MÓNICA —Nena, siéntate un momento, vas a hacer un camino en la baldosa —Henry intentó tomarme del brazo, pero seguí en mi caminata. Mis ojos miraban obsesivamente hacia la puerta blanca del laboratorio, tenía destrozado el labio inferior de tanto pellizcármelo entre los dientes. Los segundos parecían convertirse en horas, como estos días donde hemos tenido que cuidar de Trinity. Tengo miedo, verla consumiéndose tan rápido como una vela que se apaga ha sido devastador, y eso que soy personal de salud y he presenciado tantas calamidades. Solo que no es lo mismo cuando le toca a un ser querido. El resoplido de Henry desde el banco del pasillo me dice que se ha cansado de insistirme. —¿Por qué están demorando tanto? —murmuro frotándome las manos, siento el aire acondicionado demasiado bajo. De repente, unos brazos cálidos me rodean desde atrás y pegan mi espalda a un pecho fuerte. —Mónica, tranquilízate, estás a punto del desmayo. No quiero ser severo contigo, sé que te preocupas
HENRY—Me alegra mucho que hayan asistido a esta reunión extraordinaria, sobre todo los Ancianos que estaban en otras partes del mundo —mi abuelo comenzó la sesión.Se levantó de su asiento majestuoso. Parecía el trono de un rey sobre el alto escenario.Alrededor, formando un semicírculo, asientos escalonados como un coliseo, llenos de hombres poderosos con rostros severos. El ambiente aquí era asfixiante, me alegraba que mi padre se hubiese quedado cuidando a mi madre adoptiva.Mientras mi abuelo saludaba a todos, el estúpido protocolo que me tendría que comer, me paraba al lado de su asiento, como su secretario, y mis ojos vigilaban al hombre bajo las anchas escaleras del escenario. Ahí, sobre el suelo pulido de arabescos, estaba apresado Oliver. Con la cabeza baja, colgándole sin fuerzas. Las manos atadas a la espalda, era un amasijo de cardenales, de heridas por todos lados. Mi abuelo no le había tenido nada de piedad.A pesar de la rápida cicatrización por el poder de su lobo,
HENRYParecía que el Anciano se estaba vengando de Oliver por haber fallado después de que apostó por él. Sabía que ya estaba en la mirilla de mi abuelo. —Quién esté a favor de realizar el castigo de nuestros ancestros, Der Blutbann, que levante la mano —inició la votación levantando él mismo la mano. Más atrás lo hice yo, y así, poco a poco, cada uno votó por castigar a Oliver. —Aprobado, lo ejecutarán los Ancianos… —comenzó a decir nombres y se notaba el nerviosismo en sus rostros. Cada uno de los que ejecutaría el castigo, eran los próximos en la lista a ser eliminados en silencio por los planes de mi abuelo.Solo los marcaba como ovejas para el sacrificio, frente a los demás. —No, no, puñado de traidores, ¡TRAIDORES!… —Oliver de repente revivió, parecía que estaba fingiendo un poco. Se giró gritándoles maldiciones y delatando muchas cosas en un ataque de rabia. Se armó el pandemónium en un dos por tres. —¡Puedo señalártelos a todos, Loran! ¡Si me dejas vivir puedo decirte
NATHAN—Despierta, mi amor, despierta, por favor, te lo ruego, te lo ruego, Trinity, no puedo vivir sin ti, nena, no puedo, ni siquiera por los niños, no puedo… —sentía cada palabra que pronunciaba en lo más profundo de mi alma. Blaze la llamaba desesperado, pero ella no parecía escucharnos. No reaccionaba, gemidos lastimosos salían de sus labios y su cuerpo se retorcía de nuevo sobre la cama. —¡Como le hagan daño, nunca los perdonaré, nunca! —le rugí a su vientre.Ya estaba loco, no sabía qué hacer. ¡¿Por qué no estaba funcionando la maldit4 droga?! ¡¿POR QUÉ?! “¡Si al menos llevara mi marca permanente, podría buscarla en su mente! No importa que no tuviese loba, nuestra conexión sería más fuerte.” Blaze rugía angustiado, la miraba a través de mis ojos, como nuestra mujer se desvanecía entre mis manos sin que pudiésemos hacer nada. Nunca me había sentido tan impotente. “¡Aliméntala más, Nathan, aunque nos desangremos! ¡DALE MÁS SANGRE, NO PUEDE MORIR, NO PUEDE MORIR MI HEMBRA
