Continuamos...
El corazón de Melissa se contrajo al ver a sus dos pequeños venir en brazos de los hombres de Vicent, más aún cuando la pequeña se arrojó en los brazos de su padre, como si lo conociera de toda la vida. Vicent se acercó a su pequeña y la cargó para después también cargar a su pequeño hijo. Melissa estaba paralizada. Ella no podía creer lo que estaban viendo sus ojos y un golpe de realidad la golpeó, todos sus planes de alejarse de ese hombre se habían esfumado. Su corazón volvió a oprimirse y a los pocos segundos ella reaccionó y corrió hacia sus pequeños. —Ma-ma, ma-ma. —balbuceaba la pequeña, mientras el niño le sonreía y se lanzaba hacia ella para que lo cargara. De pronto una voz masculina interrumpió el emotivo encuentro. —¿Y estos pequeños? —le preguntó el viejo Vicente, acercándose a ellos. Vicent le mostró una sonrisa llena de orgullo a su padre y le acercó a su princesa, antes de responderle. —Estos son tus nietos. Los últi
Vicent soltó una sonora carcajada y caminó hacia su habitación. Le daría a Melissa un poco de espacio para que asimilare su nueva vida. Melissa por su parte, se sentó en el sofá de la habitación y observó cada detalle a su alrededor. La habitación era hermosa y acogedora. Las paredes eran de color blanco y estaban decoradas con motivos infantiles. Milena se acercó a ella con la pequeña Elizabeth en brazos. La pequeña balbuceaba —pa-pa, pa- pa. Melissa le sonrió a la pequeña y le acarició su cabello. —Pequeña traidora. Caíste rendida a los pies de tu padre. Milena sonrió y puso la mano en el hombro de su amiga. —Ja, ja, ja. No la culpo amiga. Tu esposo es encantador. Aunque su hermano está mucho mejor. Melissa fijó la mirada en su joven amiga y entrecerró los ojos. —Milena Travis. No sé te ocurra enamorarte de ese idiota. Ellos no son buenos, son mafiosos. Además, tú eres una niña. Apenas tienes dieciséis años. Milena se sintió avergonzada. Lo menos que ella quería era darle
Vicent, por su parte, estaba en su habitación, se sentía nervioso y emocionado a la vez. Sabía perfectamente que Melissa no lo perdonara tan fácilmente, pero tenía a su familia completa y esto valía cualquier penitencia que tenga que cumplir. Unos toques en la puerta los sacaron de sus pensamientos y su corazón comenzó a latir desenfrenadamente, sus manos sudaban y sus pies estaban pegados al piso. No podía moverse. Entonces tomó una gran bocanada de aire para tomar valor y caminó hacia la puerta. Al abrir la puerta su alegría desapareció. —Ah. Eres tú —dijo sin disimular su decepción, dándole la espalda a su hermano, para que lo siguiera al interior de la habitación. —Hey, hey. No seas tan desgraciado. Vine a animarte un poco. Me imaginé que mi cuñada no te daría ni la hora. Ja, ja, ja. Creo que no le tendrás nada fácil. —le dijo Fabiano que venía llegando con una botella de whisky y dos vasos. Vicent odiaba tener que reconocerlo, pero esta vez su hermano tenía toda la razón.
Fabiano observó detalladamente la expresión de tonto enamorado de su hermano. Pero no quería interrumpirlo, todavía había muchas cosas que aclarar. Entonces, Fabiano decidió suprimir su risa y volver a la conversación. —Vicent. Averiguaste ¿Quién le cortó la cara? Yo creo que ella es rebelde y agresiva, porque sufrió mucho en su pasado. La expresión de Vicent se oscureció. Él se levantó y se sirvió otro trago. Fabiano estaba atento a cada movimiento de su hermano. Sabía que algo importante había ocurrido. Vicent lo miró de reojo y comenzó a relatarle la historia. A medida que Fabiano iba procesando la información, su semblante se endureció. Él se tronó los dedos y sacó su arma para revisar si estaba cargada. Vicent no pudo evitar sonreír, hasta acercarse a su hermano y quitarle el arma de sus manos. Tranquilo hermano, ya me encargué de esa escoria y su mujercita. Esos deben estar juntos ardiendo en el infierno. Fabiano relajó sus
Vicent no dudó en aprovechar el apoyo de sus pequeños y le mostró a Melissa una sonrisa encantadora, antes de expresarle su gran idea. —Querida, ¿qué te parece si dormimos todos en mi habitación? Mi cama es lo suficientemente grande para que estemos cómodos. Melissa negó con la cabeza, rompiendo las ilusiones de su amado. —No, Vicent. Ve y descansa tranquilo. Ellos se dormirán en un rato. No te preocupes. Pero Vicent no estaba dispuesto a dejar que su princesa hermosa derramará ni una lágrima más. Entonces, quitó su expresión tierna y cariñosa y dibujó una sonrisa perversa en su rostro. —No, yo dormiré con mis hijos hoy y si tú lo deseas, puedes quedarte en esta habitación. —le dijo Vicent antes de tomar a sus pequeños y salir rumbo a su habitación. Melissa se quedó paralizada. Ellos estaban tratando de manipularla. Pero ell no caerá en el juego de esos tres. Ella corrió detrás de él y le entregó una pañalera con todo lo necesario.
