NARRADORALeo estaba harto de este trabajo.No bastaba con ser el secretario de la prepotente de Ava, sino que, de nuevo, le había tocado ser la niñera del idiota de su marido.Tuvo que salir casi vestido en pijama cuando Ethan lo llamó, gritándole desde un bar para que lo fuese a recoger, como si fuese un Uber.—¡Maldit4 sea! —dio un fuerte golpe en el timón de su Kia con enojo.No se pagaba lo suficiente para esta explotación.Al menos ya iba de regreso a su departamento después de dejar a ese mantenido en su casa.Leo recordó las palabras de borracho de Ethan.Balbuceaba algo de que la hija de una tal Trinity era una “Lupina”; así se les llamaba a esas criaturas extrañas y violentas que todos temían, esa anomalía en los hombres lobos.¿Sería verdad o solo desvaríos de un borracho? ¿Trinity no era la Sra. Langford?Leo se detuvo en el semáforo, pensativo.Ideas locas y desesperadas se formaban en su mente.Si tuviese un dinero de fondo se iría de esa empresa sin mirar atrás; estaba
NARRADORA—¿De verdad vas a mantener esta farsa hasta el final? —Ava le dijo en voz baja a Trinity.No le gustaba para nada ir con esta mujer a ningún sitio, pero su tío insistió e insistió, casi al punto de estarla vigilando.— No sé de qué farsa me hablas, ¿acaso no fuiste tú misma la que te ofreciste a llevarme de compras? - la pelirroja le respondió sin darle importancia. Caminaban hacia los coches, en el estacionamiento subterráneo de la empresa.—Iré en mi auto —Ava agregó rechinando los dientes y dispuesta a no seguirle el jueguito a esa idiota equivocada.No se montaría con Trinity, y eso no era negociable. Se sentía más segura en su coche y además podría escapar si pasaba cualquier cosa. La llevaría solo a sitios concurridos. Esas fueron las medidas que tomó Ava para protegerse. Trinity solo miró a su espalda con una sonrisa irónica, mientras la mujer se adelantaba en el parking subterráneo.—Vámonos —Trinity le pidió al chofer que manejaba su auto, caminando hasta la pa
NARRADORA—Señor, es demasiado alta la suma. Primero debe llenar unos formularios para la declaración de impuestos y el encargado le preguntará para hacerle la transferencia a su cuenta o entregar el efectivo —le explicó.—Si no quieres el dinero, puedo cobrarlo a tu nombre y tomar parte para la manada que te ha acogido todos estos años a cambio de nada. Los parásitos intestinales hacen más que tú —el tío más vivo e inteligente enseguida le dijo con sarcasmo.Las murmuraciones de risas no se tardaron en escucharse alrededor del asiento donde tomaba con otros ejecutivos.—Gracias, Alfa, pero yo me puedo hacer cargo de mis propios asuntos —Ethan le dijo entre dientes, con el odio profundo que había acumulado todos estos años, y siguió al fin al empleado.Salieron del salón privado a través de un pasillo. En las otras salas se escuchaba la música y también la algarabía de otros clientes.Bajaron por unas escaleras algo estrechas a un piso inferior, parecía subterráneo. Las alarmas de E
NARRADORALos ojos de Ava contemplaban la pelea en el ring, donde su mate era golpeado salvajemente por ese bruto del Alfa. Nunca pensó que un hombre que se veía tan sofisticado como el Sr. Langford peleara como un lobo rabioso y sanguinario.Ethan ahora yacía en el suelo, el rostro deformado y Nathan sobre él, dejándose la piel de los nudillos, de tantos puñetazos que le propinaba en la cara. No feliz, se levantó y comenzó a patearlo en las costillas y por todos lados que le atinara. Ethan parecía un saco sanguinolento y moribundo en el suelo.—¡Dile que se detenga, va a morir! ¡ETHAN VA A MORIR, DESGRACIADA! — Ava se giró abalanzándose sobre esa humana hija de puta que veía la pelea tranquilamente.Tuvo hasta el descaro de sacar unos frutos secos, como si el entretenimiento de presenciar el asesinato de un hombre fuese tan placentero. Antes siquiera que las garras afiladas de la loba de Ava llegaran cerca de Trinity, las dos lobas guardianas la sujetaron por los brazos con fuerz
