Los días siguientes fueron una prueba constante para Emily. Cada mañana llegaba temprano y se quedaba hasta tarde, aprendiendo todo lo que podía. Margaret la guiaba con firmeza, pero también con paciencia, permitiéndole cometer errores y aprender de ellos. Emily comenzó a ganar confianza y, poco a poco, sus habilidades empezaron a desarrollarse.Un día, mientras trabajaban en la campaña de marketing, Margaret la llamó a su despacho.— Emily, quiero que sepas que estoy viendo tu esfuerzo y dedicación. Estoy orgullosa de ti — dijo Margaret, con una sonrisa sincera.Emily sintió un nudo en la garganta. Las palabras de Margaret significaban mucho para ella. No sabía desde cuándo, pero se sentía feliz de estar logrando algo nuevo y que ella lo aprobara.— Gracias, Margaret. Estoy aprendiendo mucho y realmente quiero salvar la empresa de papá — respondió Emily, con sinceridad.— Lo sé. Y estoy segura de que lo lograrás. Solo recuerda, esto no es solo por la empresa de papá. Es por ti tambié
Después de la reunión, las hermanas se dirigieron a la oficina de Emiliano para compartir las buenas noticias. Lo encontraron sentado en su coche, con la carpeta abierta frente a él y una expresión pensativa en su rostro. Cuando las vio acercarse, cerró la carpeta y les sonrió.— ¿Cómo les fue? — preguntó, con genuino interés.— ¡Fue un éxito! — exclamó Emily, sin poder contener su emoción—. La propuesta fue bien recibida y todos están de acuerdo en seguir adelante con el plan.Emiliano asintió, satisfecho.— Me alegra escuchar eso. Sabía que lo lograrías — dijo, con una sonrisa sincera.Margaret, sin embargo, no pudo evitar notar la carpeta cerrada sobre el asiento.— ¿Qué encontraste, Emiliano? — preguntó, con un tono más serio.Emiliano suspiró, sabiendo que no podía ocultar la verdad por más tiempo.Emily sintió la tensión en el aire mientras Emiliano y Margaret intercambiaban miradas significativas. Sabía que había algo que no se estaba diciendo frente a ella, y eso solo aumentab
Margaret vio salir a Emiliano del restaurante y, sin pensarlo dos veces, corrió hacia él. Se pegó a su cuerpo, buscando consuelo en su calidez. Emiliano la sostuvo firmemente mientras las lágrimas caían por las mejillas de la mujer.— Tengo un hermano... — susurró Margaret, soltando una risa irónica —. Ahora tengo un hermano. Incluso después de sus muertes siguen dándome sorpresas.Emiliano la ayudó a subir al coche, notando el peso emocional que cargaba Margaret.— ¿Dónde quieres ir? — preguntó Emiliano con suavidad —. Te llevaré donde me pidas.Margaret, aún con las lágrimas derramándose de sus ojos, respondió:— Quiero ir a la empresa. No quiero pensar por el momento y quiero ver a mi niño.Emiliano asintió y puso el coche en marcha. Mientras tanto, en la empresa de Emiliano, el caos comenzaba a generarse. El abuelo Vittorio estaba fuera de sí, buscando a su nieto desesperadamente. Había descubierto que una publicación crítica sobre él aún no había sido borrada y varios de sus soci
Por otra parte, después de la humillación que pasó Valeria en la vieja mansión De Lucca, se encontraba tan furiosa también por las palabras que le había dicho Pablo en el hospital. La humillación y la ira la consumían, alimentando un fuego implacable en su interior. Las paredes blancas y frías de su departamento parecían cerrarse a su alrededor, intensificando su sensación de claustrofobia y desesperación. Antes que nada, ella debía obtener lo que deseaba y, si no lo hacía, al menos destruiría a esa familia que había osado desafiarla.Con las manos temblorosas, marcó el número de su familia para volver a casa. Sentía el peso de cada número que pulsaba, como si cada dígito la acercara un poco más a su venganza.— Hola, mamá... — habló con voz quebrada, su garganta apretada por la rabia contenida.Se escuchaba la respiración pesada al otro lado de la línea, un sonido que resonaba con una mezcla de preocupación y furia contenida. Finalmente, la voz de su madre rompió el silencio, como un
