— Yo… yo…— Emily, esto no tiene que ser así. Podemos arreglar las cosas, pero no con violencia — dijo Margaret, su voz temblando, pero firme.Emily, sin embargo, no quería escuchar razones. La rabia y el odio la habían consumido por completo. En ese momento, la policía llegó y, tras evaluar la situación, comenzaron a separar a Emily y a tomar declaraciones.— Señora, necesito que se calme y venga con nosotros — dijo uno de los oficiales a Emily.Emily, fuera de control, continuaba maldiciendo y resistiéndose, mientras su madre llegaba apresurada, tratando de entender lo que estaba ocurriendo.— ¿Qué está pasando aquí? — preguntó la madre, su voz llena de alarma.El oficial explicó brevemente la situación, y la madre de Emily intentó intervenir, pero fue detenida por otro oficial.Margaret, todavía temblando por el ataque de Emily, se volvió hacia la mujer que había creído su madre durante toda su vida. El odio en sus ojos era evidente, y la intensidad de su mirada la hizo retroceder u
Margaret decidió que necesitaba un respiro. Los últimos días habían sido una montaña rusa emocional, y quería un momento de paz para ella y su hijo. Así que una mañana, después de preparar todo lo necesario, decidió llevar a su hijo al parque. Le envió un mensaje a Emiliano para avisarle dónde estaría, y solo recibió un "ok" como respuesta.Al llegar al parque, Margaret encontró un banco bajo la sombra de un árbol y se sentó, observando a su hijo jugar alegremente en la arena, o algo así, ya que seguía siendo un niño que estaba aprendiendo a gatear. El sonido de los niños riendo y el canto de los pájaros la ayudaron a relajarse un poco. Por un momento, se permitió disfrutar del lugar, dejando que la tranquilidad del entorno la envolviera.De repente, un hombre se acercó a ella. Margaret lo reconoció de inmediato: era Pablo, el hermano adoptado de Valeria, aunque ciertamente no lo creía.— Es un milagro volver a verte, Margaret, después de tanto tiempo — dijo Pablo cortésmente.En reali
Esa tarde, Emiliano, Margaret y su hijo decidieron salir a disfrutar de una comida en uno de los restaurantes más populares de la ciudad. Querían pasar un rato agradable en familia, lejos de las tensiones y problemas que habían estado enfrentando últimamente. Más bien, creo que Emiliano sin saber cómo, solo deseaba que Margaret se distrajera de todo el ajetreo que conllevaba su vida ahora como heredera.El restaurante estaba lleno, pero lograron conseguir una mesa en una esquina acogedora, cerca de las ventanas que daban a la calle. El ambiente era cálido y acogedor, con una suave música de fondo que ayudaba a crear una atmósfera relajada.Normalmente, Emiliano iría a un restaurante mucho más íntimo y elegante, pero sabía que aquello incomodaría a Margaret. No entendía por qué deseaba su comodidad.Un mozo joven y amable se acercó a su mesa, listo para tomar la orden. Sin poder evitarlo, sus ojos se dirigieron a Margaret, admirando su belleza. Ella notó la mirada del mozo y, tímidamen
Sin embargo, esa paz se vio interrumpida cuando la puerta del restaurante se abrió de golpe y Valeria entró, su rostro una máscara de furia contenida. Se dirigió directamente a la mesa de Emiliano y Margaret, ignorando las miradas curiosas.Sin previo aviso, se dirigió directamente hacia Margaret y, sin pensarlo dos veces, la agarró del cabello, tirando de ella con una fuerza inesperada.— ¡Valeria! — gritó Margaret, sorprendida y dolorida.Emiliano, al ver la escena, se levantó de inmediato, tirando su silla en el proceso y apartando bruscamente a Valeria de Margaret. Su expresión era de pura furia, y sus ojos parecían destellar con una amenaza silenciosa.— ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! — exclamó Emiliano, su voz resonando en el restaurante.Valeria, sin importarle la reacción de Emiliano, levantó la mano y le dio una bofetada en la cara con toda la fuerza que pudo reunir.— ¿Por esta puta me cambias? — gritó, su voz llena de amargura y despecho.Emiliano, con la mejilla