NATHAN—No, no, estoy bien. Necesito marcarla, debo marcarla ahora y que Blaze la busque… —insistía, haciendo por caminar hacia el interior del cuarto. —¡Blaze está débil! ¿Acaso quieres morir con ella? —¡SÍ QUIERO! —me giré para rugirle, tomándolo de las solapas.Era tanta mi desesperación, los ojos enrojecidos, mi mente caótica, mi lobo aguantando con los dientes cerrados el dolor excruciante del rechazo, pero aun así estaba de acuerdo con mi decisión.—Si fuese July, ¿qué harías? Dime, ¿la dejarías morir? ¡¿La dejarías dar el último aliento en tus brazos?! —mis manos comenzaron a temblar sobre su camisa, mi vista borrosa. —No, no la dejaría morir, aunque me costara la vida a mí. Entonces ve y haz lo que tengas que hacer, amigo. Todo va a salir bien, Nathan —me apretó el hombro y me sostuvo para ayudarme a entrar. No era posible que descansara ni un segundo; ella podía abandonarme en ese tiempo. Llegué a la cama y me acosté a su lado, abrazándola contra mi cuerpo, queriéndola m
NARRADORARiver era la lupina y él la culpó tantas veces, por lo que pasó con Trinity. Ella solo actuó por instinto, pensando que así se protegía y a sus hermanos. —Sí, bebita —acarició el sedoso cabello castaño claro con iluminaciones naturales, al igual que Fiona. Besó su frentecita, empujando esos sentimientos de culpa. Todo había salido bien al final.La Diosa reconoció su unión y marcó de manera permanente a su mujer. Blaze cruzó la bruma de su mente llena de miedos para regresarla a casa, al refugio de sus brazos.Trinity tenía razón, el pasado ya había quedado atrás, no podía castigarse para siempre.—¡Pero miren…! —les dijo, intentando recuperar la alegría del momento—, ¡yo creo que el otro enemigo se está recuperando! ¡Declan, hijo, ayuda a tu hermana! El pobre William, que estaba “resucitando” de los muertos, volvió a quedar más mojado que el gato bajo la lluvia.—¡Alfa! —le rugió a Nathan, que se reía a carcajadas con los cachorros y hasta July se burlaba de su compañer
NARRADORALograron crear ambientes controlados para cultivar las algas, la producción era poca pero efectiva.Las toxinas similares a la magia de Fiona ahora se sintetizaban en los laboratorios Langford bajo top secret. Sus beneficios incontables, no solo para los hombres lobo, sino también para los humanos. El dinero le llovía a los Langford, su manada respaldada por el Anciano Mayor del Concilio.Quien se atreviera a querer robar sus tesoros sería perseguido brutalmente. Obvio que Loran no le daba completa protección solo por buena persona o agradecimiento. Su familia, como socios que eran, se llevaban buena parte de las tajadas. Y hablando de la familia del Concilio. —¡Triny! —Mónica la llamó y la pelirroja se giró feliz a recibir a sus amigos. Abrazos y besos a la enfermera y su mate fortachón. —¿Y eso que vinieron a estas horas? —Trinity estaba extrañada. —Es que… bueno mujer, ¿no te puedo visitar ahora cuando me salga de la rabadilla? —Moonicaa —Trinity la miró
WILLIAM Estacioné el auto en la cochera, escuchando el zumbido de la puerta descendiendo. Me bajé y tomé las bolsas de compras, todo para la bebé. July cada vez se ponía más y más nerviosa con el parto casi encima de nosotros. Yo también estaba ansioso, lo confieso. Como padres primerizos, cualquier mínimo problema lo llevábamos a los extremos. —Nena, ya estoy de regreso —la llamé, poniendo las bolsas sobre la encimera—. ¿July? Al no escuchar su respuesta, me adentré en la casa. Repentinamente, a través de nuestro vínculo, un dolor intenso me atravesó y el olor a sangre fresca inundó mi sensible olfato. “¡Nuestra hembra tiene dolor, está en peligro!” mi lobo rugió en mi mente mientras me abalanzaba corriendo y siguiendo su rastro hasta el segundo piso. —¡July! —entré en nuestra recámara, sus gemidos bajos se escuchaban desde el baño y hacia allí corrí. —Wi…liam… mmm… me duele… —Nena, calma, calma. Ay, Diosa… —sentía mi voz temblar al verla metida en la bañera, su rostro d