NARRADORA—Señor, es demasiado alta la suma. Primero debe llenar unos formularios para la declaración de impuestos y el encargado le preguntará para hacerle la transferencia a su cuenta o entregar el efectivo —le explicó.—Si no quieres el dinero, puedo cobrarlo a tu nombre y tomar parte para la manada que te ha acogido todos estos años a cambio de nada. Los parásitos intestinales hacen más que tú —el tío más vivo e inteligente enseguida le dijo con sarcasmo.Las murmuraciones de risas no se tardaron en escucharse alrededor del asiento donde tomaba con otros ejecutivos.—Gracias, Alfa, pero yo me puedo hacer cargo de mis propios asuntos —Ethan le dijo entre dientes, con el odio profundo que había acumulado todos estos años, y siguió al fin al empleado.Salieron del salón privado a través de un pasillo. En las otras salas se escuchaba la música y también la algarabía de otros clientes.Bajaron por unas escaleras algo estrechas a un piso inferior, parecía subterráneo. Las alarmas de E
NARRADORALos ojos de Ava contemplaban la pelea en el ring, donde su mate era golpeado salvajemente por ese bruto del Alfa. Nunca pensó que un hombre que se veía tan sofisticado como el Sr. Langford peleara como un lobo rabioso y sanguinario.Ethan ahora yacía en el suelo, el rostro deformado y Nathan sobre él, dejándose la piel de los nudillos, de tantos puñetazos que le propinaba en la cara. No feliz, se levantó y comenzó a patearlo en las costillas y por todos lados que le atinara. Ethan parecía un saco sanguinolento y moribundo en el suelo.—¡Dile que se detenga, va a morir! ¡ETHAN VA A MORIR, DESGRACIADA! — Ava se giró abalanzándose sobre esa humana hija de puta que veía la pelea tranquilamente.Tuvo hasta el descaro de sacar unos frutos secos, como si el entretenimiento de presenciar el asesinato de un hombre fuese tan placentero. Antes siquiera que las garras afiladas de la loba de Ava llegaran cerca de Trinity, las dos lobas guardianas la sujetaron por los brazos con fuerz
NARRADORASalió del palco privado de espectadores, escuchando los alaridos de perra loca y los insultos de Ava en el interior hasta que se transformaron en sonidos sordos de golpes y exclamaciones de dolor. Al menos ella tuvo la consideración de buscar a dos mujeres y no hombres, para que le dieran un escarmiento. Una sonrisa escalofriante apareció en la boca de Trinity.Este, todavía no es el final. Demasiado sencillo para ella. Pero Ethan… Ethan tenía que morir hoy.*****Ethan perdió el conocimiento, casi al borde de la muerte. Blaze lo dejó vivir, no sabía ni cómo. Cuando abrió de nuevo los ojos en una rendija dolorosa de la inflamación, solo percibía una luz amarilla como de un foco sobre él. Tenía frío, temblaba, parecía que una brisa helada soplaba en su cuerpo… ¿desnudo?Sus sentidos comenzaban a despertarse de golpe. “Ethan… estamos amarrados, nos trajeron a una especie de almacén, no sé, y hay… hay algo pegado a tu cuerpo, siento pequeños animales rastreros dentro
AVALas sirenas resonaban en mis oídos, sonidos lejanos de personas hablando, el taconeo de los zapatos sobre el pavimento.Abrí mis ojos en una rendija, adolorida, como si me hubiesen apaleado todo el cuerpo… no, más bien, eso mismo fue lo que me hicieron, lo recuerdo ahora.Gimiendo de dolor me incorporé, el olor a putrefacción, a moho, descomposición y decadencia asaltó mi sensible nariz.Me habían arrojado a un callejón de la ciudad, desmayada después de pelear como una loba rabiosa contra esas perras entrenadas.Pensé que moriría, sin embargo, me dejaron viva.—El peor error que pudiste cometer en tu vida, Trinity Miller —mascullé entre dientes levantándome, a pesar de las protestas de cada músculo y articulación.Rebusqué entre mis ropas y encontré el celular.—Prende por favor, por favor, ¡sí! Ummm —intenté sonreír y terminé casi llorando, por las heridas en el labio.—¡Oye, ven a buscarme enseguida, activaré el GPS del teléfono, no sé dónde estoy, no… no! ¡¡Me importa una mier
