Aleksander siempre pensó que su madre había estado sola.Bianca, el único nombre con el que la conocía, nunca mencionaba a su familia. Cuando era niño le preguntaba sobre sus abuelos o hermanos, pero ella solo decía que tenía a Mónica. Mónica no era su hermana, de hecho, a la que durante años había conocido como su tía, no era absolutamente nada de su madre más que el único apoyó que encontró cuando huyó de casa. Ella había tenido problemas con su familia, pues su apellido original era Rinaldi, sin embargo, aquella familia tuvo líos con la mafia italiana y todos murieron, la querían a ella, pero huyó y cambió de apellido para no ser el pago de la deuda de su padre y trabajar en un prostíbulo durante toda su vida. Ambas mujeres trabajaron duro para obtener el dinero necesario y falsificar los papeles, en los que Bianca conservó su apellido original, pero cambió de padres con nombres falsos. Unos conocidos de Mónica hicieron el trabajo falsificando papeles y ambas decidieron ser herman
El sonido de las máquinas era agotador, ese “bip” incesante y ese sonido de aire salido de la máquina de oxígeno podría ser la pesadilla para cualquier persona. En aquella cómoda cama de hospital un hombre movía su mano ligeramente intentando descubrir donde se encontraba, sus ojos se mantenían cerrados, pero su mano luchaba por hacerlo sentir “vivo”. Su cabeza martilleaba y todo su cuerpo parecía estar entumecido. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Un día o dos? Su mente había perdido la noción del tiempo, lo único que recordaba era el sonido del metal haciendo como una lata de soda y luego el impacto que le hizo salir disparado del auto. Apretó sus ojos con fuerza, como si aquello le ayudará a lidiar con el dolor. ¿Dónde estaba? ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Dónde estaban todos? Su línea de tiempo se había quedado un par de meses atrás, iba a casarse, tenía una linda prometida que le agradaba y las empresas que manejaba aspiraban a crecer. Todo era perfecto hasta aquel día donde pe
CINCO MESES ANTES. Puede que Asher Salvatore no sintiera apreció precisamente por la familia de su prometida, pero los Leroux sin duda era gente que tenía buenos negocios y Alfredo, sus contactos y todo lo que el magnate representaba le podía de ayuda en tiempo futuro. Su primera impresión al conocer a Rebecca fue esa linda sonrisa y esos brillantes ojos que le miraron con felicidad. Era una mujer preciosa, de lindos modos y elocuente sin ser exagerada. Su diferencia con sus hermanas era clara, Emilia era excéntrica y Camille demasiado dramática, pero Rebecca era sentimiento puro y Asher no podía estar más contento por eso. Emilia Harmon, había viajado un fin de semana para estar en el cumpleaños de Alfredo, era la primera fiesta en la que Asher estaba invitado y era hora que comenzará a conocer a su prometida, porque tarde o temprano terminarían compartiendo cama y ella sería la madre de sus hijos. Cuando llegó a la gran mansión Leroux se encontró con un ambiente cargado de vida. A
Escuchó nuevamente el sonido de algunos objetos caer y el sonido de la madera al ser golpeada con algo. No tuvo que abrir la puerta porque estaba entreabierta. Hizo un gesto en su rostro al detectar sonidos que no debían provenir de una biblioteca. Jadeos extenuantes, objetos cayendo, cierto golpeteo.¿Quién demonios estaba follando dentro de la biblioteca? Le enojaba imaginar que la biblioteca güera usada para fines de los más guarros, tenía la convicción de que la servidumbre no era, tenían reglas estrictas en cuanto a lo que se les tenía permitido o no.Si todos los hombres de la casa excepto Clement, estaban bebiendo en la sala del piso de abajo, no le quedaba más que sacar conjeturas y pensar que el que la estaba pasando sumamente excitante en esa habitación era Clement y Camille.Además, le idea de ver a ese par follando le daba náuseas de solo imaginarlo, no eran sus personas favoritas de la familia de su prometida; por alguna razón, simplemente no le nacía crear una buena rela
