Mientras Margaret se dirigía a la empresa de Emiliano, su mente no dejaba de darle vueltas a lo sucedido. Decidida a obtener respuestas, sacó su celular y envió un mensaje a Armando, preguntándole si sabía algo sobre la filtración de las imágenes. Para su sorpresa, su teléfono sonó casi de inmediato. Armando la estaba llamando.— Armando... — susurró Margaret, intentando mantener la calma.— Fui yo — respondió él sin rodeos, dejando a Margaret completamente sorprendida.— ¿Qué? ¿Por qué lo hiciste? — preguntó ella, sintiendo un nudo formarse en su garganta.— Se lo merecían — añadió Armando con frialdad.Margaret sabía que había razones para sentir rencor, pero la idea de arruinar la vida de otra persona, especialmente una mujer embarazada, le causaba un profundo malestar.— Creo que fue muy duro de tu parte. Valeria es una mujer embarazada... esto podría destrozar su vida — dijo Margaret, su voz temblando ligeramente.— Valeria es una mujer sin escrúpulos, Margaret. A ella no le impo
Sofía entró a la oficina de Margaret con el rostro visiblemente preocupado. Tenía algo importante que comunicarle, pero antes de que pudiera articular palabra, la puerta se abrió bruscamente. Emily, con su actitud rebelde, caprichosa y altanera, irrumpió en el lugar con la arrogancia que la caracterizaba. Sofía, sorprendida por la irrupción, miró a Margaret pidiendo disculpas con la mirada.Margaret solo le guiñó el ojo a Sofía, tranquilizándola.— Te dije que no debías anunciarme, es mi hermana y me recibirá — dijo Emily con desdén.Hace tiempo que no la veía, pero seguía siendo la mala del cuento al parecer.— Hermanastras — interrumpió Margaret, su tono firme y autoritario —. Y no, la próxima vez que entres con esa actitud en la empresa, te mandaré a sacar con los de seguridad.Emily quedó estupefacta. Hacía tiempo que no veía a su hermanastra y ahora la encontraba convertida en una empresaria admirada por muchos. La envidia y el resentimiento que siempre había sentido hacia Margar
Emily se encontraba sentada en la sala de su casa, contemplando el techo mientras trataba de procesar todo lo que estaba sucediendo. La visita a la oficina de Margaret había sido un punto de inflexión. Su madre, como de costumbre, había salido de compras, ignorando completamente la gravedad de la situación financiera en la que se encontraban. Justo en ese momento, la puerta principal se abrió y su madre entró cargada de bolsas de tiendas de lujo.Emily no pudo evitar poner los ojos en blanco al verla.— ¿Otra vez de compras? — cuestionó Emily, su tono cargado de frustración —. ¿Entiendes que tenemos un problema financiero enorme? Si sigues gastando así, no podremos salvar la empresa y nos tocará trabajar.Las palabras de Emily hicieron que su madre dejara caer las bolsas al suelo. Su rostro se contrajo en una mueca de sorpresa e indignación.— ¿Margaret se negó a ayudarnos? — dijo su madre, su voz subiendo de tono —. Esa malagradecida. Es una desgraciada a quien no le importa nada, mu
Los días siguientes fueron una prueba constante para Emily. Cada mañana llegaba temprano y se quedaba hasta tarde, aprendiendo todo lo que podía. Margaret la guiaba con firmeza, pero también con paciencia, permitiéndole cometer errores y aprender de ellos. Emily comenzó a ganar confianza y, poco a poco, sus habilidades empezaron a desarrollarse.Un día, mientras trabajaban en la campaña de marketing, Margaret la llamó a su despacho.— Emily, quiero que sepas que estoy viendo tu esfuerzo y dedicación. Estoy orgullosa de ti — dijo Margaret, con una sonrisa sincera.Emily sintió un nudo en la garganta. Las palabras de Margaret significaban mucho para ella. No sabía desde cuándo, pero se sentía feliz de estar logrando algo nuevo y que ella lo aprobara.— Gracias, Margaret. Estoy aprendiendo mucho y realmente quiero salvar la empresa de papá — respondió Emily, con sinceridad.— Lo sé. Y estoy segura de que lo lograrás. Solo recuerda, esto no es solo por la empresa de papá. Es por ti tambié
