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Caminos Cruzados (2)
Caminos Cruzados (2)
Por: kesii87
CAPÍTULO 1 - DESAPARECIDA.

(Seven White)

Hacia casi un año desde que ella se marchó, desde que me abandonó tras un mensaje de texto, y mi vida entera se quedó en pause después de eso. Las cosas no volvieron a ser las mismas, y a pesar de que el tiempo seguía su curso… los días, las semanas los meses seguían pasando, y yo aún seguía anclado en aquel día, el día en el que la perdía para siempre, y aún no sabía cuál era la razón, pues papá no quería soltar prenda.

Se limitó a decir que quizás ella no sintiese lo mismo que yo, y que dijo todo eso por miedo, nada más. Pero yo sabía que él tenía algo que ver, que había hecho algo para separarme de ella. Aun así, no podía demostrarlo, y la fusión seguía adelante, y con ello el matrimonio. Por suerte, celebraríamos primero la fusión, y posteriormente el matrimonio, eso me daría tiempo para pensar una solución.

  • Siempre puedes divorciarte después – me dijo Lucy, luciendo despreocupada, justo cuando veía la televisión en mi casa. La miré con interés, sin entender lo que proponía – cásate con Kristin, y cuando todo esto pasé, te divorcias y listo.

  • Estoy seguro que pondrán una cláusula en alguna parte para que eso no suceda, Lus – respondí, pues sabía que eso era muy posible.

  • Entérate, y si no lo hacen, siempre puedes seguir mi consejo – añadió, para luego mover el canal, quitando los dibujitos para poner uno de cocina.

  • ¿Has sabido algo de Ana?

  • Nop – respondió, sin más, prestando atención al programa, mientras yo volvía a buscar su teléfono en mi agenda del móvil. Ni una llamada perdida, ni un mensaje, y las llamadas iban a parar de lleno a su buzón de voz.

Seguía buscándola. Había contratado a un investigador privado para que diese con su paradero, pues tras haber preguntado en la universidad por ella, a su amiga Kara, a su casero y a todos sus amigos, y no haber obtenido respuesta por ninguno de ellos, no me quedó de otra.

Mi investigador no sólo trataba de encontrarla, también investigaba sobre el pasado de nuestros padres, intentando encontrar algo más, la verdad sobre el pasado, algo que pudiese darme respuestas.

Pero por el momento no había tenido suerte, no tenía nada, y mi vida seguía estando incompleta.

Ella había desaparecido, ni siquiera volvió al club. No estaba en la rosa negra tampoco, el tal Pablo aseguró que rechazó el trabajo en el último momento.

Por lo consiguiente, cualquier lugar dónde podría haberla buscando, cualquier lugar que conociese de ella, no había rastro de Ana por ninguna parte.

Llegados a ese punto … ¿qué podía hacer?

Quizás lo mejor era aceptar el compromiso con la señorita Winston y olvidarme de lo que había vivido con ella. Había sido corto, sí, es cierto, pero su paso por mi vida había dejado huella en mí, y me veía incapaz de continuar mi vida si ella no estaba a mi lado.

Aquella noche estaba en el club, como cada noche, deseando encontrarla en alguna de las actuaciones del local, pero no había rastro de ella. Brad me miró, algo preocupado, quitándome la botella de ron, cansado de tener que andar de niñera conmigo.

Él lo sabía, lo sabía todo sobre Ana y yo, pues yo mismo se lo había confesado en innumerables ocasiones, después de estar borracho, como una cuba. Él guardó mi secreto, y prometió ayudarme, si yo la ayudaba a encontrar a su diosa del placer, la cual también había desaparecido. Ya no me quedaba ninguna duda de que se habían ido juntas, pues… ¿por qué si no habrían desaparecidos juntas?

La noche en la Selva Negra fue un desastre, no hallamos respuestas sobre nuestras chicas, así que terminamos juntos, en mi casa, pasando la mona que llevábamos encima.

***

El despertador me indicó que eran más de las diez, y que aún seguía en la misma posición, sobre la cama, mientras mi mejor amigo roncaba en el sofá.

Me levanté, desayuné algo, mientras Brad seguía en su quinto sueño, y me abrí una cerveza, mientras me marchaba al jardín. Abrí el capó de aquella chatarra que en el pasado fue un auto, lo había recogido del desguace, y tenía pensado arreglarlo yo mismo, pues me había apuntado a un curso de mecánica a distancia.

Me aburría mucho, lo sé, pero en aquel momento con tanto tiempo libre, pues ya no era el rector de la universidad nunca más, yo mismo lo dejé un par de meses atrás, dejándoselo todo a mi padre, cansado de ser un pelele en manos de este.

En aquel momento estaba en paro, así que tenía mucho tiempo libre.

Escuché un coche a mis espaldas, pero ni siquiera me inmuté, sabía que era la pesdada de Christin, como cada domingo, venía a hablar sobre los preparativos de la boda.

  • ¿Otra vez con ese coche? – preguntó, con ese vestido azul que le quedaba de miedo. Tenía que ser sincero, ¿no es cierto? Mi prometida estaba buena, para que nos vamos a engañar, si no hubiese estado tan tremendamente pillado por Anastasia Clark, no habría dudado ni un segundo en beneficiármela – te traigo la predisposición de las mesas para que le eches un vistazo – aseguró, deteniéndose junto a mi con una carpetilla en la mano – He hablado con tu padre, necesita ayuda con los papeles de la fusión, me ha pedido que te convenza para que vayas a la reunión del lunes.

  • Paso – contesté, arremangándome, para luego seguir con mi labor, ella me agarró del brazo para que le prestase atención.

  • Se que no quieres casarte, pero es lo mejor para la fusión – insistía, como siempre que discutíamos sobre el tema – he venido en son de paz.

  • Hoy no tengo humor para paripés, Christi – me quejé. Ella dejó la carpetilla sobre el capó del auto, apoyándose en el auto después, justo al lado de mí.

  • He estado hablando con mamá – comenzó – pondremos una clausula en el contrato de la fusión, para que podamos deshacer el matrimonio en cinco años – aseguró. La miré asombrado, pues no había esperado algo así – espero que en ese tiempo cambies de opinión sobre nosotros, pero si no es así, no voy a atarte a esto, porque tanto tu como yo seremos infelices.

  • ¿Por qué? – pregunté, porque no me creía nada, ella a veces era demasiado persuasiva, y por eso estábamos en aquella situación – sé que tú estás interesada en mí, así que dejemos de fingir.

  • Sí – aceptó – me gustas – añadió – pero no puedo obligarte a nada, los sentimientos no pueden forzarse.

  • Yo estoy enamorado de otra persona, ya te lo he dicho, muchas veces – volví a insistir. Ella asintió.

  • Sí, me lo dijiste – aceptó – pero tu ya la conocías cuando quedaste conmigo en la primera cita – aseguró – esa cita fue especial, Seven. ¿O me lo vas a negar?

  • No – contesté – es cierto, había química, pero yo ya tenía algo con ella.

  • Lo sé, pero terminó Seven – añadió – deberías dejarla ir de una vez.

  • Necesito encontrarla primero, Christi – contesté – hasta que no aclare ciertas cosas con ella, no puedo pensar en nadie más – asintió, para luego darme un cálido beso en la mejilla.

  • Te dejo la carpeta para que le eches un vistazo – asentí, en señal de que lo haría – ven mañana a la reunión sobre la fusión, y planteamos la clausula de la separación – volví a aceptar aquello, y entonces ella se volvió a sonreír y se marchó sin más.

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