AVASin embargo, a medida que recobraba mi consciencia, se acercaban a mi oído.Mis ojos enfocaron el rostro en pánico del secretario frente a mí. Parecía que estaba acostada en el asiento trasero del coche.El olor a vómito y a sudor, emanaban por encima del aroma de mi costoso perfume.Recordé lo que había sucedido: el lobo de Ethan había muerto y posiblemente él también.—¿Dónde estamos? —me incorporé de golpe, llevándome la mano a la cabeza por el mareo que me asaltó.Un agujero en mi pecho, todos mis instintos menguados, me sentía a morir.Apenas me podía mover, y mi loba, mi loba encerrada en su caparazón de dolor.—Estamos en la acera frente al hotelito. Se desmayó de repente después de gritar como una demente. No podía despertarla, ya ha pasado mucho tiempo, pensaba llevarla a un hospital…Me responde, y mis ojos se fijan en el viejo edificio de los suburbios.Se ve un poco decadente, pero nada de eso me importa.Tengo que comprobarlo.—Llévame a ese hotel, vamos —lo apremio a
AVANi siquiera di medio paso.Me sujetaron como unas bestias de los brazos, haciéndome arrodillarme.Mi garganta se destrozó maldiciéndolos a todos. Aun así, las frías esposas se cerraron sobre mis muñecas como una criminal.—¿Ves, Sra. Scott? Así es como se maneja de verdad una acusación falsa. Y dentro de ese cuarto cerrado hay una mujer pelirroja que va a declarar ser la amante de su marido. Los sorprendiste follando y lo picaste en trocitos como la tóxica celosa que eres.Miré hacia arriba para ver su rostro vicioso.—Tu secretario fue hasta testigo. No importan las lagunas que haya o la falta de pruebas, serás sentenciada a años de prisión. No es divertido cuando alguien juega así con tu vida y tu libertad, ¿cierto?Su mirada inhumana, tan asesina, esa energía aplastante de Alfa… ahora, con mi loba tan debilitada, me golpeaba peor.—Mi tío te acabará. No va a permitirte que me hagas esto, ¡idiota! Saldré en menos de 24 horas —me levanté de mi posición a pesar de las restriccione
NATHAN—Ya sabes qué hacer, quiero que la torturen tanto en la prisión que ella misma se ponga la soga al cuello —ordené entre dientes—. Te doy una semana.Me encontraba sentado en el asiento trasero del Mercedes.Colgando el móvil, di un suspiro de alivio.Toda esta locura se había terminado al fin.Esos malnacidos pagaron por lo que le hicieron pasar a mi Trinity.“Extraño a mi hembra, quiero olerla” , Blaze daba vueltas ansioso en mi mente.Estaba un poco irritado, creo que se acercaba su celo.“La llamaré”, le dije volviendo a tomar el celular, mientras la ciudad de noche pasaba por la ventanilla.La vida de los clubes y bares bullía aún en cada esquina.Antes de marcar, me llegó un mensaje.«Amor, ¿cómo van las cosas?»Sonreí recostándome bien al respaldo y desabrochándome un poco la corbata.Solo unas letras y esta hembra ya podía subirme el ánimo.“Necesito subir también otra cosa y muy pronto”, mi lobo gruñó bajo, excitado de solo pensar en ese sitio entre las piernas de nuest
NATHANLas pupilas de mi lobo se cerraban sobre el depilado monte de Venus y el inicio de esa rajita rosada que se perdía entre sus muslos.No llevaba bragas, solo ese juego sexy de lencería con ligas y encajes.A duras penas pude dejar de mirarle el coño para subir por su suave vientre, lleno de masitas ricas para mordisquear.Su cintura estrecha y más arriba una pieza que imitaba a un sostén, y digo imitaba porque para el caso, mejor ni llevarlo.Las copas transparentes de encaje rojo me dejaban ver los duros pezones y la fruncida aureola.—Ven, Trinity. Te juro que me puedo venir solo mirándote —confesé con voz lobuna, mis orbes fundiéndose con esos ojos verdes, hechiceros y hermosos.Me devolvía la mirada con confianza, segura de sí misma, sabía muy bien cómo me ponía y que me tenía en sus manos.No me respondió, solo tomó una botella de vino espumoso de la cubitera y se acercó, internándose entre mis piernas abiertas.Observé de cerca cómo se abrió para montarse encima de mí.Sus