la mañana siguiente, un día antes de la boda, no conseguían a la novia y mucho menos al novio. Sus hermanos, habían ido a buscarlos a casa de su prometida, pero estos no se encontraban por ninguna parte. Ese mismo día también debían acompañar a Romina en su última noche de soltera, donde harían el ritual de henna.Tres mujeres turcas, amigas de Kalila, invitadas a la boda por la familia de Hasan, la acompañarían en este ritual cediendo a conocer a la novia. También Kalila se los había pedido porque Romina no tenía amistad con las mujeres de la familia Abadallah.Hasan y Romina se encontraban en un hospital por orden del doctor que los atendió la vez pasada, para revisar seguidamente el estado de la novia con su embarazo de mellizos.—Que sea una hembra y un varón —dijo Hasan apenas terminaron de verificar a su prometida.—Ojalá sea dos gemelas —dijo Romina para molestarlo.Hasan no respondió, sabiendo las intenciones de Romina.
Hasan estaba horas más tarde en un restaurante junto a su hermano Hamza, que lo había citado con urgencia después de dejar a su abogada en el hotel.—¿Cuál es la urgencia? —indagó Hasan, recién su hermano tomó asiento—. He dejado una reunión por tu culpa.Hamza repiqueteaba sus dedos en la madera de aquella mesa donde estaban sentados.—¿Cuál reunión? —Enarcó una ceja—. ¿Con tu examante?Hasan amplió sus ojos.—¿Cómo sabes?Hamza rodó los ojos.—¿En serio fue tu amante?Hasan lo observó un poco enojado.—Yo nunca he tocado a esa mujer —aclaró—. Debo admitir que una vez me atrajo, pero nada que ver con algo romántico.Hamza bebió de su taza de té.—Hermano, pues todos pensamos que sí tuviste algo con ella —dijo mientras dejó la taza con té sobre la mesa.El hombre volvió a negar.—La única mujer con la que he roto las reglas, está esperando a mis hijos.Hamza suspiró, imaginando todo lo que eso podría traerle a su hermano en un futuro.—Te has salvado de que Romina es extrajera. ¿Te im
Ulises llegó a la mañana siguiente del día de la boda.—Sé que me extrañaste mucho, no lo niegues. —El castaño abrazaba a su amiga en el aeropuerto de Dubái.—Claro que te extrañé. —Romina se despegó de sus brazos y sonrió a su amigo que también lo hacía.Ellos desde que se conocieron se habían convertido en prácticamente hermanos inseparables. Y ahora en ese momento, que estaban separados a miles de kilómetros de distancia: se echaban de menos.Dos hombres empleados de Hasan que acompañaban a Romina, cargaron las maletas hasta el automóvil donde fueron llevados hasta la mansión. Allí se encontraban muchas mujeres que prepararían a la hermosa novia.En la mansión Abadallah se encontraba el novio nervioso por primera vez en su vida, tratándose de uno de sus matrimonios. Sus tres hermanos lo animaban para que estuviera tranquilo y feliz de este nuevo compromiso.—¿Y si me deja plantado como en esos programas que ve nuestra abuela? Por Alá, nuestra abuela conocerá a Romina hoy. ¿Y si no
UniversoAren Presenta: Casada Con Un Musulmán.Hasan entraba al palacio en medio de tambores que resonaron con su presencia, y las personas se levantaron de sus puestos y observaron al guapo hombre en túnica blanca, junto con turbante sobre su cabeza. Llegó y posó junto al juez con nerviosismo porque Romina todavía no llegaba. Toda su familia estaba reunida, e incluso aquellos primos que vivían en marruecos, con su abuela que se encontraba con sus nietas sentadas y vestidas de pies a cabezas con túnicas y velos. Más tarde le presentaría a su esposa, lo cual también lo cargaba con ansiedad. Hasan solo pedía que Romina le cayera bien a su abuelita. —Padre, ¿te han contado por qué tardan tanto? —Tocaba la parte superior de su túnica y la estiraba sobre su piel y la volvía a dejar en su sitio. Jamás había estado tan inquieto. Hasan no solo estaba ansioso, sino también emocionado, porque al fin podría estar con Romina cada vez que pudiera. —Hace como treinta minutos tu madre y yo le di
