Emiliano salió del club con el ceño fruncido y el paso decidido. La conversación con Armando había dejado un sabor amargo en su boca. No podía entender cómo alguien podía ayudar a Margaret sin ningún tipo de interés romántico. Era algo que necesitaba investigar.— Luis, necesito que investigues a Armando — dijo Emiliano con firmeza mientras se dirigían hacia el coche.— Sí, señor —respondió Luis sin titubear.Emiliano asintió y, después de un momento de silencio, añadió:— Quiero saber todo sobre él. Qué hace, con quién se relaciona, cuáles son sus verdaderas intenciones.Luis asintió nuevamente, entendiendo la seriedad de la situación.Después de salir del club, Emiliano decidió acompañar a Margaret hasta su empresa. Aunque sabía que ella era capaz de cuidar de sí misma, no podía evitar sentirse protector. La acompañó hasta su oficina, aprovechando la oportunidad para ver a su hijo, Emanuel.Margaret se sentó en su sillón y se concentró en el trabajo, mientras Emiliano observaba a Em
Margaret asintió, sintiéndose ligeramente aliviada, pero la preocupación no desaparecía. Pasaron el resto del día en silencio, esperando noticias.Horas más tarde, el teléfono sonó nuevamente. Esta vez, era el hospital. Margaret contestó con manos temblorosas.— ¿Hola? — dijo con voz temblorosa.— Señora Margaret, soy el Dr. Rodríguez. Quería informarle que Pablo está estable por ahora. Ha perdido mucha sangre y tiene varias heridas graves, pero creemos que va a salir adelante.Margaret sintió una oleada de alivio, aunque la preocupación persistía.— Gracias, doctor. ¿Puedo ir a verlo? — preguntó.— Sí, pero solo por un breve momento. Necesita descansar.Margaret asintió, aunque el doctor no podía verla.— Gracias. Iré de inmediato.Colgó el teléfono y miró a Emiliano, que la observaba con preocupación.— Pablo está estable. Voy a ir al hospital a verlo.Emiliano asintió.— Te acompañaré.Llegaron al hospital y fueron conducidos a la habitación de Pablo. Cuando Margaret lo vio, su cora
Valeria caminaba de un lado a otro en esa pequeña habitación de hospital, con sus tacones resonando sobre el mármol brillante. La desesperación se podía ver claramente en su rostro, sus manos temblaban ligeramente mientras trataba de controlar su respiración. Pablo estaba sentado en un sillón es esa cama, observándola con una mezcla de pena y determinación. Sabía que lo que estaba a punto de decir cambiaría todo.— No puedes hacerme esto, Pablo. No puedes arruinar todo por lo que he luchado para conseguir mi objetivo — dijo Valeria, su voz temblando mientras apretaba los puños —. Yo estuve antes. No puedes abandonarme.— Incluso aunque me lastimes a mí o te deshagas de Margaret, el peso de tus acciones caerá de manera brutal sobre ti. — Pablo se levantó con cuidado de no lastimarse con la vía, su mirada fija en Valeria. Sus ojos reflejaban una intensidad que Valeria nunca había visto antes —. Margaret me respalda, pero ¿has pensado quiénes son los que respaldan a ella? — continuó Pabl
Margaret rio suavemente, sintiendo una felicidad que no había sentido en mucho tiempo. Una vez fuera de la encimera, preparó las tazas de té, mientras Emiliano la observaba con una expresión de amor y devoción.Margaret y Emiliano se miraban en silencio, sus tazas de té medio vacías sobre la mesa del salón. La atmósfera estaba cargada de una electricidad palpable, una tensión que ambos sentían, pero ninguno se atrevía a mencionar. Emiliano se levantó del sofá y se acercó a Margaret, su mirada intensa y fija en ella. Margaret sintió su corazón acelerarse, su respiración volverse más pesada.— Margaret — dijo Emiliano en un susurro, su voz ronca y cargada de deseo.Antes de que Margaret pudiera responder, Emiliano se inclinó sobre ella, acorralándola contra el sofá. Sus manos firmes se posaron en los brazos del sofá, creando una barrera que la mantenía atrapada. Margaret sintió su cuerpo calentarse por la cercanía de Emiliano, cada centímetro de su piel vibrando con anticipación.El bes
