La última vela de la noche se extinguió y la habitación quedó en penumbra. Annie no era devota, pero si así fuera; hubiera rezado a algún dios que pudiera escucharla, ayudarla... salvarla... Pero los dioses de alguna forma se mantenían reacios, como siempre...
<<El Héros Rouge no era ningún dios>> aún así, las personas le dedicaban sus plegarias a aquél personaje.
Su padre había tardado casi una semana en volver... Regresó cansado con aquel brillo opulento en sus ojos azulados ¿o violáceos? Demacrado como un semidiós famélico. Se había dedicado a dormir encerrado en su habitación. A esa altura, Misa la había ayudado a empacar todas sus prendas y pertenencias en tres grandes bolsas de viaje. La mañana de ese día, un carruaje la llevaría a vivir con los Verrochio, muy, muy lejos... Al otro extremo de la isla.
—Te voy a extrañar mí niña—le había dicho la anciana mientras le peinaba el cabello—. Iría con vous, pero ¿quién se va a encargar de esta vieja
Giró bruscamente y golpeó con el codo la pila de libros que cayó desparramada en el suelo... Niccolo hizo ademán de recogerla pero se tambaleó y también fue a parar en el suelo... Así se dio de cuenta de lo somnoliento que estaba. Era bien entrada la noche y las velas de sebo se habían consumido casi por completo.Era su segunda noche sin dormir... Pero apenas había determinado el significado de los antiquísimos ogham <<si acaso lo eran>>, en la primera línea del texto...<<Amor>> quería decir el primer grabado, pero no estaba seguro y no siquiera tenía la certidumbre de estar equivocado... Simplemente no sabía... <<¿Y si todo lo que dice esta tabla es una trágica historia de amor? —La idea le arrancó una risotada—. Me voy a volver loco>>.El alquimista había extraído la enorme tablilla de oro de la caja robada del Fuerte de Ciervos. Niccolo sólo vió grabados <<si no garabatos>> de un irreconocible texto... posibl
El magician moribundo había llegado sobre un caballo reventado que botaba espuma por la boca...O eso le dijeron...El maître guérisseur Marcel también le dijo que debido a sus heridas, el magician no volvería a caminar. Condujo a Friedrich hasta el aposento en donde habían alojado al único superviviente del asalto al Deuxiemè Château. Marcel Brosse se pasó una mano por la espesa barba blanca, recorrió el anillo de oro con los dedos.—Pensé que moriría—sus ojos cobrizos denotaban sabiduría—. Tenía un cuchillo en los omóplatos y otro en la cadera, sangraba como un cerdo cuando lo trajeron.El homme estaba sentado en la cama, mudo; sus ojos miraban algo, a la distancia. Parecía roto, deshecho, su barba negra estaba salpicada de canas, su cabello era largo y enmarañado. Sus ojos no brillaban. Friedrich no pudo evitar verse reflejado en aquel homme... con el alma rota al perder el amor de su vida. No había nada que hacer, y el llanto en sus ojos no se podía d
El bosque la acechaba, pronunciaba un millar de oscuros susurros... Las sombras la miraban y cuando ella se volteaba a verlas, se ocultaban... El viento aullaba en una lengua indescifrable. Cuando se cansó de correr, ya estaba amaneciendo. Las ramas le habían arañado el rostro y la ropa se le pegaba a la piel, empapada. Además le dolía la espalda de cargar la pesada bolsa de viaje.Y así cayó en la cuenta del hambre y el cansancio que tenía... Intentó reclinarse en un sauce y descansar bajo la capa, pero descubrió que una rama se la había arrancado durante el trayecto... Annie estaba tiritando, sola. Era la niña que nadie quería, una niña pérdida en un bosque infinito... Pensó en la posibilidad de regresar, pero no sabía por dónde volver. El cielo estaba nublado y no se podría guiar siguiendo las estrellas... La oscuridad bailaba alrededor de ella como un grupo de macabros bailarines. Estuvo allí reclinada hasta que el cielo se cubrió de los colores del alba y el día se transf
En la celda contigua el bardo acarició las melodiosas cuerdas del arpa, arrancó notas tristes que llegaron hasta los oídos de Niccolo en su propia oscuridad.Señor, ¿ha visto usted a mí hijo?Era una canción triste sobre una madre que va a buscar a su hijo después de una sangrienta batalla... El bardo cantaba y lloraba:Por favor señor, dígame: es un joven amable y sincero como ningún otro.Su padre lo espera en casa, me dijo que está orgulloso.No era la primera vez que el bardo lo hacía llorar, tenía una voz melancólica y cantaba como si hubiera visto a aquella madre llorar entre las montañas de cadáveres mientras el comandante le narraba los hechos:Los cascos sonaron, mi señora, su hijo peleó a mí lado...Todos los siguieron hasta el final.Un hombre tan bueno no debería hacer a su madre llorar...Niccolo se limpió las lágrimas con la manga de la túnica, la boca le temblaba pero aún así no soltó el sollozo. Días atrás los
