En la Clínica, en El DoradoLa operación duró cinco horas y fue todo un éxito, ahora solo quedaba esperar los resultados de la misma. Una vez que se cumplieron las primeras cuarenta y ocho horas de la cirugía, Marcos superó el peligro.Todos, emocionados se abrazaron y celebraron en la capilla de la Clínica la vida y recuperación de él. Después de esto, Mateo estuvo muy ocupado en reuniones, tomando decisiones y acompañando a Claudia en la clínica.Marcos, fue dado de alta a la semana de haber sido sometido a la cirugía. Por su parte, Mateo después de dejar a su hermano en su dormitorio, se retiró a su apartamento, donde terminó de organizar todo para poder viajar nuevamente a Cabimas y encontrarse con Adriana.En CabimasAdriana, extrañaba que Mateo no hubiera vuelto al restaurante, ni tampoco le hubiera llamado, ni siquiera había ido al apartamento, para ver al bebé. Tenía una semana sin saber nada de él.«Y después dice que no puede vivir sin nosotros» pensó ella, sintiéndose nuev
Al mismo tiempo en CabimasAdriana en el apartamento, triste y con lágrimas que rodaban por sus mejillas veía las publicaciones. Ella, se levantó de su cama y se dirigió a la cocina para preparar algo que le ayudara a conciliar el sueño.Al ver estos dos vídeos, donde él aparece en compañía de esa mujer bella y joven se sintió engañada, abandonada y sola como siempre:«Y así dice que me ama y me extraña. ¡Si, se ve que me extraña!», pensó ella, con ironía, enojada, secándose las lágrimas.«¡Farsante ese!»«¡Huy!»«¡Lo odio, lo detesto! No lo quiero volver a ver nunca más en mi vida» sollozó ella, sintiendo que la rabia le hacía doler el estómago y los intestinos.Adriana, arrojó el vaso de vidrio contra el piso de la cocina para desahogar la rabia que sentía. Por lo visto, lo salvaje no se le había quitado aún. Lo que menos imaginó, era ver a Mateo con otras mujeres y ahí estaba en las redes, de nuevo, pero ahora con dos mujeres, discutiendo y peleando por él.—¡Señora Adriana! —Excla
Mateo, se acercó de nuevo a la cama y llamó a su amiga, para que se levantara, porque él debía regresar a Cabimas y le quedaban unos minutos para llegar al aeropuerto.—¡Conchita, Conchita! —llamó Mateo.»¡Conchita, levántate! Ya amaneció —llamaba afligido por lo ocurrido, pues no sabía qué consecuencias traería esto, a su vida.—¡Diablos! ¡Qué dolor de cabeza siento! —se quejó ella, poniéndose las manos en su sien y frotando su cabeza.—Levántate, me voy de viaje ahora y necesito estar en el aeropuerto a las nueve de la mañana, ya es demasiado tarde.—¡Tranquilo! Me baño y me visto rápido —expresó ella levantándose totalmente desnuda. Recogió su ropa de la alfombra, le dio un beso en la boca y salió caminando hacia la otra habitación.Mateo, la llevó hasta su apartamento arrepentido de lo que había hecho. No obstante, prefirió no preguntar nada. En el avión, él comenzó a revisar las redes, encontrando que su video cantando como donde salía con Conchita de la mano y discutiendo con Li
En CabimasEl avión de Mateo, aterrizó casi al mediodía. Él, fue recibido por su detective Nava, quien le tenía nuevas noticias sobre el acercamiento y las salidas conjuntas de Kelvin y Julio con Adriana.Haciendo un reporte día por día, le informó que ella había visitado, en el plazo de un mes, tres veces a su ginecóloga. Además, parece estar enferma, porque se ve demacrada y ha perdido peso. Aunque esto último, es su apreciación.—Pero ¿cómo has observado a Julio con ella? —preguntó él, con hastío.—¡Igual! Mateo, a él le gusta tu mujer. ¡Es más está enamorado! Y eso lo sabe el señor Kelvin, porque ellos son buenos amigos. Para mí, tu suegro lo está apoyando.—¿Por qué lo dices? —preguntó Mateo demostrando enojo y celos.—Porque desde que te fuiste, el deportista ha realizado varios eventos en el restaurante, tal como los tuyos pero la señora Adriana es su anfitriona, ella lo acompaña.—¡Con que esas tenemos! Voy a tener que visitar a mi suegro, pues precisamente por no delatar a es
