–Lo que escuchaste– respondo con simpleza, sintiendo el peso de lo que acabo de compartir . Mi corazón late con fuerza, consciente de que acabo de adentrarme en un territorio peligroso. –Y quiero que sepas que eres la primera en saberlo. Así que te pido que guardes el secreto hasta que ella decida que sea hora de que todos lo sepan– le imploro, sabiendo que aún no me he comprometido completamente a aceptar la propuesta que se me ha hecho.Kate me observa con incredulidad y su rostro refleja la duda que danza en su mente. –¿Liam , estás bromeando conmigo?– pregunta, buscando cualquier indicio de que esto pueda ser una farsa. Pero no cedo y mantengo mi expresión seria –Nunca en mi vida he sido más sincero de lo que estoy siendo ahora mismo– miento audazmente, sintiendo la carga de la culpa asentándose en mi pecho. –Si esto es una broma te pido que te detengas porque es de muy mal gusto– Me ordena, observándome con furia. –Kate no es una broma, entiéndelo– Aseguro, pero la amista
–Señorita Amara, vengo a decirle que acepto su propuesta, pero tengo un par de condiciones que me gustaría discutir– informo, sin permitir que la urgencia sea eclipsada por formalidades innecesarias. –Habla, te escucho– me ordena. Ella se sienta con una elegancia que parece sacada de otro mundo, como si su presencia misma dominara el aire. Sus ojos, oscuros y calculadores, me atraviesan con una mirada tan penetrante que siento como si estuviera desnudo ante ella. Con un movimiento lento y deliberado, cruza sus piernas, una acción cargada de seducción, pero también de desafío.Cada fibra de mi ser reacciona ante su proximidad, pero a pesar de la atracción y la confusión que me consume, sé que no estoy aquí para ceder a sus encantos. Estoy aquí para imponer mis condiciones, para establecer un límite que, aunque fundamental para mi paz mental y el bienestar de todos los involucrados, es un paso arriesgado, un salto hacia lo incierto. Estoy pisando terreno desconocido, y cada palabra
NARRADOR OMNISCIENTE Tres interminables horas transcurren antes de que Liam , sintiendo el peso de la responsabilidad, decide dejar atrás el sillón y levantarse. Con cuidado para no perturbar el sueño de su futura esposa, se calza sus robustas botas de trabajo, consciente de que un nuevo día colmado de desafíos lo espera.Al salir del cuarto, Liam desciende las escaleras con pasos firmes, determinado a enfrentar lo que el destino le depara. En la cocina, el aroma reconfortante del café recién hecho se entremezcla con el silencio de la casa. Kate, con su rostro impenetrable y concentrado, prepara una taza de esa mágica poción que, en momentos como este, parece ser lo único que podría despertar no solo los sentidos, sino también las almas.Liam entra, pero Kate no le dedica ni un solo vistazo, como si su presencia fuera tan irrelevante como una hoja que cae y desaparece sin dejar huella. Ella está atrapada en sus pensamientos, inmersa en el vapor que se eleva de su taza, ajena a la t
NARRADOR OMNISCIENTEAmara, en un gesto sorprendente de amabilidad que rara vez mostraba hacia sus empleados, se levanta de su asiento con una elegancia innata. La sutileza de su movimiento contrasta con la intensidad del momento, como si la calma precediera a la tormenta. Con paso decidido, se dirige hacia una estantería donde reposan finas botellas de Chambord Liqueur Royale, un licor selecto.Con maestría, llena dos copas de cristal con el licor de color rubí que brilla con una cualidad seductora a la luz tenue de la habitación. Cada movimiento es medido y preciso, como si estuviera orquestando una danza delicada y ritualística en este escenario lleno de tensión latente.Luego, con las copas en sus manos, se acerca nuevamente al escritorio y le ofrece una a Kate . La sorpresa se refleja en los ojos de Kate , aún atónita por la situación, mientras acepta el gesto y se acomoda en su asiento. La copa, fría al tacto, se convierte en un símbolo inesperado de paz en medio de la torment
