por diversión?¿ Por eso te casaste con esta inmunda mujerzuela? ¿ Con la hija de nuestro peor enemigo?¿Qué diría padre si te viera? ¿Has pensado qué vas a decirle a Yelana?
—Por si se te olvida, aquí el Don soy yo, y lo que hago no se discute. Mis planes y mis propósitos son míos, hermana. Padre habría estado extasiado de felicidad ante la esposa que me conseguí. Fue padre quien ordenó el secuestro ¿lo has olvidado?
—No, hermano.
—Y en cuanto a Yelana, ya me encargaré yo de ella. A fin de cuentas es mi ex, no la tuya.
La chica palideció, bajando la cabeza y quedándose en silencio.
— Milia, que esta sea la última vez que me contradices en público.
—Pido perdón, mi Don.- susurró ella, levantándose y yendo a sentarse a varios metros de ellos.
—Bien, ahora que ya estamos a solas, zhena( esposa) , aprovecharé para hacerte saber las reglas. Número uno: recibirás un tiro entre los ojos si repites algo de lo que escuches en la mansión. Número dos: eres mi esposa ahora, así que mucho cuidado con lo que haces, sobre todo si lo que haces involucra a un hombre, ten en cuenta que cualquiera que te toque será cadáver.
Ella le miró de soslayo.
—¿Y número tres?- preguntó Sofía, con altanería.
—El anillo que llevas en el dedo no es cualquier cosa, si lo pierdes te mataré, si lo vendes te mataré y si te lo quitas…los soldados de mi escolta te violarán.
—¡¿Qué?!- protestó ella.
Él se limitó a mirar por la ventanilla, con expresión de aburrimiento.
—Mis hombres ya tienen sus órdenes. Estás advertida, italiana.
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En la mansión Ivanov los recibieron un grupo de personas cuyas expresiones eran de todo menos amigables.
—Dorogoy ( querida), este es mi tío Yura Ivanov, mis primos Oleksander e Ivanka, y sus respectivos cónyuges Anya y Mateo.
Sofía no respondió, limitándose a asentir en la dirección de los presentes.
—Además, también te presento a la Koroleva, la señora Yelana Vladimirova.
Ella contempló a la mujer con lentitud, era rubia y casi tan alta como el Don, llevaba el cabello corto en un estilo bob asimétrico, un vestido rojo, corto, que resaltaba sus pronunciadas curvas, y muy poco maquillaje. En su rostro de gata, brillaban unos ojos verdes cargados de una malicia imposible de ocultar. Sin dudas esta era la “ Yelana” de la que habían discutido durante el vuelo.
—Bienvenido a casa, mi Don.- susurró la mujer, ignorando por completo a Sofía y dirigiendo toda su atención a Alexis.
Conque así son las cosas, pensó.La mujer debe ser su amante.
—Adelántate, querida. Hay algunos asuntos que debo tratar con mi familia.- ordenó Alexis soltando su mano y haciéndole señas a una mujer mayor que esperaba cerca.- Petra te llevará a tu habitación.
Sofía siguió a la mujer, subiendo las escaleras, sin siquiera mirar atrás.
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—¡Esto es inaudito! – vociferó Oleksander.
—¡Un verdadero ultraje!- lo secundó Ivanka.
Sus primos llevaban alrededor de veinte minutos despotricando sin cesar.
—Lo que has hecho no tiene perdón. Juntar nuestro nombre con el de esas ratas italianas…¡si abuelo estuviera vivo lo mataría el disgusto!- prosiguió Ivanka.
—¿Realmente es tan buena? En la cama, me refiero.- se burló Oleksander- Es tan buena hembra que tuviste que…
—¡Ya basta ustedes dos!- bramó Yura, exasperado.- Italiana o no italiana es la mujer de nuestro Don y la respetarán aunque no quieran.
—¡Pero padre!- protestó Oleksander.
—¡He dicho a callar o yo mismo les dispararé entre los ojos!
Los hermanos cerraron la boca y recuperaron sus lugares en el sofá, al lado de sus respectivas parejas.
—Gracias tío, por ser la voz razón una vez más.- susurró Alexis.
Su tío se limitó a asentir.
