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La dulzura y la sensatez 

Orlando, Florida… 

 

Más allá de las montañas, ¿qué hay? ¿Estará la tierra prometida que menciona la Biblia? ¿Se encontrarán los sueños perdidos que muchos dejaron escapar? ¿Quién? ¿Quién es aquel hombre de voz profunda y palabras firmes que le acaba de colgar a Ann? ¿Por qué, a media hora de estar sentada en el escritorio, la joven siente que todo por lo que luchó y el trabajo que le costó tanto conseguir está punto de esfumarse?

 

—Solo tenías que responder con tono amigable, llevas mucho tiempo ensayándolo tonta - se reprocha ella en voz alta. —Solo espero que el señor Constantino no percibiera mi tono hostil. 

 

No se le puede culpar por reaccionar ante un tono parecido aún dictador. Demitrius Constantino suele utilizar su fuerte voz para hacer ejercer su poder, aun cuando no fuese él quien realizó aquella llamada. Su gemelo lo imita bastante bien. Pero ahora, Ann cuestiona si la corta conversación, podría causarle problemas en su primer día de trabajo. Igual piensa no prestarle mucha a atención a lo ocurrido, aún tiene muchas cosas de las cuales encargarse y un correo de Eleonor, lo confirma…

 

—Estimada, señorita Gutiérrez - empieza a leer Ann. —Aquí le dejaré el listado de todo lo que tendrá que tener listo para la llegada del señor Constantino. Lo he dejado tan detallado como es posible, espero que no haya un margen de error - continúa su lectura mientras revisa todo el mandato. Son reportes de los hoteles, los análisis de datos sobre los sistemas, los permisos, contrataciones y la organización de la limpieza de la mansión Constantino. Todo para… —¡¿Qué?! ¿Acaso es una broma? ¿Todo esto para la próxima semana…?

 

—¿Qué pasa?

 

Pregunta Celia, entrando a la oficina sin antes haber tocado. Ann se levanta de su asiento y dice: 

 

—Disculpa, señorita Mylonas no la escuché entrar - dice. Celia la mira esperando saber la razón de su exclamación. —Es que me acaba de llegar un correo de la asistente de Grecia del señor Constantino, informa que él adelantará su viaje a los Estados Unidos y vendrá la próxima semana.

 

Revela ella aún aturdida. Tiene mucho que hacer antes del lunes y ya siente que va retrasada. Tiene una justificación, es martes y acaba de entrar al conglomerado, así que deberían ser pacientes con ella. No obstante, el mes que duró su pasantía, Ann pudo darse cuenta del sistema de trabajo que utilizan. Ellos no tienen que ver si eres nueva o no, solo quieren que hagas el trabajo, por eso pagan muy bien. Entonces, fallar en este momento no puede ser una opción para ella.

 

—¡¿La próxima semana?! 

 

Cuestiona Celia en tono estridente. De hecho, fue a eso, quería saber si la nueva asistente de Demitrius tenía nueva información. A pesar de ser la directora del Atenas Palace, no goza de toda la confianza del hombre para manejar su agenda, lo cierto es que la mujer está allí por las relaciones que tienen su familia con los Constantino. En el mundo empresarial es lo único que importan las influencias que tengas y a quienes conoces; lo demás no importa. 

 

—Sí, ¿usted venía a decirme…? 

 

—No, solo cumple con tu deber - comenta.

 

Una vez más, las palabras de Ann fueron interrumpidas por Celia, quien se marcha para planificar su acercamiento a Demitrius. Sus intentos se ven desesperantes; sin embargo, si vienes de una familia griega apegada a las tradiciones, es mucha la presión que sientes al saber que todas tus hermanas, incluso la menor, están casadas menos tú. Claro que no es por falta de pretendientes, más bien, por su insistencia en ser la nueva esposa del jefe. 

 

—Dios, qué mujer tan rara - comenta mientras mira hacia la puerta. Mueve la cabeza y vuelve en sí. —Muy bien, lo mejor será empezar a trabajar. El lunes conocerás a tu jefe; sin duda, Clarisa se moriría si supiera de quién soy asistente.

 

Comenta ella con sonrisa satisfactoria. Clarisa es su ex mejor amiga, con quien tuvo una hermosa amistad hasta la preparatoria. De hecho, por un momento la joven creyó sentirse atraída por su género, por la forma en la que quería a la chica. Sin embargo, todo cambió cuando esta comenzó a juntarse con otras amistades que la instaban a buscarse del cuerpo de Ann. Volvieron a verse en la universidad, pero todo siguió igual entre ellas. 

 

La dulce Ann respira profundo y continúa apilando los documentos por orden de importancia. Comenzó con solicitar la limpieza de la mansión; es una propiedad enorme, así que se tardará un rato en estar adecuada para su Demitrius y toda su familia. Hasta dónde sabe ella, la hija y la madre de su jefe estarán viajando con él. No tiene la información si su hermano gemelo también lo hará. 

 

Horas más tarde, luego de avanzar los encargos en su primer día de trabajo, la joven toma sus cosas para marcharse y regresar al día siguiente. Antes de poder perderse entre los pasillos del hotel, es llamada al departamento de recursos humanos para firmar su contrato. Entonces es cuando Ann es consciente de que lo logró. Logro poder entrar al su lugar soñado, así que no tiene en mente equivocarse y ser apartada de él. 

