Margaret se encontraba en su oficina, con la vista fija en los documentos sobre su escritorio, intentando concentrarse en la montaña de trabajo que tenía por delante. Era un día soleado, y la luz que entraba por el ventanal detrás de ella iluminaba la habitación con un resplandor cálido. La calma del momento se vio interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose suavemente. Levantó la vista para ver a Sofía, su asistente, entrando con una expresión seria.— Señora Torres, Pablo está afuera — anunció Sofía, con una leve inclinación de cabeza.Margaret asintió, mostrando una leve sonrisa.— Hazlo pasar, y tráenos café, por favor — respondió.Sofía asintió y salió de la habitación, dejando la puerta entreabierta. Segundos después, Pablo entró, observando todo a su alrededor con curiosidad y cierto nerviosismo. Cuando sus ojos se posaron en Margaret, su semblante cambió, mostrando una mezcla de admiración y respeto. Con el ventanal a su espalda y la luz del día iluminándola, Margaret s
En otro lugar, Emiliano se encontraba en su despacho, aún furioso por la traición de Valeria y la situación de Luis. Sabía que necesitaba actuar rápidamente para proteger a las personas que le importaban y deshacerse de aquellos que buscaban hacerles daño. La llamada de Luis le había dado una nueva perspectiva y un renovado sentido de urgencia.Mientras planeaba sus próximos movimientos, su teléfono sonó de nuevo. Era su abogado, quien le informaba sobre el progreso en el caso contra Valeria y las posibles acciones legales que podrían tomar.— Gracias por la actualización. Manténgame informado de cualquier novedad — dijo Emiliano antes de colgar.Emiliano estaba sentado en su oficina, intentando concentrarse en el trabajo que tenía delante. La presión del negocio y los problemas familiares lo habían dejado exhausto, pero no podía permitirse un momento de debilidad. De repente, su teléfono vibró con una notificación. Era un mensaje de texto de un número desconocido. Al abrirlo, vio una
Mientras Margaret se dirigía al nuevo piso que Sofía había adquirido, no podía dejar de pensar en la conversación con Emiliano. Sentía un dolor punzante en el pecho, pero también una determinación renovada. Sabía que tenía que ser fuerte, no solo por ella, sino por su hijo.Al llegar al nuevo piso, Margaret quedó impresionada. El lugar era amplio y luminoso, con una vista impresionante de la ciudad. Sofía había hecho un trabajo excelente. Margaret paseó por el apartamento, imaginando cómo sería vivir allí con su hijo, lejos de las intrigas y problemas que habían plagado su vida.— Es perfecto, Sofía. Gracias por todo — dijo Margaret, sonriendo a su asistente.— Me alegra que le guste, señora Torres. Si necesita algo más, solo hágamelo saber — respondió Sofía con una sonrisa.Margaret asintió y comenzó a instalarse, sabiendo que este era un nuevo comienzo para ella y su hijo. Estaba decidida a hacer que funcionara, sin importar los desafíos que enfrentara.Mientras tanto, Emiliano volvi
Emiliano estaba sentado en la oficina con la presencia de su abuelo, el viento frío se colaba por las rendijas de las ventanas. La atmósfera era tensa, cargada de una expectación casi palpable. Su abuelo, con su rostro severo y ojos penetrantes, se apoyaba en su bastón con una firmeza que parecía desmentir su avanzada edad.— Abuelo, creo que ya es hora de que te retires — dijo Emiliano con un tono que intentaba ser firme pero que no podía ocultar del todo la duda —. Tengo mucho trabajo.Don Vittorio levantó el bastón y lo golpeó con fuerza sobre el escritorio de caoba, luego lo llevó al pecho de su nieto, presionándolo con un gesto amenazante.— Tú, niño insolente. Más vale que hagas bien tu trabajo o de lo contrario te voy a desheredar... además, no olvides a tu prometida. Pronto deberían casarse — gruñó el anciano, sus ojos brillando con una mezcla de furia y determinación —. Valeria está esperando al próximo heredero de la familia De Lucca.Emiliano se estaba hartando de esa situa