—Debo confesar que estoy francamente decepcionado, esperaba más de ustedes, son mi familia , después de todo.
El Don bebió su vodka con lentitud paseando la mirada por subte sus hermanos, su tío, su segunda al mando y finalmente sus inconformes primos.
—A estás alturas, ya deberían haber aprendido que nunca hago nada sin sacar provecho para nuestra organización y nuestra familia.
—Esto es diferente, con esto has pasado un límite imperdonable.- bramó Oleksander.
Alexis elevó una ceja. Desenfundando su Makarov de culata plateada.
—La próxima vez que me interrumpas primo, te dispararé en la verga.
El silencio que se apoderó del comedor fue tal, que se podría escuchar un alfiler caer.
—Como saben, la italiana fue llevada a la fortaleza por órdenes de mi padre, fue su última voluntad y ha permanecido oculta allí también por órdenes de mi padre. Sí, su nombre es Sofía Visconti, y sí ,es la hija del antiguo Padrone de la mafia italiana y la hermana del actual.
Encendió su habano, le dio una calada y exhaló el humo lentamente.
—Lo que ninguno de ustedes sabe, es que la chiquilla es la llave para acabar con el clan Visconti. En mi último viaje a Francia, tuve una entrevista de lo más informativa con el señor Guido Cassano, abogado y concigliere del difunto, y quién tras una remuneración muy jugosa me contó los detalles más íntimos del testamento de Antonio.
Lentamente, entre tragos de vodka y caladas a su puro, Alexis relató lo que le había contado el abogado.
—Podría ser una trampa.- susurró su tío.
Alexis asintió.
—Exactamente eso pensé yo, por lo que tomé ciertas precauciones y fui a Roma hace un mes, me entrevisté con el notario general y tras pagar una comisión importante, sostuve en mis manos una copia legal y fiel del documento en cuestión. Le tomé varias fotos con el celular y se las envié a nuestro propio abogado.
—Al cabo de una hora, Mijaíl me envió una copia traducida explicándome punto por punto las cuestiones más relevantes y aconsejándome desposarla lo antes posible. Así que, mi querida familia…- sonrió ampliamente, apagando la colilla de su puro en el cenicero.- …si jugamos bien nuestras cartas, en menos de un año habremos destruido a los Visconti de una vez y seremos la familia criminal con mayor territorio del mundo al sumar los países de nuestra competencia a los que ya nos pertenecen.
Los Ivanov presentes en el comedor comenzaron a relajarse gradualmente, al ir comprendiendo de qué iba el plan que él les había explicado.
—Hay algo que no tiene sentido.- murmuró Yura. El exmilitar ruso era un escéptico por naturaleza.- ¿por qué el difunto Mario dispondría una cláusula así en su testamento? ¿Por qué sabotear así a su propio hijo?
—Yo también me lo pregunté, sin embargo, tanto el abogado como el notario confesaron no tener ni la menor idea. Mi mejor suposición, es que el vejestorio sabía que su hijo no tiene talento para ser líder y quiso darle oportunidad a otro, a través de Sofía.
—¡Solo que nunca imaginó que ese “otro” sería un Ivanov!- bromeó Eván y todos los presentes en el comedor soltaron a reír, todos excepto Yelana.
—Tal vez tu esposa pueda brindarnos información útil sobre la organización Visconti, mi Don.- comentó Yelana, hablando por primera vez en la noche.
—No lo creo. Recordemos que el inocente corderito estuvo un año encerrada en un convento y luego dos prisionera en la fortaleza. Es prácticamente imposible que sepa algo de utilidad.
—Quizás del movimiento de los negocios no.- insistió ella.- pero de la ruptura en la relación entre el viejo Visconti y el actual Padrone, tal vez sí.
Alexis ponderó la posibilidad durante unos minutos, para luego dirigir su más macabra sonrisa en dirección a Yelana.
—Si es así, lo sabré muy pronto. Como bien dices, es mi esposa.
