Natalia Bernal.

Me desperté muy adolorida. Anoche hice el amor con Adrián y el miserable rompió mi pequeña cama, así que tuve que dormir en su habitación. Me desperté con el cuerpo magullado y mi cuello y mis senos repletos de marcas. Adrián había destrozado mi blusa, dejándome vestida solo con unas bragas mientras sus brazos me rodeaban fuertemente.

Sentía el calor de su cuerpo contra el mío, su respiración profunda y regular en mi oído. Mi esposo estaba pegado a mi cintura, y podía sentir su miembro crecer, presionando contra mi trasero. La sensación era tan intensa que apenas podía moverme sin recordar los eventos de la noche anterior.

Cada movimiento, cada respiración, me recordaba cómo había tomado el control, cómo sus manos habían recorrido mi cuerpo con una mezcla de ternura y ferocidad. A pesar del dolor y las marcas, había una extraña sensación de satisfacción y deseo que no podía ignorar.

Abrí los ojos lentamente, ajustándome a la luz matutina que se filtraba a travé