Margaret se bajó del taxi y caminó hacia la entrada de su edificio con un suspiro de alivio. Había sido un día largo, lleno de reuniones interminables y un tráfico infernal. Todo lo que quería ahora era un baño caliente y una copa de vino. Sin embargo, justo antes de llegar al ascensor, sintió una presencia familiar detrás de ella. Se giró y ahí estaba Emiliano, mirándola con esos ojos oscuros y penetrantes.— ¿Qué haces aquí? — preguntó Margaret, tratando de mantener la calma.Emiliano no respondió. En lugar de eso, dio un paso hacia ella, sus labios curvándose en una sonrisa enigmática.— Te hice una pregunta — repitió Margaret, esta vez con más firmeza —. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás con... tu prometida?La sonrisa de Emiliano se ensanchó, y Margaret sintió un nudo de irritación formarse en su estómago. ¿Acaso disfrutaba viéndola molesta?— Te mudaste... — dijo él, observando el edificio —. Hace casi un mes.— Eso no responde a mi pregunta — respondió Margaret, cruzando los br
El sol de la mañana apenas comenzaba a iluminar la ciudad cuando Margaret salió de su apartamento. A su lado, su hijo pequeño iba con la niñera, quien sonreía amablemente mientras conversaba con el niño. Margaret, sin embargo, tenía la mente en otro lugar, perdida en los eventos de la noche anterior. Aún sentía el peso de la confrontación con Emiliano y las emociones que había despertado en ella.Mientras se acercaban al coche, Margaret notó un vehículo conocido estacionado frente a la entrada del edificio. El corazón le dio un vuelco al reconocer el coche de Emiliano. Él estaba ahí, y mientras ella procesaba su presencia, Emiliano bajó del coche y se dirigió hacia ella con pasos decididos.— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Margaret, tratando de mantener la compostura.Emiliano sonrió, pero había algo en su mirada que revelaba una mezcla de determinación y vulnerabilidad. Él estaba loco por ella. Tardó en reconocerlo, pero lo hizo, y anoche, después de enfrentarse a Armando, entendió
Margaret dudó por un momento en estar en un lugar como ese, pero finalmente accedió. Conociendo a Armando y confiando en su juicio, decidió seguir adelante con la invitación. Salió de su oficina con Sofía y se dirigió al club.Al llegar, un asistente la condujo a una habitación privada en el segundo piso. El lugar era lujoso y discreto, diseñado para encuentros que requerían privacidad absoluta. Margaret se sentía cada vez más intrigada por la naturaleza de la sorpresa.Al entrar en la habitación, encontró a Armando y su asistente, ambos con expresiones serias.— ¿Qué hacemos en un lugar así? — preguntó Margaret, tratando de ocultar su nerviosismo.Armando la miró con calma y le indicó que se sentara.— Por favor, siéntate. Tenemos algo que mostrarte — dijo, entregándole una Tablet.Margaret tomó la Tablet, y al presionar el botón de reproducción, quedó en shock. La pantalla mostraba una grabación en tiempo real de Valeria y el abuelo de Emiliano en la habitación contigua. Estaban sen
Emiliano salió del club con el ceño fruncido y el paso decidido. La conversación con Armando había dejado un sabor amargo en su boca. No podía entender cómo alguien podía ayudar a Margaret sin ningún tipo de interés romántico. Era algo que necesitaba investigar.— Luis, necesito que investigues a Armando — dijo Emiliano con firmeza mientras se dirigían hacia el coche.— Sí, señor —respondió Luis sin titubear.Emiliano asintió y, después de un momento de silencio, añadió:— Quiero saber todo sobre él. Qué hace, con quién se relaciona, cuáles son sus verdaderas intenciones.Luis asintió nuevamente, entendiendo la seriedad de la situación.Después de salir del club, Emiliano decidió acompañar a Margaret hasta su empresa. Aunque sabía que ella era capaz de cuidar de sí misma, no podía evitar sentirse protector. La acompañó hasta su oficina, aprovechando la oportunidad para ver a su hijo, Emanuel.Margaret se sentó en su sillón y se concentró en el trabajo, mientras Emiliano observaba a Em