*Reacondicionando la obra, disculpen las molestias*
*El capítulo sigue igual, solo cambie el número :P*
(Seven White)
Leía el periódico, despreocupado, un nuevo artículo sobre la fusión salía en portada. Ya había fecha, no se demoraría mucho, todo estaría listo el próximo mes.
El auto se detuvo en uno de los miles semáforos de la ciudad, de camino a casa, tras un largo día, muy agotador, dónde había asistido a la reunión en la que se habían discutido bastantes aspectos sobre la fusión. Al final lo habíamos conseguido, Christi y yo, que la cláusula de la separación apareciese en el contrato. Pronto estaríamos casados, pero ello no duraría más de 5 años.
Debíamos ir a recoger a Lucy, de nuevo volvía a quedarse conmigo, pues mis padres no dejaban de discutir, en casa. Era una auténtica pesadilla, no la culpaba en lo absoluto, yo en su lugar también habría huido.
Ni siquiera la vi, a esa chica morena que cruzaba el paso de peatones, yo seguía absorto en el periódico, fue Javier quién lo hizo, pero olvidó decírmelo, pues después de eso le di trabajo para que fuese a llevar a la señora Winston a la estación, así que no pudo decirme absolutamente nada.
Cerré el periódico, dándole la vuelta, observando un pequeño artículo sobre una escuela de baile llamada White Dance. Al parecer estaba teniendo mucho éxito en la ciudad, y tan sólo llevaba unas semanas abierta. ¡Qué record! Acababa de abrir y ya era todo un éxito.
Dejé el periódico doblado sobre el asiento, y luego salí, frente al colegio de mi hermana pequeña, observándola allí, sentada en el bordillo de la acera.
En aquellos días, creo que ella era la única que solía alegrarme los días, la que solía sacarme una sonrisa sin más. Era lo único bueno que tenía, lo único que me quedaba aún. Mi pequeña Lucy.
***
Al día siguiente me levanté desganado, había dormido fatal, y encima tenía que levantarme aún más temprano para llevar a Lucy al colegio, pues papá quería que lo ayudase a ultimar preparativos de la fusión antes de que llegase el día en el que fusionáramos definitivamente. Acepté, no me quedaba de otra. Nos montamos en el auto de Javier, escuchando la radio, sin demasiadas ganas por hacerlo, pero si no había otra cosa, pues al menos me despertaba.
“Si, Joe – aceptaba el comentarista – como lo oyes, ya apenas quedan plazas”
“Pero si sólo ha pasado una semana, quiero decir, acaba de abrir, ¿cómo es posible?”
“Hombre es normal, ¿no crees? Dado a la experiencia de la profesora… yo también querría asistir a clases de una persona que estuvo en los mundiales dos veces”
“¿Qué le pasó la tercera vez?”
“Al parecer tuvo un accidente y se lesionó, ya no puede participar de forma profesional, pero al menos enseña como los ángeles”
“¿Apuntaste a Cindy?”
“Por supuesto, mi hija está encantada con ella”
Dejamos a Lucy en el colegio, y pusimos rumbo a la universidad, iba a llegar un poco más tarde, pero ya había avisado con antelación que así sería. El maldito programa que Javier estaba escuchando seguía su curso.
“Y aquí las tenemos – aseguraba Joe – ni más ni menos que a las dueñas de la más famosa escuela de baile de toda la ciudad”
“Hablamos por supuesto de-“
(Anastasia Clark) A mediados de esa tarde, Jonathan apareció, con su adorable sobrina Esther, que venía con un tutú puesto y todo. Ambos entraron, y yo los atendí con una enorme sonrisa, pues teníamos cinco minutos de descanso en ese justo momento. ¿vengo en mal momento? – preguntó. Negué con la cabeza, en señal de que no era así – Esther estaba ansiosa – la saludé con la mano y ella me sonrió, agradecida de que lo hiciese. Hola – la saludé, reforzando mi saludo anterior, para luego agacharme frente a ella - ¿a qué tipo de baile quieres apuntarte? A ballet – aseguró, con su voz tímida, haciéndome sonreír. Estupendo, aún tenemos plazas para esa clase – aseguré, para luego levantarme y hacerles una señal para que se sentasen, sentándome yo al otro lado del escritorio – Mira, este es el horario de bal
(Brad Allen)Estaba agotado aquella maldita semana, tantas reuniones me estaban matando, tenía pensado salir de cacería, pero antes si quiera de haberlo organizado, recibí un inesperado mensaje de mi mejor amigo. Cosa rara en él, pues no solía ser el primero en dar el primer paso.Lo ojeé, despreocupado, dejando a un lado el balance de la semana, me estaba mareando con tanto número. Masajeé el tabique nasal y por poco no me ahogo con mi propia saliva cuando leí el nombre de aquella diosa.Sosainas:Tío, no te lo vas a creer, pero he descubierto dónde se esconde tu diosa del placer Nicky.Yo:¡Hijo de puta!¿Cómo coño has conseguido esa información antes que yo?Sosainas:<
(Anastasia Clark) Aquel día estaba feliz, pues el cupo de alumnos estaba lleno, era señal de que el negocio iba como la seda. Sonreí, de oreja a oreja, mientras preparaba mi clase de bachata, junto a Nicky. Deberíamos contratar a más personal, nosotras no vamos a dar abasto con todos los tipos de bailes – se quejaba, y la entendía perfectamente, pero de momento, al menos hasta el próximo mes tendríamos que bastar las dos – Por cierto - añadió, al darse cuenta de que me estaba tomando más tiempo del que debía en responder - ¿Qué tal te fue ayer con Jonathan? – preguntó, con cierto rintintín, como si quisiese emparejarme con él, de alguna forma – Me dijo Brenda que vino a recogerte y todo, ¿eh? Sólo se ofreció a llevarme a casa, ya que Brenda se iba con su marido y su hija, y tú te fuiste antes a esa cita de la que ni siquiera me quieres hablar – me quejé, haciéndola reír.