Vicent ignoró al tonto de su hermano y regresó a la habitación. Fabiano sin remedio lo siguió, pero seguía llevando al niño lejos de su cuerpo. Fabiano aceleró el paso y alcanzó a su hermano. —Vicent. Vamos a llamar a la niñera. Somos dos Magnates millonarios, dos temidos mafiosos. No tenemos que andar llenos de popo.—le dijo Fabiano, pero Vicent negó con la cabeza. —No, no quedaré como un inútil ante Melissa, mi primera noche con ellos. Así que cállate y ayúdame idiota. Encárgate de desnudar a Ethan, yo voy a bañar a Eli. —Ay Dios, si nos vieran nuestros enemigos. —susurraba Fabiano. Vicent se sentó en un lado de la cama y comenzó por sacar todo de la pañalera. Fabiano se quejaba del pequeño, lo dejó al lado de Vicent y corrió hacia su habitación. Fabiano regresó con un par de guantes, sacó al pequeño de la funda, pero cuando vio el cuerpo de niño lleno de popo, lo volvió a meter. —No, pequeño cochino. Te quedarás ahí hasta que
El pequeño sonrió y de repente Fabiano se levantó de prisa, al sentir su pantalón mojado. —Hey zorillo, ¡me orinaste! —exclamó Fabiano. Mientras caminaba hacia la puerta, secando su pantalón con una toalla. Vicent soltó una sonora carcajada y limpió el orine del pequeño, antes de terminar de vestirlo. —No te vayas, Fabiano quédate con ellos mientras me baño. —No, no, no. Tengo sueño Vicent. Mira la hora. Tengo una reunión mañana temprano. —Trataba de excusarse Fabiano para tratar de escapar de su hermano y sus pequeños terremotos. Pero Vicent no estaba dispuesto a dejarlo ir. —No te vayas. Déjame bañarme rápido y después te vas. Vicent corrió hacia el baño y dejó a Fabiano parado en la puerta. El hombre sin remedio se acercó a la cama y se recostó al lado de los pequeños. Vicent se bañó rápido, salió en paño hacia la habitación y encontró a su hermano dormido junto a sus pequeños. Vicent no pudo evitar sonreír al ver al pe
El mayordomo no pudo evitar sonreír ante las ocurrencias de la joven. Pero no podía ocultar su nerviosismo. Era evidente que el joven Vicent lo crucificará por permitir que se le juntara el ganado, pero al menos disfrutará de este divertido momento. Milena tronó los dedos frente al hombre al verlo perdido en sus pensamientos. —Hey. Albert. Vamos apúrate, va a comenzar el show y nos vamos a perder el inicio. —le dijo la joven, tomando al hombre de la mano y arrastrándolo hacia la cocina. Mientras tanto, Melissa caminó hacia el jardín e invitó a la intrusa a sentarse, lo que incómodo a la susodicha y no tardó en expresar su sentir —No hace falta que me trates como a una invitada. Pronto seré la señora Santoro. La legítima dueña de todo y seré yo quien dé las órdenes y te invite a comer. Melissa dejó salir una sonrisa ladina. Ella estaba tranquila y serena. Solo podía imaginarse la cara de Vicent ante la peculiar escena y las mil maneras de hacerle pagar esta traición. Mientras tant