31 | Siniestros pecados

Escuchó nuevamente el sonido de algunos objetos caer y el sonido de la madera al ser golpeada con algo. No tuvo que abrir la puerta porque estaba entreabierta. Hizo un gesto en su rostro al detectar sonidos que no debían provenir de una biblioteca. Jadeos extenuantes, objetos cayendo, cierto golpeteo.

¿Quién demonios estaba follando dentro de la biblioteca? Le enojaba imaginar que la biblioteca güera usada para fines de los más guarros, tenía la convicción de que la servidumbre no era, tenían reglas estrictas en cuanto a lo que se les tenía permitido o no.

Si todos los hombres de la casa excepto Clement, estaban bebiendo en la sala del piso de abajo, no le quedaba más que sacar conjeturas y pensar que el que la estaba pasando sumamente excitante en esa habitación era Clement y Camille.

Además, le idea de ver a ese par follando le daba náuseas de solo imaginarlo, no eran sus personas favoritas de la familia de su prometida; por alguna razón, simplemente no le nacía crear una buena rela
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