CAPÍTULO 36

Liesel comenzó a sentir un poco de nervios cuando el hombre en cuestión le dedicó una sonrisa que no tenía nada de amigable, sino todo lo contrario. Se le ocurrió usar el celular y lo busco dentro de su bolso, «Maldito aparato, siempre estaba perdido dentro de su cartera cuando más lo necesitaba.»

El hombre, soltó una risa maliciosa una vez más, era el rictus de alguien que se sabe que saldrá vencedor de aquello que quiere llevar a cabo.

Liesel dejó de sentir nervios para darle paso al miedo, nunca antes estuvo en esta situación, que tal que querían secuestrarla como a su amiga Tatiana. Para cuando su cuerpo y mente reaccionaron en un intento por salir huyendo de ahí, ya fue un poco tarde, solo logró dar la media vuelta cuando el hombre de casi dos metros de altura llegó hasta ella de dos zancadas, la sujetó por el brazo impidiendo su hui

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