60. PILLADA IN FRAGANTI

TRINITY

No sabía cómo caminar sin llamar la atención, ni cómo acomodar las piernas; estaba incómoda, excitada y muy, muy necesitada.

Me estaba arrepintiendo amargamente de la condición que acepté para salvar mi culito esta mañana.

Se lo hubiese dado y ya, punto.

Un dolor rápido y luego hasta me gustaría, si había lubricante suficiente para que un elefante se lo metiera a una hormiga.

Pero noooo, tuve que irme como siempre por el lado más difícil.

—Srta. Miller, camine un poco más deprisa, no se quede atrás, venga a mi lado —me llamó con voz fría.

Estaba en modo cavernícola, y supongo que era por las miradas disimuladas que los operarios del embarcadero me daban.

A pesar del cosquilleo entre mis piernas, apresuré el paso y caminé a su lado.

Sentí su enorme cuerpo acercarse más, su brazo rozaba con el mío al caminar.

—Lo... lo lamento, Sr. Langford, es que trajo esta vez una secretaria muy encantadora … — el hombre de espejuelitos a su otro lado trató de arreglar este desastre.

—¿L
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