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Sofía despertó lentamente, abriendo los ojos y ocultando el rostro contra la almohada. Había dormido cómodamente en una cama por primera vez en mucho tiempo, pero a qué precio…El reloj de su mesita de noche la sobresaltó al anunciar que eran las ocho treinta, debía vestirse y bajar a desayunar a las nueve en punto junto con todos los presentes en la mansión o no comería nada hasta el almuerzo a las dos de la tarde. La idea de bajar a desayunar y sentarse a la mesa con todos esos Ivanov le producía náuseas, esa gente había matado a miembros de su familia tanto como los Visconti habían reciprocado la ofensa. Ambas familias criminales eran tan orgullosas y prepotentes que no toleraban la competencia. Recogiéndose el cabello en un moño y volviendo a llevar el vestido de anoche, se alistó a bajar, iba a mitad de las largas escaleras pensando en como lavar las prendas que estaba usando para devolvérselas a Milia, el único vestido con que contaba, e incluso la ropa interior, se lo había dad
Dos meses después: El viaje por Latinoamérica que debió durar un par de semanas se extendió a un par de meses. De México pasaron a Colombia y de ahí a Brasil, haciendo un recorrido bastante extenso y entregando los pedidos que tenían atrasados. A recibirlos al helipuerto de la mansión solo acudió Milia, quién abrazó y besó a sus hermanos con gran efusividad y júbilo. —¿Dónde está Yelana?- preguntó Ella.- ¿No regresó con ustedes? Alexis la ignoró, siguiendo de largo, cargando su propio maletín y encaminándose hacia la mansión. —Nos separamos en México hace un mes.- comentó Eván en respuesta a la pregunta de su hermana.- ¿No se ha comunicado contigo? Sofía tomaba notas en lo que la clase transcurría, después de mucho batallar para que le permitieran utilizar la Internet, Milia casi infarta cuando pidió que le permitieran comprarse un celular y una laptop. La rusa se había negado rotundamente, y entonces ella había exigido que le permitieran utilizar la computadora del despacho del
En el club “Inferno”, uno de los más concurridos, caros y corruptos de Moscú, el Don de la mafya bebía vodka con su tío Yura y su primo Oleksander. —¡Que vengan las putas!- ordenó Oleksander, tres bailarinas exóticas entraron, dos fueron a sentarse en las piernas de Yura y Oleksander, respectivamente, la tercera intentó sentarse sobre Alexis pero ante la negativa de él, se dirigió al tubo y comenzó a bailar. —¿Guardándole formas a Yelana, primo?- comentó Oleksander.- no creo que a ella le importe mucho, lleva un par de semanas encamándose con el búlgaro. —Esas no son noticias para él. Si Yelana se está acostando con otro es porque el Don se lo ordenó.- rió Yura, apretando las nalgas de la morena que tenía sobre sus rodillas. Alexis se limitó a levantar su vaso en saludo y sonreír. —¿Cómo lo llevas con tu esposita?- preguntó Oleksander, ocultando su rostro entre las enormes tetas falsas de la rubia en sus rodillas. —Tu primo no ha tenido tiempo de experimentar las verdaderas delic
—Así que, tienes hambre, ratica.- una gruesa voz susurró en su oído, al tiempo que un cuerpo imposiblemente alto se pegaba a su espalda.- hagamos un trato, yo te daré de comer si tú me das a mí. Una enorme mano rusa se apoderó del dorso de su cuello, tirando de las raíces de su cabello dolorosamente, haciéndole girar el rostro en su dirección y forzándola a mirarlo. La manzana que acababa de sacar del gavetero del refri cayó de su mano, rodando por el suelo de la cocina. —Uno creería, que el corderito inocente estaría durmiendo a estas horas y no comportándose como un roedor en la cocina. La mirada de ella chocó con la gélida mirada de Alexis, quién pronunciaba sus palabras entre dientes. Su aliento, cargado de alcohol, rozaba su rostro, provocándole arcadas del asco. Dando unos pasos atrás, sin dejar escapar a su despavorida presa, el ruso encendió el interruptor , causando que toda la cocina se iluminara. —Así que, te gusta robar comida. ¿Eh? —No la robaba, tenía hambre. Me sen