En los días siguientes, las sospechas de Friedrich contra Sam no pararon de crecer. No sólo había asesinado a un valioso informante, sino que también parecía albergar dudas sobre los métodos de Beret. Y pensar que muchas de las peores muertes orquestadas por la corona habían sido idea suya. Sam se paseaba por el Château du Coupe junto a su séquito de caballeros y aquella fille ciega... Cada vez que desaparecía del château algo malo ocurría. Quizás el hubiera secuestrado a Annie, o... peor. Nadie sabía que había perdido la redecilla de pelo... pero si Sam o Lord Beret lo descubrían podía darse por muerto.Lord Beret siempre escuchaba a Sam, pero Sam nunca escuchaba a Lord Beret.Sam había envenenado a sir Cedric...Sam había matado a los Scrammer tras sembrar la idea en la mente de Lord Beret sobre un posible levantamiento.San había matado a su informante, a Gene...Sam había matado a Annie, a su hija pequeña...Sam lo había matado a él. Hacié
El viento gritaba haciendo susurrar las hojas en las copas de los árboles...El mundo estaba inmerso en neblina, los envolvían en largos jirones blancos. El bosque aturdía los sentidos. Los hombres siguieron caminando, esa era la obligación de Niccolo. Caminaba hasta el anochecer, recogía montones de leña, vigilaba y... caminaba. Los pies nunca dejaban de dolerle, y cada vez que avanzaba, sentía que un par de clavos calientes se le incrustarse en sus talones... Sus zapatos de cuero viejo estaban tan rotos que no podía caminar sin mojarse los pies.El viento frío y el aguanieve se le calaban hasta los huesos... No recordaba la última vez que se cambió de ropa. Aún llevaba la túnica verde oscura del alicanto bordado en el pecho con que lo habían apresado. Ya muy sucia y gastada, sus pantalones estaban llenos de agujeros y quizás tuviera pulgas en el cabello cobrizo largo y sucio. Parecía un vagabundo. Hubiera preferido llevar una bolsa con algunas mudas, libros, una ja
Los árboles duende pululaban en aquel rincón apartado... Sobre el suelo había una alfombra de hojas azules que olían a podrido. Elias se detuvo frente a un enorme árbol duende de tronco oscuro, sus ramas angulosas se exhibían, desnudas. Sacó su cuchillo de oxidiana e hizo una talla. A lo largo del trayecto había dejado ogham en los árboles mientras avanzaban al sur, a Pozo Obscuro.Los árboles duende eran muy curiosos a la vista: eran de madera oscura, sus ramas de retorcían donde llegará la luz de la luna y sus hojas azules parecían cuchillos serrados. Annie conocía las hojas secas por su uso, nunca había visto a un árbol duende, eran muy raros... Y allí dominaban el bosque. Ver tantos juntos era insólito pero no por menos surrealista.Louis le dijo una vez que las mujeres tomaban el té de sus hojas para no embarazarse. Ella también leyó que si se preparaba una pasta concentrada y se esparcía dentro de la vagina, la mujer podía acabar infertil o abortar... El ungüento l
El día de la declaración de guerra contra el Rey Dragón. Los nobles se reunieron en el amplio salón del trono. Los sirvientes habían limpiado las empolvadas hileras de sillas ante el trono de oro madera oscura y oro macizo. Se veían los nobles más importantes de Valle del Rey. Representantes de las rues de toda la ciudad.Anaís Ross, representante de la rue Mercure como heredera del fallecido Lord Milne su ilegítimo padre. Fue nombrada por Lord Beret como la nueva Supérieur du Garde de la Cité, remplazando a sir Erich, quién había desertado de la guardia y había desaparecido. Anaís ordenó su captura muy tarde después de su nombramiento. Lucía una reluciente capa azul, junto a otros que había ascendido como comandantes, una guardia azul de su propia escogida. La mujer estaba al fondo custodiando la entrada y sus prodigiosos guardias de azul vigilaban en cada rincón de la salle. Con permiso de Friedrich había escogido a unos cuantos magicians de confianza. También habí