—¿Cita? ¿Se puede saber el motivo? —preguntó Emily sorprendida, su expresión inocente delantando su curiosidad. Franklin la observó en silencio por unos segundos que a ella parecieron llenarla aún más de ansiedad y le dijo con voz calmada: —Quiero que conozcas a mi hijo, Freddy. Tengo la custodia completa de él, pero alterno con su madre por un mes —explicaba él seriamente mientras usaba los cubiertos en el jugoso corte de ternera. —Oh… Freddy es un lindo nombre~ —sonrió Emily. —¡Te lo abvierto! Tienes que llevarte bien con mi hijo —recalcó ese CEO, ignorando el comentario de Emily—. Es tu obligación como mi próxima esposa mantener una relación saludable con tu hijastro, ¿lo has entendido?, Freddy es y será mi único heredero. Las últimas palabras del señor Robinson, hicieron eco en la mente de esa hermosa pelirroja, que de inmediato exhaló un poco incómoda. «Mi único heredero.» ¡Estaba claro que el señor Robinson no quería más hijos! ¿El motivo? ¡Solo él lo sabr
"Es una pequeña copia de él…" Pensó Emily al ver al pequeño Freddy ingresando al vehículo y siendo asegurado en la silla infantil por Franklin. La mujer pelirroja no pudo evitar sonreír ante el adorable niño de tres años, pero de pronto un sentimiento incómodo la invadió. ¿Realmente era como decía Abril?, ¿ella solo era un mal tercio entre Franklin y su ex?… El niño que ligaba a ese CEO a Scarlett Evans, era encantador. Minutos más tarde. El vehículo se estacionó frente a una tienda cercana a la playa, Emily volvió a ver a su prometido y este a ella: —Serás la señora Robinson. ¿No pensabas que permitiría que te avergüences sola, o sí? —dijo ese hombre, respecto a la ropa que Emily eligió mal esa mañana. ¡El rostro de Emily se pintó de rojo!, sintiendo el calor en sus mejillas, ella asintió y bajó junto a Franklin y el niño. Emily notó que Freddy no dejaba de observarla de pies a cabeza, lleno de curiosidad. —¿Y ella papito? —preguntó el bebé en su inocencia, s
La mujer que estaba ayudando a Emily, ingresó en ese momento con más bikinis, y miró la escena atrevida entre Franklin y su prometida, de inmediato, la mujer volvió a ver a un costado. —Lo… Lo siento… —se disculpó apenada. Saliendo de inmediato del sector vestidor. La mirada de Franklin se intensificó aún más, en esos ojos grises profundos, Emily vio una mezcla de deseo y diversión. —Deberíamos ir ya a la playa… —pidió ella en un torpe intento para que él salga y no se atreva a llevar sus caricias más lejos. —¿Tan pronto? —preguntó ese hombre, viendo el rostro colorado de Emily, sintiéndose satisfecho—. Te espero fuera con Freddy y Jack —agregó, dándole un guiño antes de dar un paso atrás. Emily sintió algo de alivio al verlo salir, pero también… ¿Decepción?, su corazón no dejaba de latir aceleradamente ante su nerviosismo. …………… ✧✧✧ En un salón VIP de un Club de élite en Los Ángeles. ✧✧✧ Paredes de madera oscura, luces cálidas que colgaban del techo como joyas. El olor a
—Se trata de Isabella. Antes Williams. Ahora, es la señora Howard —Randall, hizo una pausa, disfrutando el desconcierto de Gerald—. Fue una exnovia oculta y secretaria de Franklin en su época en Miami. Isabella es la razón por la que eligió a tu exesposa. Emily no es más que un capricho pasajero para Franklin. La tomará, la usará y, cuando se aburra, la tirará como basura. Gerald apretó las fotografías en sus manos, su rostro enrojeciendo por la ira. Aunque no era nadie para juzgar a Franklin o enfurecerse, y mucho menos reclamar como suya a Emily Sinclair, no pudo evitar que la ira estallara en su interior. —Maldito hijo de perra… —Gerald soltó una maldición entre dientes, su voz temblando de furia—. Ese bastardo no merece a Emily. No puedo permitir que le haga esto… Tengo que decirle la verdad. Iré a esa fiesta de compromiso. Ella tiene que saber con quién diablos está tratando. Randall observó a Gerald en silencio por un momento, su expresión inalterable. Pero en su mente