Hamza llevó a Kalila a una habitación del palacio apenas tuvo la oportunidad de escabullirse.—Déjame en paz. —Kalila se soltó de su mano y se alejó a un rincón —. ¿Qué quieres, Hamza? Llevas días ignorándome y ahora me traes aquí.El hombre suspiró y la miró a los ojos.—¿Qué quieres tú, que diga? ¿Quieres que te pida disculpa?Ella se cruzó brazos, enarcó una ceja y asintió.—Eso vendría bien.Él rodó sus ojos.—Bien. —Se acercó un poco hasta ella y tomó sus manos y las entrelazó con las de él—. Discúlpame, Kalila…Ella trató de mirar a otro lugar y esconder una sonrisa.—Te quieres reír… —Ella negó—. Claro que si te quieres reír, Kalila.Y se rio de él.Dejó de hacerlo y se acercó aún más a él. Llevó sus manos junto a las del hombre y las descansó en su pecho.—¿Por qué lo haces, Hamza? —indagó—. ¿Por qué me pides disculpas? Casi nunca lo has hecho.El hombre mirándola a sus ojos, sin entender por qué lo hacía, solo respondió:—No lo sé…Ella rio fingidamente.—Yo te lo diré —propu
Romina caminaba por los pasillos del palacio de vuelta al jardín cuando se encontró con el señor Hakim que venía saliendo de una habitación, probablemente del baño.—Felicidades —le dijo con una sonrisa.La trigueña devolvió la sonrisa y dejó sus brazos descansando sobre su regazo, parada frente al hombre parecido a su esposo.—Gracias… —Era uno de esos momentos incómodos donde no hayas que más responderle o preguntarle a esa persona con la que te has cruzado—. ¿Cómo ha estado?—Oh, bien. ¿Tú cómo has estado? Supongo, que mis nietos te han hecho querer asesinar a mi hijo.Romina suspiró y el hombre asintió sonriente.—Los bebes están bien —aseguró—. Y bueno, Hasan a veces se busca sus problemas…Un minuto de silencio…—Eh…, bueno. Yo seguiré, supongo que tú ibas al jardín. —Romina asintió, y agradeció que él mismo terminara con aquella extraña conversación—. Las mujeres deben estar esperándote, dijeron que tienen tu ramillete, para que lo lances y veamos quién es la próxima en casarse
Antes de tomar el auto al aeropuerto, junto a su esposo, Romina decidió buscar y hablar con una persona que se le había acercado unas horas atrás. Se trataba del príncipe Bahir, la trigueña necesitaba hablarle antes de irse, porque por medio de él comenzaría una alianza que desde hace rato llevaba planeando. —Príncipe, Asghar —le habló a un lado de una fuente en el jardín donde los invitados gozaban de músicos populares y grandes banquetes—. ¿Puedo hablarle, su majestad? El muchacho sonrió y le respondió: —Debo admitir que no esperaba que lo hiciera tan pronto —confesó—. Pero bueno, por supuesto que puede hablarme. ¿Para qué le soy bueno? Aunque era joven se le veía maduro, su forma de mirar era propia de la realeza musulmana, ojos cafés y semblante altivo. Su anatomía era delgada, pero poseía fuerza en los músculos. —Me sirve de mucho, majestad —confesó Romina, atrevidamente—. He observado que se lleva bien con aquellos hombres
Romina caminaba al baño con un ojo abierto y el otro cerrado. ¿Quién en su atrevimiento despierta a una mujer embarazada de gemelos? Hasan Abadallah, definitivamente. Un hombre sin escrúpulos, porque no dejaba que su esposa durmiera un minuto más… Después de terminar de quejarse y despertarse, cuando el agua fría cayó sobre su cuerpo: se dedicó en la siguiente hora a indagar más en el hotel, antes que llegara el momento de marcharse a la excursión junto a otros turistas. —Supongo que ha venido a terminar el recorrido de anoche —dijo Asir y Romina asintió—. Y seguro quiere entrar a la tumba… —¿Cómo adivinó? —respondió con ironía y una sonrisa. —Soy adivino —replicó el moreno del mismo modo. Romina giró sus ojos y no evitó sonreírle. —Es un bufón el hombre. —Él era moreno, guapo, poseía una mirada encantadora y anatomía forzuda. Romina pensó, que si no fuera porque estaba casada, no lo dejaba pasar, Asir era claramente un hombre de esos que te dejan sin estabilidad. Su mirada pret