AVASin embargo, a medida que recobraba mi consciencia, se acercaban a mi oído.Mis ojos enfocaron el rostro en pánico del secretario frente a mí. Parecía que estaba acostada en el asiento trasero del coche.El olor a vómito y a sudor, emanaban por encima del aroma de mi costoso perfume.Recordé lo que había sucedido: el lobo de Ethan había muerto y posiblemente él también.—¿Dónde estamos? —me incorporé de golpe, llevándome la mano a la cabeza por el mareo que me asaltó.Un agujero en mi pecho, todos mis instintos menguados, me sentía a morir.Apenas me podía mover, y mi loba, mi loba encerrada en su caparazón de dolor.—Estamos en la acera frente al hotelito. Se desmayó de repente después de gritar como una demente. No podía despertarla, ya ha pasado mucho tiempo, pensaba llevarla a un hospital…Me responde, y mis ojos se fijan en el viejo edificio de los suburbios.Se ve un poco decadente, pero nada de eso me importa.Tengo que comprobarlo.—Llévame a ese hotel, vamos —lo apremio a
AVANi siquiera di medio paso.Me sujetaron como unas bestias de los brazos, haciéndome arrodillarme.Mi garganta se destrozó maldiciéndolos a todos. Aun así, las frías esposas se cerraron sobre mis muñecas como una criminal.—¿Ves, Sra. Scott? Así es como se maneja de verdad una acusación falsa. Y dentro de ese cuarto cerrado hay una mujer pelirroja que va a declarar ser la amante de su marido. Los sorprendiste follando y lo picaste en trocitos como la tóxica celosa que eres.Miré hacia arriba para ver su rostro vicioso.—Tu secretario fue hasta testigo. No importan las lagunas que haya o la falta de pruebas, serás sentenciada a años de prisión. No es divertido cuando alguien juega así con tu vida y tu libertad, ¿cierto?Su mirada inhumana, tan asesina, esa energía aplastante de Alfa… ahora, con mi loba tan debilitada, me golpeaba peor.—Mi tío te acabará. No va a permitirte que me hagas esto, ¡idiota! Saldré en menos de 24 horas —me levanté de mi posición a pesar de las restriccione
NATHAN—Ya sabes qué hacer, quiero que la torturen tanto en la prisión que ella misma se ponga la soga al cuello —ordené entre dientes—. Te doy una semana.Me encontraba sentado en el asiento trasero del Mercedes.Colgando el móvil, di un suspiro de alivio.Toda esta locura se había terminado al fin.Esos malnacidos pagaron por lo que le hicieron pasar a mi Trinity.“Extraño a mi hembra, quiero olerla” , Blaze daba vueltas ansioso en mi mente.Estaba un poco irritado, creo que se acercaba su celo.“La llamaré”, le dije volviendo a tomar el celular, mientras la ciudad de noche pasaba por la ventanilla.La vida de los clubes y bares bullía aún en cada esquina.Antes de marcar, me llegó un mensaje.«Amor, ¿cómo van las cosas?»Sonreí recostándome bien al respaldo y desabrochándome un poco la corbata.Solo unas letras y esta hembra ya podía subirme el ánimo.“Necesito subir también otra cosa y muy pronto”, mi lobo gruñó bajo, excitado de solo pensar en ese sitio entre las piernas de nuest
NATHANLas pupilas de mi lobo se cerraban sobre el depilado monte de Venus y el inicio de esa rajita rosada que se perdía entre sus muslos.No llevaba bragas, solo ese juego sexy de lencería con ligas y encajes.A duras penas pude dejar de mirarle el coño para subir por su suave vientre, lleno de masitas ricas para mordisquear.Su cintura estrecha y más arriba una pieza que imitaba a un sostén, y digo imitaba porque para el caso, mejor ni llevarlo.Las copas transparentes de encaje rojo me dejaban ver los duros pezones y la fruncida aureola.—Ven, Trinity. Te juro que me puedo venir solo mirándote —confesé con voz lobuna, mis orbes fundiéndose con esos ojos verdes, hechiceros y hermosos.Me devolvía la mirada con confianza, segura de sí misma, sabía muy bien cómo me ponía y que me tenía en sus manos.No me respondió, solo tomó una botella de vino espumoso de la cubitera y se acercó, internándose entre mis piernas abiertas.Observé de cerca cómo se abrió para montarse encima de mí.Sus