Emiliano se levantó de un salto, su celular en la mano, los ojos abiertos de par en par mientras leía el contenido en la pantalla. Margaret, que estaba recostada en la cama, se incorporó rápidamente, cubriéndose con las sábanas y observando a Emiliano con una mezcla de preocupación y confusión.— ¿Está todo bien? ¿Pasó algo, Emiliano? — preguntó Margaret, su voz cargada de inquietud.Emiliano la miró con una expresión de incredulidad y molestia. La tensión en la habitación se hizo palpable.— ¿Tú hiciste esto? — preguntó Emiliano con un deje de molestia en su voz, extendiendo su celular hacia Margaret —. Esto puede arruinar a la familia De Lucca. Es demasiado... fuerte — susurró, casi sin poder creer lo que veía.Margaret tomó el celular de las manos de Emiliano y observó la pantalla. Lo que vio la dejó sin aliento. Eran las mismas imágenes que había visto en el video de seguridad del club, imágenes comprometedoras de Valeria y el abuelo de Emiliano.— Yo no publiqué esto — respondió
Mientras Margaret se dirigía a la empresa de Emiliano, su mente no dejaba de darle vueltas a lo sucedido. Decidida a obtener respuestas, sacó su celular y envió un mensaje a Armando, preguntándole si sabía algo sobre la filtración de las imágenes. Para su sorpresa, su teléfono sonó casi de inmediato. Armando la estaba llamando.— Armando... — susurró Margaret, intentando mantener la calma.— Fui yo — respondió él sin rodeos, dejando a Margaret completamente sorprendida.— ¿Qué? ¿Por qué lo hiciste? — preguntó ella, sintiendo un nudo formarse en su garganta.— Se lo merecían — añadió Armando con frialdad.Margaret sabía que había razones para sentir rencor, pero la idea de arruinar la vida de otra persona, especialmente una mujer embarazada, le causaba un profundo malestar.— Creo que fue muy duro de tu parte. Valeria es una mujer embarazada... esto podría destrozar su vida — dijo Margaret, su voz temblando ligeramente.— Valeria es una mujer sin escrúpulos, Margaret. A ella no le impo
Sofía entró a la oficina de Margaret con el rostro visiblemente preocupado. Tenía algo importante que comunicarle, pero antes de que pudiera articular palabra, la puerta se abrió bruscamente. Emily, con su actitud rebelde, caprichosa y altanera, irrumpió en el lugar con la arrogancia que la caracterizaba. Sofía, sorprendida por la irrupción, miró a Margaret pidiendo disculpas con la mirada.Margaret solo le guiñó el ojo a Sofía, tranquilizándola.— Te dije que no debías anunciarme, es mi hermana y me recibirá — dijo Emily con desdén.Hace tiempo que no la veía, pero seguía siendo la mala del cuento al parecer.— Hermanastras — interrumpió Margaret, su tono firme y autoritario —. Y no, la próxima vez que entres con esa actitud en la empresa, te mandaré a sacar con los de seguridad.Emily quedó estupefacta. Hacía tiempo que no veía a su hermanastra y ahora la encontraba convertida en una empresaria admirada por muchos. La envidia y el resentimiento que siempre había sentido hacia Margar
Emily se encontraba sentada en la sala de su casa, contemplando el techo mientras trataba de procesar todo lo que estaba sucediendo. La visita a la oficina de Margaret había sido un punto de inflexión. Su madre, como de costumbre, había salido de compras, ignorando completamente la gravedad de la situación financiera en la que se encontraban. Justo en ese momento, la puerta principal se abrió y su madre entró cargada de bolsas de tiendas de lujo.Emily no pudo evitar poner los ojos en blanco al verla.— ¿Otra vez de compras? — cuestionó Emily, su tono cargado de frustración —. ¿Entiendes que tenemos un problema financiero enorme? Si sigues gastando así, no podremos salvar la empresa y nos tocará trabajar.Las palabras de Emily hicieron que su madre dejara caer las bolsas al suelo. Su rostro se contrajo en una mueca de sorpresa e indignación.— ¿Margaret se negó a ayudarnos? — dijo su madre, su voz subiendo de tono —. Esa malagradecida. Es una desgraciada a quien no le importa nada, mu