Un día, mientras Emiliano estaba en casa disfrutando de una tarde tranquila, recibió una llamada de su abogado. Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina para tomar la llamada en privado.— ¿Sí, abogado? — respondió Emiliano, su voz seria.— De Lucca, tengo buenas noticias. Hemos conseguido la orden de restricción contra Valeria. A partir de ahora, legalmente no pueden acercarse a ti, a la señorita Torres ni a tu hijo. Si lo hacen, podrán ser arrestados — dijo el abogado, su voz firme y profesional —. Además, ya hay fecha de audiencia para que la señorita Torres reconozca a su hijo.Emiliano sintió una oleada de alivio recorrer su cuerpo. Aunque sabía que la situación no se resolvería de inmediato, esto era un paso importante hacia la seguridad de su familia.— Gracias, Russel. Esto significa mucho para nosotros. ¿Hay algo más que debamos hacer? — preguntó Emiliano.— Solo asegúrate de mantener un registro de cualquier intento de contacto por parte de Valeria. Informaremos a las au
Una tarde soleada, Emiliano y Margaret se encontraban en la sala de su hogar, disfrutando de un momento tranquilo mientras organizaban los detalles de su próxima boda. Emiliano, con una seriedad muy común en él, miró a la mujer con la que contraría matrimonio.— Margaret, creo que es hora de que vayas a ver tu vestido de novia. Quiero que luzcas espectacular en nuestro gran día.Margaret sonrió y, con un brillo travieso en sus ojos.— Tengo un vestido blanco que puedo usar para el civil. Creo que será suficiente — Ella no deseaba abusar de su confianza, además, podría pagarse su propio vestido, ahora que tenía dinero suficiente.Emiliano la miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar. Se levantó del sofá y, con un tono teatral.— ¿Sabes quién soy? Soy el gran magnate, el más joven y el más rico, y planeas casarte conmigo con un vestido cualquiera... ¡Vaya ofensa hacia mí, futura esposa!Margaret lo miró sorprendida por un momento y luego comenzó a reír. Su
Pero Emily no parecía dispuesta a detenerse. Se volvió hacia su madre, con una mirada desafiante.— ¿Salvar la empresa? ¿Para qué? ¿Para qué Margaret vuelva a ser la heroína y la favorita de todos? — espetó Emily, con una amargura palpable.Margaret trató de mantener la calma, pero las palabras de Emily la habían herido profundamente. Sabía que su relación con Emily siempre había sido complicada, pero no había imaginado que el odio de su hermana llegara a tal extremo.— Emily, sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero esto va más allá de todo lo que imaginé. ¿Por qué me odias tanto? — preguntó Margaret, tratando de entender el origen de tanto rencor —. Sé que no soy tu hermana de sangre, pero hubo un tiempo que crecimos juntos. Nunca hice nada para que me odies tanto.Emily la miró con desprecio, y comenzó a revelar la verdad detrás de su odio.— Desde que éramos pequeñas, siempre fuiste la favorita. Papá te adoraba, y yo siempre fui la sombra. Intenté imitarte, intenté ser como
Emiliano estaba en su oficina, revisando unos documentos importantes, cuando su teléfono sonó con una urgencia que no solía caracterizar a sus llamadas habituales. Al contestar, la voz temblorosa de Luis al otro lado de la línea hizo que el corazón de Emiliano diera un vuelco.— Señor De Lucca, hemos tenido un accidente. Margaret está herida — dijo Luis, con la voz quebrada.Sin pensarlo dos veces, Emiliano dejó caer los papeles y salió disparado de su oficina, dejando atrás una estela de caos. El miedo que sentía era algo completamente nuevo para él; siempre había sido un hombre fuerte y decidido, pero en ese momento, la posibilidad de perder a Margaret lo hacía vulnerable y completamente loco.La carretera hacia el hospital parecía interminable. Cada semáforo en rojo y cada coche que se interponía en su camino aumentaban su desesperación. Cuando finalmente llegó, vio una ambulancia que acababa de llegar y a Luis siendo trasladado en una camilla.— ¡Luis! — gritó Emiliano, corriendo