—Karen Soto—respondió la joven.Karen tenía el cabello largo y daba una impresión de fragilidad. Era delgada y parecía algo tímida.Aunque su figura era similar a la de Lucía, su rostro se parecía más al de Camila: siendo inocente y puro, el tipo de chica que difícilmente un hombre podría rechazar.La dueña del club le explicó en detalle a Lucía: —Es una de nuestras chicas nuevas. Es muy hermosa y aún está en proceso entrenamiento. No ha trabajado todavía. Viene del campo, su madre está muy enferma y necesita dinero urgentemente. Su historial está completamente limpio.Lucía pensó que era perfecta. Joven, hermosa y capaz de despertar el instinto protector de un hombre. Tal vez el tipo que le gustaría a Mateo.—La elijo a ella—dijo Lucía.Karen, sin saber para qué la habían llamado, estaba visiblemente asustada y nerviosa. Balbuceó un poco: —¿Qué quieren que haga? Soy nueva aquí, pero no vendo mi cuerpo. No haré nada que implique prostituirme.Lucía, comprendiendo de inmediato su nerv
—Esta chica es hermosa y joven. ¿Qué hombre podría resistirse a tal tentación? —dijo Mariana algo preocupada. En este mundo, no hay hombre que no se sienta atraído por una mujer tan joven y bella como esta, por muy disciplinado que sea. Es como poner un caramelo frente a un niño y esperar que no lo tome.Lucía era consciente de la verdad en las palabras de su amiga. En su situación actual, sentía que sus opciones se habían reducido drásticamente. El peso de las circunstancias parecía estar aplastándola. —No me queda otra alternativa—respondió Lucía con una sonrisa forzada. —Aunque sea así, debo hacerlo. Si no, me arrepentiré de no haber tomado esta decisión hoy.En su mente, resonaba una y otra vez un pensamiento constante: no se atrevía a arriesgar a su bebé. Era una responsabilidad que superaba cualquier otro tipo de consideración.Mariana no entendía por completo sus motivos, pero si Lucía tomaba este camino, seguramente tenía razones de peso. Decidió no presionar con preguntas. Si
Las dos amigas rieron. Mariana tenía una reunión, así que después de charlar un rato más, se despidieron muy afectuosas.En lugar de volver a su hogar, Lucía se encontró vagando sin rumbo fijo. Sin darse cuenta, sus pies la guiaron directo hasta el edificio de su antiguo colegio secundario. Se sorprendió al notar dónde estaba, cayendo en cuenta de que había transcurrido más de una década desde sus días de estudiante en aquel preciso lugar.Con el desarrollo de la sociedad, la escuela había cambiado demasiado. El interior se había renovado y ampliado, con varios edificios nuevos. Sin embargo, la antigua piedra en la entrada, desgastada por el tiempo, seguía intacta con la inscripción “Escuela Libertad y Progreso”.Esta era su secundaria, y el lugar donde conoció a Mateo por primera vez. Nunca olvidaría aquel 13 de agosto, precisamente el día que casi muere.Justo en esa puerta, al salir de clases al mediodía, unos secuestradores enmascarados y armados tomaron como rehenes a varios estud
En ese preciso instante, Lucía reunió el coraje suficiente y decidió buscar al joven que la había rescatado. Estaba determinada a no dejar que ese trauma la dominara para siempre. Tras medio año de recuperación, regresó de nuevo al colegio e indagó por todas partes sobre él. Al final, descubrió que estudiaba en la preparatoria más prestigiosa de la ciudad y se llamaba Mateo Rodríguez, aunque lo conocían simplemente como Theo.Con gran dedicación, logró ser admitida en esa misma escuela.Sin embargo, una vez allí, solo lo observaba de manera discreta, sin atreverse a abordarlo. Lo veía destacar en el equipo de baloncesto, sobresalir en sus estudios y notaba que provenía de una familia muy acomodada.Era tan brillante que Lucía se sentía realmente inferior, por lo que se limitaba a admirarlo desde la distancia.Incluso cuando pasaba cerca de él, Mateo ni siquiera reparaba en su presencia, habiendo olvidado por completo a la joven que una vez ayudó.—Lucía.Mientras Lucía estaba absorta e