Después de la reunión, las hermanas se dirigieron a la oficina de Emiliano para compartir las buenas noticias. Lo encontraron sentado en su coche, con la carpeta abierta frente a él y una expresión pensativa en su rostro. Cuando las vio acercarse, cerró la carpeta y les sonrió.— ¿Cómo les fue? — preguntó, con genuino interés.— ¡Fue un éxito! — exclamó Emily, sin poder contener su emoción—. La propuesta fue bien recibida y todos están de acuerdo en seguir adelante con el plan.Emiliano asintió, satisfecho.— Me alegra escuchar eso. Sabía que lo lograrías — dijo, con una sonrisa sincera.Margaret, sin embargo, no pudo evitar notar la carpeta cerrada sobre el asiento.— ¿Qué encontraste, Emiliano? — preguntó, con un tono más serio.Emiliano suspiró, sabiendo que no podía ocultar la verdad por más tiempo.Emily sintió la tensión en el aire mientras Emiliano y Margaret intercambiaban miradas significativas. Sabía que había algo que no se estaba diciendo frente a ella, y eso solo aumentab
Margaret vio salir a Emiliano del restaurante y, sin pensarlo dos veces, corrió hacia él. Se pegó a su cuerpo, buscando consuelo en su calidez. Emiliano la sostuvo firmemente mientras las lágrimas caían por las mejillas de la mujer.— Tengo un hermano... — susurró Margaret, soltando una risa irónica —. Ahora tengo un hermano. Incluso después de sus muertes siguen dándome sorpresas.Emiliano la ayudó a subir al coche, notando el peso emocional que cargaba Margaret.— ¿Dónde quieres ir? — preguntó Emiliano con suavidad —. Te llevaré donde me pidas.Margaret, aún con las lágrimas derramándose de sus ojos, respondió:— Quiero ir a la empresa. No quiero pensar por el momento y quiero ver a mi niño.Emiliano asintió y puso el coche en marcha. Mientras tanto, en la empresa de Emiliano, el caos comenzaba a generarse. El abuelo Vittorio estaba fuera de sí, buscando a su nieto desesperadamente. Había descubierto que una publicación crítica sobre él aún no había sido borrada y varios de sus soci
Por otra parte, después de la humillación que pasó Valeria en la vieja mansión De Lucca, se encontraba tan furiosa también por las palabras que le había dicho Pablo en el hospital. La humillación y la ira la consumían, alimentando un fuego implacable en su interior. Las paredes blancas y frías de su departamento parecían cerrarse a su alrededor, intensificando su sensación de claustrofobia y desesperación. Antes que nada, ella debía obtener lo que deseaba y, si no lo hacía, al menos destruiría a esa familia que había osado desafiarla.Con las manos temblorosas, marcó el número de su familia para volver a casa. Sentía el peso de cada número que pulsaba, como si cada dígito la acercara un poco más a su venganza.— Hola, mamá... — habló con voz quebrada, su garganta apretada por la rabia contenida.Se escuchaba la respiración pesada al otro lado de la línea, un sonido que resonaba con una mezcla de preocupación y furia contenida. Finalmente, la voz de su madre rompió el silencio, como un
Valeria y su familia habían organizado un evento magnífico, lleno de lujo y ostentación. La invitación había sido extendida a Emiliano y a Margaret, quienes, aunque reticentes, decidieron asistir para no levantar sospechas.— ¿Estás segura de que deberíamos ir? — preguntó Margaret mientras estaban en camino. Por alguna razón tenía un mal presentimiento.— No tenemos opción. Si no vamos, parecerá que estamos huyendo y eso solo le dará más poder a Valeria — respondió Emiliano, ajustándose la corbata.La noche estaba en su apogeo cuando llegaron a la fiesta. Valeria los recibió con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, acompañada de su madre, que no ocultaba su odio hacia ellos dos.— ¡Emiliano, Margaret! Qué gusto verlos — dijo, extendiendo los brazos en un gesto exagerado —. Espero que disfruten de la noche.Margaret mantuvo una expresión neutral, mientras Emiliano estrechaba la mano de Valeria con firmeza.— Gracias por la invitación, Valeria — respondió, su voz cargada de formalidad