 

Henry, el director del departamento, le muestra el papel donde habla de los términos y condiciones para trabajar allí. Su contrato está más blindado que cualquier otro, puesto que será la encargada de manejar los asuntos personales y, más importantes del presidente del corporativo, así que no pueden darse el lujo de contratar a una persona que saldría ventilando los asuntos privados del jefe. Todo ante los ojos de ella parece estar perfecto, aunque no esperaban el monto de su sueldo de cinco mil dólares mensuales. Eso es más de lo que una joven de veintidós años podría gastar. 

 

—Señorita Gutiérrez, pasa algo con el contrato - pregunta el hombre con mirada inquisitiva. 

 

—No, solo que. ¿Es mi suelto? - cuestiona ella con curiosidad, el hombre sonríe. 

 

—Sí, señorita, es su sueldo base, también recibirá bonificaciones. Recuerde para quién trabajará directamente, ¿entiende? 

 

—Perfectamente - responde y firma. 

 

Oficialmente, Ann Gutiérrez es la asistente de presidencia. Estará cerca del hombre que admira y del caballero parecido a su jefe que la hará dudar de sí misma. Sin más que hacer, ella se despide y sale del hotel con ganas de dar saltos de felicidad, pero sabe que sería visto como un gesto infantil e innecesario. Al salir, visualiza un vehículo conocido esperándola. Con una sonrisa de felicidad, se acerca a él y le dice:

 

—¿Cómo supiste que estaba de salida? - le pregunta Ann a Daniel. 

 

—En realidad no lo sabía, solo me quedé esperando a ver si lo hacías - responde él sonriéndole. —Ven, te llevo a casa. 

 

Ella asiente y sube al auto de su amigo, mientras este le pregunta sobre su nuevo empleo. Ella, con rostro y voz llena de emoción, le platica de todo lo que ha contenido en su primer día de trabajo. Ann sospecha que su vida dará grandes giros inesperados; no obstante, el joven siente que esos cambios no estarán a su favor. 

 

Atenas, Grecia…

 

Tarde en la noche y cansado de tanto trabajar, llega Demitrius a su morada. Lugar esplendoroso que luce como un palacio real. La mansión tiene amplio jardín con altos árboles de todas las especies. Está pintada a su totalidad de blanco, aguardando la solemnidad de la familia. El lugar es compartido por el sensato hombre, su hija y su madre.

 

Cuando vivía Samira, la esposa de Demitrius. Ambos vivían en otra propiedad; sin embargo, las madres de la pareja los convencieron, o más bien a ella, para mudarse a la casa familiar. Es una mansión que se pasa de generación a generación y él no iba a ser la excepción, ya que a su hermano gemelo, nunca le ha interesado pertenecer a las tradiciones familiares. Es un enorme lugar para tan solo tres personas, es algo que él ha querido corregir, pero no sabe cómo. 

 

—Madre, pensé que estarías dormida.

 

Comentó Demitrius, cuando pensaba subir las escaleras, y visualizó a su madre sentada en la sala con su usual mirada de superioridad. Elena es la hija menor de quien fue un poderoso empresario político en los principios del siglo XX. Ella fue criada bajo rigurosas reglas disciplinarias que traspasó a sus hijos, pero que cada uno las adaptó a su estilo de vida. Sin embargo, ella suele tener un poco de control sobre el más sensato de sus hijos. 

 

—Pensé que nos iríamos el próximo mes hacia ese horrible país.

 

Suelta en tono fastidiada. Lo cierto es que la mujer mayor considera los Estados Unidos como un lugar ruidoso y de malas costumbres. 

 

—Ese horrendo país, nos ha hecho ganar mucho dinero, madre - declaró el hombre caminando hacia la sala. —Tengo muchas cosas de las cuales encargarme en los Estados Unidos, no puedo perder tiempo. 

 

—¿Ya hablaste con Dafne sobre el cambio o piensas dejarla…? 

 

—Jamás dejaría a mi hija con ellos - sentenció con tono desafiante. —Madre, no te preocupes, hablaré con ella, ¿bien? - dice y se levanta del mueble para dirigirse a las escaleras. 

 

Así son las interacciones de madre e hijo. Cinco minutos de conversación a veces suelen ser eternas. Ella es muy exigente y él no siempre está dispuesto a ceder. Camina mientras va formulando la forma correcta de cómo hablar con su hija. Espera que vea el viaje por el lado positivo, de que estará en el país donde vive su artista favorita. Quizás lo ayude a convencerla. 

 

Él llega a la puerta de Dafne, la cual tiene un letrero que dice: “no se aceptan padres”. Supiera y luego toca la puerta. Al no recibir respuesta, entra y observa a su pequeña de largo cabello azabache y piel oliva como su padre, dormida plácidamente, aun con los audífonos puestos. Las luces principales están apagadas, excepto la lámpara de su mesa de noche. Ella suele comportarse como una niña fuerte, pero al final solo tiene diez años. Demitrius camina hacia ella y con sumo cuidado le quita los audífonos y detiene la música; como era de esperarse, escucha el nuevo disco de Taylor Swift. 

 

—Mi amor, sé que estás sufriendo mucho y extrañas a mamá, pero debemos avanzar, conocer otras personas y empezar una nueva historia. Sé que será lo mejor para ti. 

 

Le dice, mientras se recuesta, un rato junto a ella. La pequeña desafiante percibe el aroma de su papá y se acomoda en su pecho. Solo es una niña confundida que no sabe cómo expresar lo que siente y él, solo es un adulto que no le enseñaron hacerlo; aun así, haría lo que sea para que su hija sea feliz.

 

—Te amo, bebé - dice él acunándola.

 

—Te amo, papi - responde ella entre sueños. 

 

Así se quedan un buen rato esperando que sea lo que vaya a pasar, nada los separe. 

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