Capítulo 167
Luciana se quedó sorprendida por un momento. Después de todo, había ido al hospital para cuidarlo. Pero él parecía estar perfectamente bien.

Con una ligera sonrisa, y en un tono calmado, le dijo:

—Tienes razón, fue mi error. Dime, ¿qué necesitas que haga?

—Acércate —pidió Alejandro, sin apartar la mirada de ella, con voz grave.

—Claro.

Luciana se acercó. Entonces, con la voz ronca, él murmuró:

—Quiero bañarme.

—Eso no puede ser.

Su instinto profesional se activó de inmediato, y lo rechazó sin dudar.

—No puedes mojar la herida —explicó.

Alejandro torció la boca con una media sonrisa.

—Pues yo quiero bañarme. Si no me baño, me siento incómodo, y si me siento incómodo, no voy a mejorar —se recostó, dejándose caer con los brazos extendidos—. Así que arréglatelas.

¿De verdad estaba siendo tan terco? Luciana no pudo evitar notarlo.

—Bañarte no, pero puedo limpiarte un poco —suspiró, tragándose su molestia.

—Bueno, acepto —Alejandro, con generosidad fingida, cedió un poco.

—Perfecto —asintió
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