El implacable tic-tac del reloj se alzaba como un ominoso presagio, señalando la inminencia de una tragedia que acechaba en las sombras. En ese sombrío rincón del universo, el corazón de la señorita Amara latía con una ferocidad indomable, una tormenta en su pecho que no encontraba refugio en medio del caos desatado a su alrededor.–Señorita Amara, por favor, venga conmigo– ordenó el enigmático hombre, su voz resonando como un eco distante en el abismo de su terror. Sin embargo, ella estaba paralizada, sus extremidades temblando como una hoja en el viento huracanado de sus emociones desenfrenadas. Cada latido de su corazón era un eco retumbante de lo efímera que podía ser la línea entre la vida y la muerte en un instante.–No tenemos tiempo que perder. ¡Sígame rápido señorita!–insistió, elevando el tono de su voz mientras la amenaza inminente se cernía sobre ellos, con reporteros y policías a punto de invadir el lugar.La desesperación se apoderó del misterioso hombre, y sin titub
No obstante, con el pasar de los días las cartas cesaron y hoy en día la Casa de Modas Laveau se yergue majestuosa como un faro de prestigio y distinción, una entidad aclamada y altamente remunerada en cada rincón del planeta. Con su sede principal estratégicamente anclada en la ciudad de Milán, esta marca icónica ha tejido su presencia en una red global, extendiendo sus tentáculos a múltiples países. Una noche, el pequeño departamento que Amara había comprado para “momentos especiales” se encontraba en un manto de sombras, y el aire estaba cargado de una mezcla embriagadora de perfume y deseo. Amara se encontraba perdida en una vorágine que prometía ser inolvidable, aunque sabía que al amanecer solo sería un recuerdo borroso en su mente. Los dedos de un hombre, cuyo nombre apenas se esforzaba en recordar, rozaban su piel con una intensidad que bordeaba la desesperación. La risa de ambos resonaba en el espacio reducido, mezclándose con el ritmo entrecortado de sus respiraciones.Pe
Sin pronunciar palabra, Amara salió de la oficina de su padre. Cerró la puerta con un golpe seco que resonó en los pasillos, un eco que no solo marcaba el final de la conversación, sino también el inicio de una batalla personal. Sus pasos eran firmes, rápidos, como si el sonido de su caminar pudiera disipar la ira que le quemaba por dentro.Frente a la puerta de su habitación, se detuvo, jadeando ligeramente. De alguna manera, sentía que el aire estaba más denso, como si sus pensamientos pesaran más que nunca–¿Cómo pudo hacerme esto? –murmuró, empujando la puerta con la palma de la mano. El vestíbulo de su cuarto parecía el único lugar donde podía encontrar algo de calma, pero, al entrar, la frustración la golpeó nuevamenteSe sentó en el borde de la cama, mirando al vacío. ¿En qué momento su vida había dejado de ser solo suya?. Cada rincón de la casa parecía recordar su rol como la hija obediente, la heredera de la Casa de Modas Laveau. Pero ella quería más. Necesitaba más.–¿
El rostro de Cristóbal, quien en algún momento fue un interés romántico en mi vida, se tensa al ser confrontado con la responsabilidad que intenta esquivar. –Amara, eso es algo que corresponde al departamento de diseño. Yo solo tengo a mi cargo la distribución– murmura en un intento de deslindarse del asunto. Sus palabras resuenan en mis oídos como un eco de la desilusión que alguna vez sentí por él, pero en un instante, un pensamiento intrigante cruza mi mente: ¿podría convertirse en un prospecto de marido conveniente, uno que podría mantener bajo vigilancia constante? La tentación de usar su posición para mis propios fines me visita fugazmente, pero rápidamente la desecho. No permitiré que mis objetivos personales se interpongan en la misión que tengo entre manos. Mis ojos se estrechan en una mirada desafiante mientras respondo. –Estás cometiendo un error al pensar de esa manera. Nuestra empresa se caracteriza por la eficiencia y tu respuesta solo demuestra una carencia de ello– a