El rostro del pequeño se transformó por completo, pasando de la confusión al enojo, inflando sus mejillas, sus ojitos se llenaron de lágrimas y gritó: —¡NO! ¡Familia mía es: mamita, papito y yo! Franklin frunció el ceño, claramente irritado. —Freddy Robinson, cállate. No quiero escuchar más nada del tema. Siéntate y come. Pero el niño, herido y enfadado, se levantó de la mesa y salió corriendo hacia la playa, llorando desconsoladamente. Jack reaccionó al instante, persiguiéndolo. Emily, horrorizada, miró a Franklin con reproche. —¡Fuiste muy cruel con él! ¡Es solo un bebé! ¡No es la manera de decirle las cosas, no lo entiende! —dijo ella, sin poder ocultar su indignación. Franklin arqueó una ceja, claramente molesto por el comentario. —¿Pedí tu m@ldita opinión? Siéntate, cállate, y come conmigo. No eres nadie para alzarme la voz. Y para que te quede claro, quiero que te lleves bien con él, no que intentes ser su madre. Ya tiene una. Una madrastra nunca será igual. Las pala
✧✧✧ La tarde de ese mismo día. ✧✧✧ El vehículo se detuvo frente a la cochera de una glamurosa propiedad, y solo segundos después, el señor Robinson bajó con su porte imponente. Su figura destacaba bajo los últimos rayos del sol: alto, con su cabellera negra y rizada que parecía desordenada de forma intencional, y esos ojos grises que siempre parecían estar evaluándolo todo. Ese hombre sostenía su bastón con elegancia, como si el hecho de depender levemente de él no disminuyera su autoridad. Detrás de ese CEO, Emily Sinclair descendió del auto. Su cabello pelirrojo se mecía con la brisa marina, y por un momento, pareció mezclarse con los tonos del atardecer. —Es… increíble —susurró Emily, observando la casa frente a ellos. Sus ojos azules se abrieron de par en par al contemplar la propiedad. Si bien ella venía de una familia acaudalada, nunca antes había visto tanta elegancia en una casa de playa. "Los Robinson… Realmente están a otro nivel…" Pensó la mujer fugazmente. La cas
Emily tragó saliva con nerviosismo, sus ojos se entreabrieron cuando ese CEO alejó sus labios del hombro de ella. Ella intentó volver a ver hacia ese hombre… Pero no pudo, su rostro ardía de pena y se inclinó hacia adelante. —¿Ti… Tienes que hacer esto aquí…? —le preguntó Emily, sintiendo cómo su tanga negra se deslizó por sus pantorrillas, terminando en el suelo. —¿Hacer qué? —preguntó ese alto hombre tras de ella, como si no entendiera en lo absoluto a qué se refería la mujer pelirroja. Por supuesto, fingiendo ignorancia. Franklin se inclinó más hacia ella, de modo que Emily sintió un escalofríos recorrerla cuando él rozó su cuerpo contra el de ella. —Señor Robinson… No… Franklin… —susurró ella, sus ojos azules viendo el paisaje frontal de la lujosa propiedad y en la distancia, el océano. La mano izquierda de ese hombre se adentró en la entrepierna de Emily. Ella podía sentir la brisa marina acariciando su cuerpo, meciendo los mechones pelirrojos de su cabellera y filtrá
—Estás loco… No… No Fran… Um~ —gemía Emily con voz temblorosa, mientras él la acariciaba con intensidad. Ese hombre la encimaba, contra la gruesa barandilla de madera del balcón que producía un pequeño crujido ante los movimientos de ambos. El viento alborotaba la cabellera pelirroja de esa mujer, mientras él, levantando uno de los muslos de Emily, y apoyándolo a la altura de su cadera en el sector derecho. Comenzó a desaprovecharse el pantalón. —¡¿Aquí?! —preguntó Emily, avergonzada ante la vista erótica de ella frente a ese hombre, prácticamente desnuda, con solo la bata enrollada y atorada en su cintura. Sus muslos separados de una manera que toda su mojada feminidad quedaba expuesta para él. La mirada gris de ese CEO, la veía con un deseo implacable, mientras una sonrisita maliciosa curvaba sus sensuales labios. Emily bajó la mirada, tragando saliva con inquietud cuando miró el erecto miembro de su prometido. Él avanzó un paso más, pegándose a Emily, con la punta de su d