Valeria y su familia habían organizado un evento magnífico, lleno de lujo y ostentación. La invitación había sido extendida a Emiliano y a Margaret, quienes, aunque reticentes, decidieron asistir para no levantar sospechas.— ¿Estás segura de que deberíamos ir? — preguntó Margaret mientras estaban en camino. Por alguna razón tenía un mal presentimiento.— No tenemos opción. Si no vamos, parecerá que estamos huyendo y eso solo le dará más poder a Valeria — respondió Emiliano, ajustándose la corbata.La noche estaba en su apogeo cuando llegaron a la fiesta. Valeria los recibió con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, acompañada de su madre, que no ocultaba su odio hacia ellos dos.— ¡Emiliano, Margaret! Qué gusto verlos — dijo, extendiendo los brazos en un gesto exagerado —. Espero que disfruten de la noche.Margaret mantuvo una expresión neutral, mientras Emiliano estrechaba la mano de Valeria con firmeza.— Gracias por la invitación, Valeria — respondió, su voz cargada de formalidad
La oficina se había convertido en un hervidero de caos y confusión. Los empleados murmuraban entre sí, sus ojos oscilando entre la figura ensangrentada de Valeria y Margaret, quien permanecía al lado del sofá, aun con su copa de champán en la mano, con el semblante firme pero preocupado. Valeria seguía en el suelo, su respiración entrecortada y su cuerpo temblando por el dolor y la pérdida de sangre.— ¡Por qué la ambulancia no llega! — gritó desesperada la madre de Valeria, que acababa de entrar en la escena, sus manos temblando mientras intentaba asistir a su hija.Finalmente, se escuchó el sonido de las sirenas acercándose, y los paramédicos irrumpieron en la oficina, llevando una camilla. Con rapidez y profesionalismo, comenzaron a atender a Valeria, estabilizándola lo mejor que podían antes de trasladarla a la ambulancia. La madre de Valeria los seguía de cerca, sus ojos llenos de lágrimas y su rostro enrojecido por la preocupación y la rabia.Mientras Valeria era llevada fuera d
Valeria abrió los ojos lentamente, esbozando una mueca de dolor. La luz fluorescente del techo la cegaba y su cabeza parecía estallar. Sentía todo su cuerpo adolorido, pero el dolor en su vientre era especialmente intenso. Intentó moverse, pero cada músculo de su cuerpo protestaba, obligándola a permanecer inmóvil en la cama del hospital.Al enfocarse en su entorno, vio a su madre, caminando frenéticamente de un lado a otro al pie de la cama. El rostro de su madre estaba marcado por la furia y la preocupación, una combinación que Valeria no había visto antes. Cuando su madre notó que estaba despierta, su expresión cambió a una mezcla de alivio y rabia contenida.— ¿En qué diablos estabas pensando, Valeria? — gruñó su madre, con una voz que parecía desgarrar el aire —. ¿Por qué no me contaste de ese macabro plan?El tono de su madre la atravesó como una daga. Valeria sintió un nudo en el estómago y sus manos temblaban ligeramente sobre las sábanas. Intentó hablar, pero su garganta esta
Valeria estaba sumida en su tormento interno cuando la puerta de la habitación se abrió nuevamente. Esta vez, no era Pablo ni su madre. Dos oficiales de policía entraron con pasos firmes y miradas decididas. Uno de ellos, un hombre corpulento de mediana edad, se acercó a la cama con un aire de autoridad inquebrantable.— ¿Qué sucede? — cuestionó, aun sabiendo lo que iba a pasar.— Señorita, se encuentra detenida por conspiración, chantaje y por atentar contra su vida estando embarazada. Debe acompañarnos para...Valeria no logró terminar de escuchar las palabras del oficial. La desesperación la envolvió en una nube negra, sofocándola. ¿En verdad había perdido esta batalla? ¿En verdad sus aliados la habían abandonado? Su mente se nubló con pensamientos oscuros y caóticos. Fingió desmayarse, su cuerpo cayendo pesadamente sobre la cama.Los oficiales intercambiaron miradas, y uno de ellos se acercó para verificar su estado. Tras unos minutos de deliberación y al ver que no reaccionaba, d