Enfrentando Miedos

La tarde cayó, y la familia De Santos seguía aguardando la llegada de Julián. Todos estaban impecablemente vestidos para la ocasión, reflejando la importancia del evento. Incluso Sofía, a regañadientes, había cedido a los deseos de su madre y llevaba un vestido. Era una prenda que combinaba la elegancia tradicional con un toque juvenil y coqueto que la representaba. El vestido, de un suave tono azul marino, se ajustaba a su figura con delicadeza, acentuando su esbelta cintura. El escote en 'V' era moderado pero lo suficientemente estilizado para añadir un aire de sofisticación, mientras que la falda, con un ligero vuelo, rozaba sus rodillas, permitiéndole moverse con gracia y comodidad. Aunque había optado por un diseño clásico, el delicado encaje en las mangas y el sutil brillo de la tela daban un toque moderno y encantador, mostrando que, aunque siguiera las normas, Sofía no renunciaba a su estilo personal.

Isabella también se había lucido en la comida, había preparado un gran banquete, con muchas delicias que cualquiera disfrutaría. Pero todo quedo en nada, ya habían pasado unas 2 horas desde que lo estaban esperando, pero no había señales de Julián.

Sofia miro a su madre con una combinación de felicidad y sorpresa.

- Tal parece que mejor subo a mi cuarto para cambiarme de ropa. -acomodo suavemente las tiras de su vestido. – Parece que tu invitado estrella ya no va a venir por hoy día. -un suspiro de alivio escapo de sus labios.

Aunque no lo expresara abiertamente, se podía notar claramente como Isabella estaba llena de furia y rabia. Una vena sobresalía en su frente por su enojo.

Sofia estaba esperando a que su madre la regañara y gritara por no querer seguir esperando a Julián, pero para su sorpresa, paso todo lo contrario. Toda la rabia y furia que tenía, se la guardo en su interior y no dijo ni una palabra a su hija.

Sin perder el tiempo, Sofia se apresuro casi corriendo a su cuarto, tropezando y casi cayéndose al doblarse los tacones que su madre la había obligado a usar.

Al llegar, se cambio de ropa y se puso algo mas casual, cuando se estaba terminando de cambiar de ropa, su teléfono empezó a sonar, un mensaje le había llegado.

Al abrirlo.

“Amiga, ya estoy de regreso. Te espero en el parque del centro a las 3 de la tarde para vernos y hablar. Tqm Camila”

Una sonrisa apareció en su rostro, se vistió lo más rápido posible para estar lista, ya que, al ver el reloj, solo quedaban 20 minutos para las 3. Habían pasado 6 meses desde la ultima vez que vio a Camila, todo paso después que ella se fuera a otro país a vivir con su pareja en ese entonces, asi que pensó que ya no la iba a volver a ver, pero el mensaje que recibió, hizo que se emocionara rápidamente.

Al terminar, tomo su bolso y salió del cuarto, encontrándose a su madre de pie enfrente de la puerta. El susto que se llevó, hizo que diera un pequeño brinco.

- ¡Ay! Mamá, que susto me diste. -puso su mano en su pecho y respiro tranquilamente.

Isabella la miro de pies a cabeza y al ver que llevaba su bolsa, pregunto. - ¿A dónde vas?

Acomodándose un poco el cabello con su mano derecha respondió - Voy al centro, Camila regreso y me espera ahí. -sin esfuerzo alguno, hizo que su madre se hiciera a un lado.

Como su madre no le respondió, ni le prohibió nada, siguió con su camino sin mirar hacia atrás. Bajando por las escaleras y llegando al primer piso, vio a su papá sentado en la sala, el cual, al verla pasar, le hizo una seña con la mano, llamándola.

Sofia se detuvo y fue a donde estaba su papá.

- ¿Qué sucede papá? -pregunto de inmediato mientras de acercaba.

- Hija, sé que tu madre te quiere obligar estar con Julián, pero, mi niña, yo no quiero que tu te sacrifiques solo para salvarnos de la ruina. Si no estas enamorada de ese tal Julián, entonces no tienes que hacer nada de lo que tu madre te quiere obligar, solo sigue a tu corazón, hija mía. -mientras hablaba, estaba sujetando las manos de Sofia.