La bailarina, vestida en un traje de cuero rojo y calzando unos tacones de vértigo, trazaba piruetas sobre la mesa , realizando su rutina pornográfica en el tubo. Por los altavoces sonaba Bodak Yellow de Cardi B. —Hemos traído el nuevo producto para lo que lo apruebe, mi don.- anuncia Vladimir Volka, a quien todos llaman “ el búlgaro”. Alexis le dio un sorbo a su trago de vodka, prestando más atención a la mujer sobre la mesa que a los mafiosos búlgaros que lo acompañaban. Vladimir procedió a abrir el paquete de coca, tomando una tarjeta magnética y alineando el polvo sobre la mesa de cristal. Sacó un billete de su billetera y lo enrolló, formando el pequeño cilindro, sin embargo en vez de inclinarse para instalar, le ofreció el cilindro al Don quien lo tomó, frotándolo entre sus dedos. Este inhaló el producto, y sorbió a través de su nariz, rara vez consumía drogas, siendo que prefería al vodka o al whisky para adormecer sus demonios, sin embargo, con los búlgaros probar la coca
La despertó un enorme estruendo. Pasos subían y bajaban las escaleras a gran velocidad. Se escuchaban gritos por toda la mansión, sobre todo los de Milia, la rusa sonaba histérica. —Ya tranquilízate. —Le han disparado a mi hermano, ¿cómo quieres que me tranquilice? Eso la hizo reaccionar. Se cambió rápidamente de ropas, optando por unos jeans y un jersey y salió al pasillo. La habitación del Don quedaba a tres puertas de la suya, y frente a ella estaban reunidos todos lo Ivanov. —¿Como sucedió esto?- preguntó intranquilo Yura. —Salía de uno de los clubes cuando lo emboscaron.-susurro Yelana. —¿Se sabe quiénes montaron la emboscada?- insistió Yura. —Sí.- masculló Yelana dirigiéndole una mirada cargada de odio.- eran hombres de Vitorio Visconti. —¿Italianos?- increpó Eván.- ¿basura italiana en nuestro territorio? —Llegaron hace unos días al país, haciéndose pasar por turistas.- explicó Yelana, visiblemente pálida, sacando un bulto de documentos de su cartera.- estos son los que
—La próxima vez que algo así suceda, esperarán a que yo esté consciente y dé la orden antes de hacer cualquier cosa, ¿les queda claro? Lo que es más, a partir de hoy de entre nosotros soy el único que tiene permitido ponerle la mano encima a la italiana. —Sí, mi Don. —Sí, mi Don. Alexis miró a su hermana de soslayo. —¿Milia?- ladró. —Creímos que hacíamos lo correcto. —Pues creyeron mal, y por sus decisiones precipitadas mi plan para desbancar a los Visconti pende de un hilo. ¡Ahora, obedece y promete no meterte más en lo que no te importa! Milia bajo su cabeza en señal de derrota. —Sí, hermano. —Bien, y ahora largo. Déjenme a solas con Yelana. Tres semanas le llevó a Sofía recuperar la conciencia y cuando lo hizo deseó no haber nacido nunca. Cada que respiraba sentía como si la apuñalaran y todo su rostro y su cabeza eran único y monstruoso dolor. —Al fin despiertas,baranina.- Ella ni siquiera pestañeó, hacerlo le provocaba un dolor infernal. —Si vienes a continuar con e
Alexis: En un par de tirones la reacomodo sobre mi hombro, aprovechando la oportunidad para asestarle una fuerte nalgada. Chilla de dolor y mi verga comienza a ponerse dura. —¡Maledeto, uno de estos días te mataré, lo juro!- grita en italiano. —No se lo que has dicho y no me importa. No sé cómo te tratarían los Visconti, pero aquí en Rusia a las niñas malcriadas se las castiga. Bajo las escaleras con ella echa una furia sobre mi hombro. La mantengo sujeta de la cintura y las piernas para evitar que intente patearme. Sus manos son otra cosa, golpea mi espalda con sus puños repetidamente y aprieto la mandíbula. La m*****a italiana ha lastimado mi herida de bala. Sofía: Forcejeo y bufo, chillo y golpeo su espalda, sin lograr absolutamente nada. Mientras más me revuelvo sobre su hombro, más fuerte azota mi trasero. Ha recorrido media mansión conmigo en andas, como si yo fuera una especie de presa y él el cazador que regresa victorioso. Enredo mi mano en su cabello extremadamente l