35 | Noche de bodas

Rebecca era su esposa, delante de Dios y delante del mundo, lo era, era suya a pesar de las circunstancias.

Besó sus labios con anhelo, como si no deseara soltarlos nunca. Le sujetaba el rostro mientras la mujer se deleitaba con sus besos pasionales que poco a poco comenzaban a hacerla sentir como nunca antes lo había hecho. La mirada de la italiana era de deseo puro que solo ayudó a incrementar el deseo del hombre que la apegaba a él mientras se dirigían a regañadientes dentro de la cabaña. Con dedos temblorosos Rebecca le desabrochó poco a poco los botones sin abandonar sus labios ni un solo segundo.

Esos besos sabían a gloria.

Sin poder resistir más la tentación, Aleksander llevó sus manos al trasero de su esposa apegándola a él mientras sentía la suavidad de su piel y calaba su ropa interior de encaje. Imaginó lo linda que se vería en ella, con ese delicado, pero bien torneado cuerpo que tenía. No se había dado a la tarea de tener pensamientos lujuriosos por ella, pues todo ese
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