Una risa algo incomoda se escapo de los labios de Sofia antes de responder. – No…No te preocupes papá, te prometo que no me voy a casar con alguien a quien no ame, eso te lo prometo. -también sujeto las manos de su papá.

Carlos lanzo una cálida sonrisa de admiración. – Bueno hija, esta bien, ya no te entretengo mas y ve antes de que se te haga tarde. -soltó rápidamente las cálidas manos de su hija.

Antes de irse, le sonrió felizmente.

EN EL CENTRO DE LA CIUDAD…

- Ahora si vas a decirme ¿Qué te paso en la mejilla? -Luciana pregunto mientras formaba un puchero.

Mateo se rio de manera incomoda mientras se rascaba la cabeza. – Fue un accidente, estaba preparando algo para comer y de casualidad, el cuchillo se me resbala y me corto un poco la mejilla. -desviaba la mirada hacia los árboles del parque.

Luciana lo miro fijamente con sospecha, aunque sabia que el le estaba mintiendo, ya que lo conocía desde que eran niños y siempre que decía alguna mentira, desviaba la mirada, evitando ver a la persona con la que hablaba.

Simplemente se rio suavemente mientras dijo en susurro. – Mentiroso.

Mateo no pudo entender que fue lo que había susurrado Luciana, asi que se quedó con la duda.

- ¿Qué tienes? Estas como un poco muy pensativo ¿acaso conociste a una chica y no me lo has dicho? -le lanzo una mirada picara, aunque con algo de recelo en su corazón pidiendo y gritando que ese no fuera el caso.

- ¿Qué? ¡No! No es eso, es solo que…

- ¿Qué? ¡Que! -replico Luciana.

- No es nada, mejor sigamos caminando que el día esta perfecto para buscar trabajo. -no quiso responder más.

HACE UNAS CUANTAS HORAS EN LA CASA DE MATEO…

“Mateo, te agradezco mucho que me hayas ayudado salvándome de esos sujetos que me habían golpeado, y te pido una disculpa por irme asi repentinamente, me hubiera gustado despedirme de ti y agradecerte como era el caso, pero vinieron a recogerme. Pero aquí te dejo anotada mi dirección, pásate por mi casa cuando quieras, te estaré esperando para agradecértelo como debe ser”

Mateo guardo la nota en su bolsillo, tomo el celular que estaba al lado y aprovecho para darle un bocado al sándwich que había comprado. Uso su celular y puso la dirección que estaba anotada en la nota.

- Mmm, no esta tan lejos de aquí, pero mejor dejo que pasen unos días antes de visitarlo, para que Julián se pueda recuperar de los golpes, no quisiera molestarlo con mi presencia mientras aun esta adolorido. -pensó en voz alta para después tomar un sorbo de café.

- ¡Bueno! Basta de andar perdiendo el tiempo, ya es tiempo de que vaya a seguir buscando trabajo, falta pocas semanas para pagar el arriendo y no tengo prácticamente nada, no puedo seguir perdiendo el tiempo.

Agarro su teléfono y se lo guardo en su bolsillo, fue hasta su cuarto y tomo su mochila donde ahí tenia varias carpetas con su hoja de vida impresa para entregar en diferentes empresas. Antes de salir, agarro la taza de café y le dio un sorbo, de inmediato, se escucho unos golpes en la puerta de su casa.

- ¡Mateo! Ábreme, soy Luci. -grito al otro lado de la puerta.

Dejo su taza en el mesón y se acerco a la puerta para abrirla.

- ¡Joder! No me des esos sustos Luci. -reclamo Mateo mientras se limpiaba un poco de café de los labios.

- ¿Qué paso? -respondió inocentemente Luci.

- Estaba tomando café cuando de repente… ¿Sabes qué? Mejor olvídalo, ¿Por qué viniste a mi casa tan temprano? -

- Pues… Quería ir al parque y pasear contigo. -no pudo evitar sonrojarse y termino mirando al suelo.

- La verdad es que estaba de salida, voy a seguir buscando trabajo. -respondió rascándose levemente la cabeza.

Lucia vio fijamente a Mateo. – Entonces, yo te puedo ayudar, ¡Vamos! Y asi podemos pasar algo de tiempo juntos. -tomo del brazo a Mateo y se lo llevo hacia afuera.

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