NARRADORASalió del palco privado de espectadores, escuchando los alaridos de perra loca y los insultos de Ava en el interior hasta que se transformaron en sonidos sordos de golpes y exclamaciones de dolor. Al menos ella tuvo la consideración de buscar a dos mujeres y no hombres, para que le dieran un escarmiento. Una sonrisa escalofriante apareció en la boca de Trinity.Este, todavía no es el final. Demasiado sencillo para ella. Pero Ethan… Ethan tenía que morir hoy.*****Ethan perdió el conocimiento, casi al borde de la muerte. Blaze lo dejó vivir, no sabía ni cómo. Cuando abrió de nuevo los ojos en una rendija dolorosa de la inflamación, solo percibía una luz amarilla como de un foco sobre él. Tenía frío, temblaba, parecía que una brisa helada soplaba en su cuerpo… ¿desnudo?Sus sentidos comenzaban a despertarse de golpe. “Ethan… estamos amarrados, nos trajeron a una especie de almacén, no sé, y hay… hay algo pegado a tu cuerpo, siento pequeños animales rastreros dentro
AVALas sirenas resonaban en mis oídos, sonidos lejanos de personas hablando, el taconeo de los zapatos sobre el pavimento.Abrí mis ojos en una rendija, adolorida, como si me hubiesen apaleado todo el cuerpo… no, más bien, eso mismo fue lo que me hicieron, lo recuerdo ahora.Gimiendo de dolor me incorporé, el olor a putrefacción, a moho, descomposición y decadencia asaltó mi sensible nariz.Me habían arrojado a un callejón de la ciudad, desmayada después de pelear como una loba rabiosa contra esas perras entrenadas.Pensé que moriría, sin embargo, me dejaron viva.—El peor error que pudiste cometer en tu vida, Trinity Miller —mascullé entre dientes levantándome, a pesar de las protestas de cada músculo y articulación.Rebusqué entre mis ropas y encontré el celular.—Prende por favor, por favor, ¡sí! Ummm —intenté sonreír y terminé casi llorando, por las heridas en el labio.—¡Oye, ven a buscarme enseguida, activaré el GPS del teléfono, no sé dónde estoy, no… no! ¡¡Me importa una mier
AVASin embargo, a medida que recobraba mi consciencia, se acercaban a mi oído.Mis ojos enfocaron el rostro en pánico del secretario frente a mí. Parecía que estaba acostada en el asiento trasero del coche.El olor a vómito y a sudor, emanaban por encima del aroma de mi costoso perfume.Recordé lo que había sucedido: el lobo de Ethan había muerto y posiblemente él también.—¿Dónde estamos? —me incorporé de golpe, llevándome la mano a la cabeza por el mareo que me asaltó.Un agujero en mi pecho, todos mis instintos menguados, me sentía a morir.Apenas me podía mover, y mi loba, mi loba encerrada en su caparazón de dolor.—Estamos en la acera frente al hotelito. Se desmayó de repente después de gritar como una demente. No podía despertarla, ya ha pasado mucho tiempo, pensaba llevarla a un hospital…Me responde, y mis ojos se fijan en el viejo edificio de los suburbios.Se ve un poco decadente, pero nada de eso me importa.Tengo que comprobarlo.—Llévame a ese hotel, vamos —lo apremio a
AVANi siquiera di medio paso.Me sujetaron como unas bestias de los brazos, haciéndome arrodillarme.Mi garganta se destrozó maldiciéndolos a todos. Aun así, las frías esposas se cerraron sobre mis muñecas como una criminal.—¿Ves, Sra. Scott? Así es como se maneja de verdad una acusación falsa. Y dentro de ese cuarto cerrado hay una mujer pelirroja que va a declarar ser la amante de su marido. Los sorprendiste follando y lo picaste en trocitos como la tóxica celosa que eres.Miré hacia arriba para ver su rostro vicioso.—Tu secretario fue hasta testigo. No importan las lagunas que haya o la falta de pruebas, serás sentenciada a años de prisión. No es divertido cuando alguien juega así con tu vida y tu libertad, ¿cierto?Su mirada inhumana, tan asesina, esa energía aplastante de Alfa… ahora, con mi loba tan debilitada, me golpeaba peor.—Mi tío te acabará. No va a permitirte que me hagas esto, ¡idiota! Saldré en menos de 24 horas —me levanté de mi posición a pesar de las restriccione