(Seven White) Me pasé toda la puta semana pensando en Anastasia Clark, atado de pies y manos, porque la señora Winston estudiaba mis movimientos. No sé, quizás se quería asegurar de que no metía la pata con la fusión, o de que no cancelase la boda en el último momento. Aunque, si es cierto que iba a verla todas las noches, a mirarla desde la ventana, sin ver apenas mucho. Si es cierto que la vi reír varias veces, mientras hablaba con Nicky. Brad, por supuesto, por poco no me hace alabanzas y se pone a rezarme como si fuese un puto dios, cuando le dije que sabía dónde se escondía su diosa del placer. Me aseguró que iría el fin de semana a buscarla, y le aseguré que le acompañaría. Pero cuando llegamos allí, aquel sábado por la tarde, no había nadie en casa, las persianas estaban bajadas y no había luz en el interior. ¿Dónde demonios se habían metido aquellas dos? Era imposible que estuviesen trabaja
(Seven White)Iba a matar a Brad, me había hecho venir a ver la puesta de sol al puerto, porque su “diosa del placer” le había citado en el puerto, junto a un montón de barcos. Justo iba a liársela cuando ocurrió, algo que podría cambiarlo todo.Mi mundo se detuvo en cuanto la vi, subida en un barco, atracando en el puerto, junto a ese tipo y su amiga Nicky. Ella sonreía, lucía feliz, su risa retumbó en el silencio de aquella tarde oscurecida, y por supuesto, no era yo el causante de ella.Nicky bajó del navío, visualizándonos en ese justo instante, caminando luego hacia nosotros, mientras yo la seguía con la mirada, a Anastasia, mi Ana, esa que tan desesperamente busqué durante semanas estaba allí, a escasos metros de mí, con una sudadera prestada, junto a un tipo que no dejaba de
(Anastasia Clark)Cogimos un total de veinte peces aquella mañana, y Nicky no dejaba de gritar cuando yo sacaba uno, parecía una loca, pero le emocionaba tanto o más que a mí. Él, por el contrario, había dejado de pescar y tan sólo nos miraba, parecía estar pasándoselo en grande.A la una de la tarde, dejamos de pescar, metió los peces en la nevera, ante el sofocón de Nicky, que no quería que los matara, y luego sacó nuestro almuerzo.- He traído unos bocadillos – aseguró, dándonos uno a cada una, mientras Nicky le miraba con cara de pocos amigos.- A mí me dejas – se quejó, molesta – mata peces – él tan sólo sonrió, pero no bajó la mano con su bocadillo.- ¿Qué crees que &i
(Seven White)Estaba totalmente negado a aceptar su petición y estuve más que tentado a fugarme con ella, pero afortunadamente no lo hice, tan sólo la llevé a su casa, y me despedí de ella.- Buenas noches, Ana – me despedí, pero ella no salió del maldito auto, tan sólo se giró, para mirarme, lucía molesta – he sido un idiota esta noche, en el muelle – me disculpaba – de verdad, yo …- No existe ese tipo de relación que insinúas entre Jonathan y yo – aseguró, dejándome noqueado en el acto, pero al mismo tiempo aliviado – sólo es un conocido, ni siquiera somos amigos, Seven – añadía, para luego apoyar las manos en sus rodillas, haciendo que se le escurriese las mangas de la sudadera hacia abajo, tapándoselas casi por co
(Anastasia Clarck)No quería pensar en la discusión que tuve con Seven el día anterior, no quería pensar en lo mucho que quería correr a sus brazos y aceptar su propuesta. Pero no podía hacerlo, había muchas cosas que no separaban. Para empezar, él iba a cansarse con la señorita Winston, además, su padre y mi madre tuvieron una aventura, y por si eso no fuese poco, su familia estaba completamente en contra de lo nuestro. Por no hablar de cómo me trató en el muelle, de esa puta escena de celos que terminó con él haciéndome daño en el brazo, perdiendo los papeles y tratándome cómo si fuese basura.No iba a volver a permitir que un hombre me tratase así nunca, por muy enamorada que estuviese de él. Yo no quería ser cómo una de esas mujeres maltratadas que perdona