¿Qué tanto ayudaban las relaciones públicas a un hombre? Más de lo que se podía imaginar en el mundo de los negocios. Solo bastaron un par de palabras de Thomas Russo en una conferencia de prensa anunciando su cooperación y nuevos contratos en compañía de los Salvatore, para explotar la bolsa italiana y darle a Aleksander un precio exorbitante en sus acciones. El italiano a pesar de ser joven era inteligente, así que supo manejar la situación, enviaría a un grupo de personas a negociar acuerdos con su abuelo y afianzar relaciones, necesitaba fortalecer la empresa lo más posible y pactar que el precio de sus acciones no bajará de nuevo.Pietro no podía estar más extasiado al respecto, miró las acciones antes por los suelos, alcanzar máximos no vistos ni siquiera cuando él manejaba todo. ¿Cómo era posible que un hombre que no conocía nada de los negocios pudiera llevar las cosas tan bien? Puede que Aleksander no fuera un chico que había estudiado en las mejores universidades, pero sabí
Suiza. Posiblemente uno de los lugares más preciosos que pudiera haber en Europa, sus paisajes naturales y sus construcciones casi medievales le daban un toque místico. Rebecca no podía estar más emocionada al respecto cuando aterrizaron en el aeropuerto de Zurich, donde una camioneta ya les esperaba para llevarlos a su destino. La mujer vestía un lindo vestido de cóctel, pero de inmediato la gabardina de su marido terminó cubriendo sus hombros. —Hace frío aquí. —No demasiado. —¿Quieres enfermarte antes de llegar? —No—respondió ella haciendo a su marido sonreír—, eso sería mala suerte. —Demasiado mala en realidad. Aquella suave pero ligeramente pesada gabardina tenía un olor peculiar, aroma a una fragancia masculina costosa que Aleksander usaba, era de toques amaderados, pero a la vez de especias. Era magnífico. Luego del éxito de las negociaciones con Russo y de que el precio de las acciones rebasara nuevos números hablando de la estabilidad económica de la empresa, Pietro hab
BEIJING Asher miraba con enfado su comida mientras negaba con la cabeza, no deseaba eso de comer, estaba cansado, cansado de todo, cansado de estar allí, cansado de los chinos y de estar notando constantemente las miradas sobre él. Stella había intentando calmarlo, pero nada de lo que su abuela había dicho logró calmarlo, en cambio lo empeoró, pues mirar que su abuela mostraba simpatía por aquel que ante sus ojos le había robado una vida, solo hizo que desechara su opinión. —¿Cuándo podré irme? —Tenemos que tenerlo en observación al menos una semana más, señor Salvatore—murmuró el médico ganándose un gesto de reproche por parte del italiano quien dejó violentamente el tenedor sobre la mesa. Necesitaba volver a Italia lo antes posible, no deseaba quedarse allí esperando a que otros perpetrarán una vida mientras él perdía la suya. Estaba seguro de quienes le habían hecho daño y pensaba hacerlos pedazos. Sus ojos azulados ignoraron al doctor quien le explicó las razones por las cuale
Rebecca era su esposa, delante de Dios y delante del mundo, lo era, era suya a pesar de las circunstancias. Besó sus labios con anhelo, como si no deseara soltarlos nunca. Le sujetaba el rostro mientras la mujer se deleitaba con sus besos pasionales que poco a poco comenzaban a hacerla sentir como nunca antes lo había hecho. La mirada de la italiana era de deseo puro que solo ayudó a incrementar el deseo del hombre que la apegaba a él mientras se dirigían a regañadientes dentro de la cabaña. Con dedos temblorosos Rebecca le desabrochó poco a poco los botones sin abandonar sus labios ni un solo segundo. Esos besos sabían a gloria. Sin poder resistir más la tentación, Aleksander llevó sus manos al trasero de su esposa apegándola a él mientras sentía la suavidad de su piel y calaba su ropa interior de encaje. Imaginó lo linda que se vería en ella, con ese delicado, pero bien torneado cuerpo que tenía. No se había dado a la tarea de tener pensamientos lujuriosos por ella, pues todo ese