Capítulo85
Lucía respiraba agitadamente, permitiendo así que la brisa helada azotara con fuerza su cuerpo. No era consciente del frío ni del aire punzante; su único deseo era huir.

Tras una carrera cuya duración no podía precisar, se detuvo, agotada y jadeante. Inclinada, con las manos apoyadas en sus rodillas, observó con tristeza cómo sus lágrimas caían al suelo.

En ese preciso momento, Lucía se dio cuenta de que estaba llorando desconsoladamente. Las lágrimas calientes se volvían frías, cortando su delicado rostro. —¿Por qué? —se preguntaba. ¿Por qué toda la belleza se había convertido en mentiras? Lo que creía que era la ternura de Mateo, lo que la hacía latir su corazón, era solo una simple compensación y culpa.

Finalmente entendió las palabras de Camila. Mateo se había casado con ella solo para usarla. No sentía compasión alguna, ni el más mínimo afecto por ella.

Lucía se acurrucó, sintiendo un frío intenso en lo profundo de su corazón, abrazándose a sí misma. Deseaba tener un caparazón de
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