Mientras tanto, en la mansión de Armando, este se encontraba sentado en su estudio, absorto en sus propios pensamientos. Después de tantos años de búsqueda, finalmente había encontrado a la hija de Guadalupe, la mujer a la que una vez juró proteger.Se sirvió un poco de whisky y observó el líquido ámbar girar en el vaso, recordando los eventos que lo habían llevado a este momento.Guadalupe García había sido una mujer extraordinaria, una activista que luchaba incansablemente por los derechos de los más desfavorecidos. Armando la había admirado profundamente y se había convertido en su más leal aliado, aunque solo fuese un adolescente. Juntos, habían logrado grandes avances en la lucha contra la corrupción y la injusticia.Pero todo cambió cuando Guadalupe fue asesinada, víctima de las maquinaciones de aquellos a quienes había desafiado. Armando se juró entonces que haría todo lo posible por proteger a la hija de Guadalupe, la única familia que le quedaba.Ahora, después de años de inve
Luis se encontraba buscando una carpeta importante en la parte trasera de un auto. Se movía con rapidez, sabiendo que cada segundo contaba. Había recibido instrucciones precisas de Emiliano para encontrar esa carpeta y asegurarse de que nadie más la viera. Mientras revisaba los documentos esparcidos, escuchó un ruido detrás de él.— ¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó una voz fría y cortante.Luis se giró y se encontró con Valeria, la mujer que se casaría con Emiliano si no le entregaba la carpeta, mirándolo con desdén. Antes de que pudiera responder, Valeria se lanzó hacia él, golpeándolo con fuerza en la cabeza con un objeto pesado. El golpe fue tan fuerte que Luis cayó al suelo, inconsciente.Valeria miró el cuerpo de Luis por un momento, asegurándose de que estaba realmente inconsciente. Luego, sacó su teléfono y llamó a uno de los hombres de Emiliano, pero que trabajaba para el abuelo.— Vengan inmediatamente. Tenemos que deshacernos de alguien — dijo con voz firme —. A nombre de
En la mansión De Lucca, la tensión era palpable. Emiliano, lleno de furia y frustración, caminaba de un lado a otro en su estudio, lanzando miradas a su reloj cada poco segundo. Había pasado más de una hora y media desde que le pidió a Luis que trajera la carpeta y aún no había señales de él. El vaso de cristal en su mano, lleno de un líquido ámbar, temblaba ligeramente debido a su ira. De repente, sin poder contenerse más, lanzó el vaso contra la pared, haciéndolo añicos. El sonido del vidrio rompiéndose resonó en el silencio de la mansión.— ¡Luis! ¡Luis! —gritó, su voz reverberando por los pasillos.Salió de su estudio, cruzando rápidamente el amplio salón donde Valeria estaba sentada, bebiendo un vaso de jugo con la actitud de una dueña y señora de la casa. En ese momento, su abuelo, Vittorio De Lucca, entraba por la puerta principal. La presencia del anciano patriarca siempre imponía respeto y autoridad.— ¿Vas a algún lado? ¿Necesitas gritar tanto, Emiliano, para llamar a tu emp
Margaret se encontraba en su oficina, con la vista fija en los documentos sobre su escritorio, intentando concentrarse en la montaña de trabajo que tenía por delante. Era un día soleado, y la luz que entraba por el ventanal detrás de ella iluminaba la habitación con un resplandor cálido. La calma del momento se vio interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose suavemente. Levantó la vista para ver a Sofía, su asistente, entrando con una expresión seria.— Señora Torres, Pablo está afuera — anunció Sofía, con una leve inclinación de cabeza.Margaret asintió, mostrando una leve sonrisa.— Hazlo pasar, y tráenos café, por favor — respondió.Sofía asintió y salió de la habitación, dejando la puerta entreabierta. Segundos después, Pablo entró, observando todo a su alrededor con curiosidad y cierto nerviosismo. Cuando sus ojos se posaron en Margaret, su semblante cambió, mostrando una mezcla de admiración y respeto. Con el ventanal a su espalda y la luz del día iluminándola, Margaret s
