Capítulo 549
Al salir de la oficina, Luciana traía el ceño fruncido. «¿Y ahora qué?» pensó, casi obligada a pedirle un favor a Alejandro que, claramente, no la quería ni ver.

—Luciana —dijo Rosa, que seguía esperando—. Cuidado con tu barriga, me parece que ha crecido más.

—Gracias —contestó Luciana con una mueca de cansancio.

—No hay de qué —agregó Rosa con amabilidad. Estaba cumpliendo su promesa de vigilar que Luciana no tuviera sobresaltos, tal como se lo pidió el señor Guzmán. Aun así, captó la preocupación en su rostro—. Oye, Luciana, ¿de verdad es cierto que tú y el señor Guzmán… discutieron?

Luciana se quedó un instante en silencio, antes de responder de manera ambigua:

—No exactamente.

Porque, más que una pelea, lo suyo había sido una ruptura total.

—No me lo ocultes —insistió Rosa, con el ceño fruncido—. ¿Es por Mónica? Al final, ella no deja de dar lata, sabiendo que él es un hombre casado…

—No es por ella —terció Luciana, cortando la perorata de Rosa—. Créeme, los problemas entre él y yo
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