—Me siento honrado de poder devolver algo a mi lugar de origen, especialmente a la institución que me formó—expresó con agrado Nicolás.El director Benítez no ocultaba su satisfacción al ver que sus exalumnos alcanzaban el éxito y contribuían al renombre de la escuela.Lucía, que apenas había puesto un pie en el colegio desde que se incorporó al mundo laboral, permaneció completamente callada, muy atenta a la conversación.Le causó una gran impresión la generosa donación de Nicolás, que ascendía a cinco millones de dólares. A pesar de haber triunfado en el extranjero, no había perdido la gran conexión con sus orígenes. Reflexionó ya que muchos otros, tras alcanzar el éxito lejos de casa, no se molestaban en regresar o contribuir en algo.—Lucía, tengo entendido que ahora trabajas en el Grupo Rodríguez—comentó de repente el director Benítez.Lucía se sorprendió demasiado.El director preguntó con interés: —¿Cómo te va?—¿Cómo lo sabe usted señor director? —preguntó Lucía, asombrada de
Quizás estaba muy preocupado por ella, aunque ahora estuviera bien. Sin embargo, le sorprendió demasiado que se hubiera enterado tan pronto.—Parece que las noticias llegaron hasta el extranjero—comentó Lucía.—Volví por un tiempo en ese año—añadió Nicolás.Lucía lo miró, sin entender hasta adónde quería llegar, pero él continuó: —Aunque regresé del extranjero con rapidez, sin siquiera poder consolarte.—No importa, en ese entonces no éramos tan cercanos—dijo Lucía.Nicolás sonrió: —Es cierto, al menos desde tu perspectiva así era. — Luego cambió de tono: —Pero ahora que lo pienso muy bien, me arrepiento. Si no me hubiera ido, quizás las cosas serían diferentes. Podría haberte protegido en ese momento de peligro, evitándote ese terrible daño. Me hubieran secuestrado a mí en lugar de a ti.—Qué bromista eres—respondió Lucía al instante, sin tomarlo muy en serio dado el tono medio en broma.—Tomás me contó que desarrollaste trastorno de estrés postraumático y tardaste medio año en rec
Lucía descartó en ese momento la posibilidad de que Nicolás se interesara en ella, considerando que hacía poco tiempo que había regresado.Mientras caminaban juntos, Nicolás parecía disfrutar del tranquilo momento, con una sonrisa sutil en su rostro.De pronto, un vehículo pasó cerca, perturbando por completo la calma. Nicolás, temiendo por la seguridad de Lucía, la apartó instintivamente, posicionándose él mismo del lado de la calle.Mateo presenció toda la escena a través del espejo retrovisor. Su rostro se tensó demasiado, frunciendo el ceño y apretando los labios al notar la expresión relajada de Lucía. Era evidente que ella se sentía muy cómoda en compañía de Nicolás. No era la primera vez que los veía juntos a sus espaldas.Un pensamiento cruzó rápidamente por la mente de Mateo: ¿No era Theo el hombre que supuestamente le gustaba a Lucía? Nicolás claramente no se llamaba Theo.Mateo cerró los puños con fuerza, sintiendo una mezcla de irritación tanto por el hombre que Lucía guard
Mateo no creía que fueran simples coincidencias. Tantos encuentros “casuales” y la evidente alegría de Lucía al ver a Nicolás le decían simplemente otra cosa.—¡Señor Rodríguez, ya llegó!El director Benítez, al ver llegar a Mateo, se acercó muy atento a recibirlo. Sin percatarse de la tensión entre ellos, exclamó entusiasmado:—Ya que estamos todos reunidos, vamos al restaurante. Los invito a una buena comida con los mejores platillos y bebidas.Mateo simplemente saludó al director, sin decir mucho.Después de varios encuentros, el director Benítez ya conocía un poco a Mateo: de carácter algo frío, poco dado a las formalidades, pero eficiente y decidido en sus acciones. Por eso no le dio mayor importancia alguna a su actitud.Nicolás, cortésmente, dijo:—Adelante, señor Rodríguez.Mateo, con expresión fría, subió de inmediato al auto.No invitó a Lucía, queriendo ver cómo reaccionaría ella.Javier, siendo perspicaz, intervino mirando a Lucía:—Señorita Díaz, ¿por qué no se sienta junt