En otro lugar, Emiliano se encontraba en su despacho, aún furioso por la traición de Valeria y la situación de Luis. Sabía que necesitaba actuar rápidamente para proteger a las personas que le importaban y deshacerse de aquellos que buscaban hacerles daño. La llamada de Luis le había dado una nueva perspectiva y un renovado sentido de urgencia.Mientras planeaba sus próximos movimientos, su teléfono sonó de nuevo. Era su abogado, quien le informaba sobre el progreso en el caso contra Valeria y las posibles acciones legales que podrían tomar.— Gracias por la actualización. Manténgame informado de cualquier novedad — dijo Emiliano antes de colgar.Emiliano estaba sentado en su oficina, intentando concentrarse en el trabajo que tenía delante. La presión del negocio y los problemas familiares lo habían dejado exhausto, pero no podía permitirse un momento de debilidad. De repente, su teléfono vibró con una notificación. Era un mensaje de texto de un número desconocido. Al abrirlo, vio una
Mientras Margaret se dirigía al nuevo piso que Sofía había adquirido, no podía dejar de pensar en la conversación con Emiliano. Sentía un dolor punzante en el pecho, pero también una determinación renovada. Sabía que tenía que ser fuerte, no solo por ella, sino por su hijo.Al llegar al nuevo piso, Margaret quedó impresionada. El lugar era amplio y luminoso, con una vista impresionante de la ciudad. Sofía había hecho un trabajo excelente. Margaret paseó por el apartamento, imaginando cómo sería vivir allí con su hijo, lejos de las intrigas y problemas que habían plagado su vida.— Es perfecto, Sofía. Gracias por todo — dijo Margaret, sonriendo a su asistente.— Me alegra que le guste, señora Torres. Si necesita algo más, solo hágamelo saber — respondió Sofía con una sonrisa.Margaret asintió y comenzó a instalarse, sabiendo que este era un nuevo comienzo para ella y su hijo. Estaba decidida a hacer que funcionara, sin importar los desafíos que enfrentara.Mientras tanto, Emiliano volvi
Emiliano estaba sentado en la oficina con la presencia de su abuelo, el viento frío se colaba por las rendijas de las ventanas. La atmósfera era tensa, cargada de una expectación casi palpable. Su abuelo, con su rostro severo y ojos penetrantes, se apoyaba en su bastón con una firmeza que parecía desmentir su avanzada edad.— Abuelo, creo que ya es hora de que te retires — dijo Emiliano con un tono que intentaba ser firme pero que no podía ocultar del todo la duda —. Tengo mucho trabajo.Don Vittorio levantó el bastón y lo golpeó con fuerza sobre el escritorio de caoba, luego lo llevó al pecho de su nieto, presionándolo con un gesto amenazante.— Tú, niño insolente. Más vale que hagas bien tu trabajo o de lo contrario te voy a desheredar... además, no olvides a tu prometida. Pronto deberían casarse — gruñó el anciano, sus ojos brillando con una mezcla de furia y determinación —. Valeria está esperando al próximo heredero de la familia De Lucca.Emiliano se estaba hartando de esa situa
Margaret se bajó del taxi y caminó hacia la entrada de su edificio con un suspiro de alivio. Había sido un día largo, lleno de reuniones interminables y un tráfico infernal. Todo lo que quería ahora era un baño caliente y una copa de vino. Sin embargo, justo antes de llegar al ascensor, sintió una presencia familiar detrás de ella. Se giró y ahí estaba Emiliano, mirándola con esos ojos oscuros y penetrantes.— ¿Qué haces aquí? — preguntó Margaret, tratando de mantener la calma.Emiliano no respondió. En lugar de eso, dio un paso hacia ella, sus labios curvándose en una sonrisa enigmática.— Te hice una pregunta — repitió Margaret, esta vez con más firmeza —. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás con... tu prometida?La sonrisa de Emiliano se ensanchó, y Margaret sintió un nudo de irritación formarse en su estómago. ¿Acaso disfrutaba viéndola molesta?— Te mudaste... — dijo él, observando el edificio —. Hace casi un mes.— Eso no responde a mi pregunta — respondió Margaret, cruzando los br