—¡Sí, ya vamos! —respondió Mateo, sonriendo. Él la tomó de la mano y caminando con ella hacia el consultorio, confiado que esta no hará ningún escándalo.—¡Señora Adriana! —Llamó de nuevo la secretaria— ¿Usted dejó la copia de su prueba de embarazo, en la consulta pasada? —preguntó esta, antes que ellos entraran.Mateo, volteó violentamente, asombrado para mirar a Adriana a los ojos, con rabia controlada, pero ella lo evadió, respondiendo a la secretaria:—¡No!Adriana, nuevamente evitó la mirada de Mateo, quien cambio de inmediato el gesto de su rostro, mostrando una mirada dura y fría. Él, la tomó fuertemente del brazo y entró con ella al consultorio, en contra de su voluntad.—Debe dejar una copia del mismo para su historia, a la doctora —expresó la joven.—Con gusto, aquí traigo una copia —respondió Adriana buscando en su bolsa, encontrándose de frente con la doctora quien le saludó y le comentó:—¡Ah, qué bien! ¡Me encanta Adriana! Que hayas venido acompañada de tu esposo —expres
Mateo, sonreía al escuchar los gritos de reclamos de parte de su mujer, para que la bajara de sus brazos.—¡Que me bajes Mateo! —Gritó Adriana— ¡Por favor, que me bajes! —repitió ella, enojada.—¡No, mi amor! ¡Te vas conmigo! —explicó él, en el mismo momento que la introdujo en la camioneta y la sentó entre sus piernas.—¡Dios mío, Mateo! ¡Ya basta! Hasta cuando voy a tener que soportar tu presencia —protestó ella con manifiesta rabia, pero sin poder moverse entre sus piernas.—¡Para siempre, mi amor! No nos separaremos, no te voy a dejar nunca y ahora menos, cuando estamos esperando a nuestro segundo hijo —declaró él, alegre, apoderándose de sus labios sin importar la presencia de Nava.Este, al escuchar lo que expresó su jefe se asombró, lo que menos se imaginaba era que estuviera otra vez embarazada. Ella, se veía un poco demacrada, pero su cuerpo se veía espectacular, además de tener un brillo especial en sus ojos. Al separarse, ella gruñó...—¿Quién te dijo que era tuyo? Este beb
Mateo, sabía que de la única forma que la podía convencer era haciendo a esta el amor. Sin embargo, hasta ahora ella, no lo dejaba pasar más allá de unos besos. Y definitivamente, él quería más, tenía días, semanas, deseando a su mujer como la última vez, que le amó.—Adriana, a la que llevó de la mano, simplemente la estaba protegiendo de Lila. Conversaba con ella, para llevarla a su casa cuando apareció la tóxica esa —mintió él pensando que después aclarará esto, si llega a salir la verdad, a la luz pública.—¡Mateo, lo lamento! Pero, siento que me mientes. Que nosotros, no lograremos esa felicidad que los dos buscamos. Hay demasiadas cosas que nos separan —replicó ella rebelándose contra sus propios sentimientos y emociones.—Juntos los podemos vencer, no dejes que chismes o rumores nos separen —suplicó él, caminando detrás de ella hacia la terraza de su habitación— Además, hay dos grandes razones que nos unen, nuestros hijos —aclaró este.»¡Por favor, mi amor! ¿Podrás dejarme esta
En la habitación conyugalAdriana, exhalaba un fuerte suspiro de satisfacción y alegría, acomodándose encima del cuerpo de él. Esto provocó una fuerte satisfacción también en él, quien pudo comprobar en esta entrega, que ella lo ama y lo desea tanto, como él a ella.Las manos de Adriana, acariciaron y recorrieron el pecho de él, antes de dormirse. No hubo un centímetro de esta piel, que ella no recorriera, como la de sus brazos. Para esta, era una devoción tocarlo y así se fue quedando dormida. Lo amaba infinitamente.Por su parte, Mateo inicio otro recorrido por toda la espalda de ella, recorriéndola centímetro a centímetro, complaciendo todas las hormonas alborotadas en ella. Él se sentía pleno, con el desbordamiento de todas sus emociones reprimidas por tanto tiempo.—¡Sigh! —suspiró, ella dormida.Él sabía cómo satisfacerla, igual que ella a él, porque si algo tenían en común, era disfrutar junto de estas extraordinarias sesiones de caricias, besos y entrega que los llevaba al clí