Capítulo 68
—¡Grita! —ordenó Alejandro, sintiendo un leve calor en las mejillas.

Luciana abrió la boca en silencio, incapaz de emitir sonido.

—¡Rápido! —la apuró Alejandro—. ¿No eres una novata, verdad? ¿No sabes cómo hacerlo?

Una presión incómoda invadió su pecho al decir eso. Luciana no tuvo más remedio que abrir la boca y soltar un tímido:

—Ah, ah…

Alejandro quedó estupefacto.

—¿Qué clase de grito es ese? ¿No recuerdas cómo gritabas cuando… lo hacíamos?

«¿No fue lo suficientemente intenso? ¡Tuviste hasta desgarros de tercer grado!»

—Yo…

—Olvídalo —Alejandro la miró con ojos oscuros y dijo—. ¿No acabas de decir que harías lo que yo necesitara?

—Sí —Luciana asintió, algo insegura—, pero ¿qué vas a hacer? Ah…

Antes de que pudiera terminar la frase, Alejandro bajó la cabeza. Un gemido suave escapó de la garganta de Luciana. Alejandro había enterrado su rostro en el hueco de su cuello, ¡y la estaba besando!

—Mm, ah… —Luciana sintió un sacudón en el corazón y se quedó completamente inmóvil. El sonido
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