NATHANLa beso en los párpados, olvidándome de eso. Tampoco es que sea imprescindible.—No, yo quiero, solo… solo… eres un salvaje por todos lados… —me dice, y solo puedo reírme con orgullo.—¿Ahora quieres a un minipichi?—No, graciosillo, solo… quiero dártelo todo Nathan. Eso, nunca lo he experimentado con nadie, deseo hacerlo contigo, pero duele, rayos, ¡ese hueco se hizo para sacar, no para meter! —bufa, y le beso la punta de la nariz con gotas de sudor como perlas.—Ven, vamos a intentar algo más y, si no funciona, pues otro día será —le digo de repente, haciéndola levantarse.—Ve hacia el otro sofá y ponte en cuatro. Apoya las manos sobre el respaldar, las nalgas abiertas hacia mí —le ordeno dominante, tomando el control, y la devoro mientras camina prácticamente desnuda, en los altos tacones, siguiendo mis indicaciones.Pronto la tengo mirando hacia la enorme pared de cristal, su cuerpo recargado en el respaldar, las rodillas sobre el borde del sofá y ese culote mirándome.Me a
NATHANNo sé ni cómo pude interrumpir mis embestidas; ya me veía llenando ese apretado agujero.Salí de golpe y me enterré en su coño; ni muerto pensaba venirme afuera.—Aaaahhh… ¡Nathan, espera! —gimió ante la invasión repentina.Volví a acostarme sobre ella, estaba ido, ahora sí, en modo bestiality.Me aferré a su cintura y la penetré rudo, montándola duro, vigoroso, profundo, el nudo formándose en la base, deseaba tanto marcarla.¡Mierd4, mierd4, mierd4!El olor de su nuca, su cabello apartado a un lado, las sensaciones sobre mi miembro, su vagina convulsionando a mi alrededor, fragmentándome en miles de pedazos con un gruñido desgarrador.Mis garras se aferraron a su piel y, con el último resquicio de claridad, mis caninos se enterraron en su hombro, saboreando el dulzor de su sangre.Mi esencia inundó su sexo, espesa, potente, buscando preñarla con mis cachorros.Mi Alfa rugiéndole a la luna, enamorado de su hembra, apareándose y anudando dentro de ella, a través de mis sentidos.
NATHANUn timbre insistente me hace salir de mi placentero sueño, abrazado al suavecito cuerpo de mi hembra.Saco el brazo debajo de su cabeza lentamente para no despertarla y me giro a tomar el ruidoso aparato.Miro la pantalla que se ilumina y me incorporo sentándome.Es del Alfa Connor, y el hecho de que me esté llamando debe ser por alguna emergencia.—Alfa Morgan, buenas noches —lo saludo en voz baja, apartando la cobija y levantándome con cuidado para salir a la terraza.—Disculpe la hora, Sr. Langford, pero mi hijo tuvo un problema. Está en su ciudad por negocios y yo me quedé en la manada. Estoy algo perdido en esa zona, con los hospitales y demás —va directo al grano, como siempre.Me conviene mucho estar en buenos términos con este Alfa, además de que su hijo me cayó muy bien y le debo una.Me explica brevemente que tuvo un enfrentamiento con varios lobos y quedó herido.Los hombres lobo no podemos ir a cualquier hospital, así como así.—Que vaya a un hospital que patrocino.
MÓNICA—Por favor, muéstreme su brazo para tomarle una muestra de sangre y ponerle el suero —me inclino un poco sobre él, concentrándome en mi trabajo.Extiende el brazo tosco y fuerte.Le paso la liga, que casi no le da vuelta a esos bíceps.Siento un olor a deliciosa colonia cosquilleando en mi nariz, sutil, pero ahí está. Deben ser sus feromonas.Aunque apenas tengo el olfato que verdaderamente tendría si contara aún con mi loba.—Apriete el puño y ábralo —le pido, y obvio el hecho de que todo este tiempo ha estado mirándome como un pervertido, fijo, casi sin parpadear.¿Qué le pasa a este lobo? ¿Se golpeó en la cabeza y quedó tonto?Me inclino un poco más, concentrada en sacar la muestra.Cuando me vengo a dar cuenta, siento los cabellos de mi coronilla moviéndose por la profunda respiración.Está oliéndome.Y el aroma a colonia masculina se hace más y más intenso. Incluso yo, una Omega defectuosa, puedo sentirlo.Es deliciosa y fresca… excitante… peligrosa y caliente…Un gruñido