En ese preciso instante, Lucía reunió el coraje suficiente y decidió buscar al joven que la había rescatado. Estaba determinada a no dejar que ese trauma la dominara para siempre. Tras medio año de recuperación, regresó de nuevo al colegio e indagó por todas partes sobre él. Al final, descubrió que estudiaba en la preparatoria más prestigiosa de la ciudad y se llamaba Mateo Rodríguez, aunque lo conocían simplemente como Theo.Con gran dedicación, logró ser admitida en esa misma escuela.Sin embargo, una vez allí, solo lo observaba de manera discreta, sin atreverse a abordarlo. Lo veía destacar en el equipo de baloncesto, sobresalir en sus estudios y notaba que provenía de una familia muy acomodada.Era tan brillante que Lucía se sentía realmente inferior, por lo que se limitaba a admirarlo desde la distancia.Incluso cuando pasaba cerca de él, Mateo ni siquiera reparaba en su presencia, habiendo olvidado por completo a la joven que una vez ayudó.—Lucía.Mientras Lucía estaba absorta e
—Me siento honrado de poder devolver algo a mi lugar de origen, especialmente a la institución que me formó—expresó con agrado Nicolás.El director Benítez no ocultaba su satisfacción al ver que sus exalumnos alcanzaban el éxito y contribuían al renombre de la escuela.Lucía, que apenas había puesto un pie en el colegio desde que se incorporó al mundo laboral, permaneció completamente callada, muy atenta a la conversación.Le causó una gran impresión la generosa donación de Nicolás, que ascendía a cinco millones de dólares. A pesar de haber triunfado en el extranjero, no había perdido la gran conexión con sus orígenes. Reflexionó ya que muchos otros, tras alcanzar el éxito lejos de casa, no se molestaban en regresar o contribuir en algo.—Lucía, tengo entendido que ahora trabajas en el Grupo Rodríguez—comentó de repente el director Benítez.Lucía se sorprendió demasiado.El director preguntó con interés: —¿Cómo te va?—¿Cómo lo sabe usted señor director? —preguntó Lucía, asombrada de
Quizás estaba muy preocupado por ella, aunque ahora estuviera bien. Sin embargo, le sorprendió demasiado que se hubiera enterado tan pronto.—Parece que las noticias llegaron hasta el extranjero—comentó Lucía.—Volví por un tiempo en ese año—añadió Nicolás.Lucía lo miró, sin entender hasta adónde quería llegar, pero él continuó: —Aunque regresé del extranjero con rapidez, sin siquiera poder consolarte.—No importa, en ese entonces no éramos tan cercanos—dijo Lucía.Nicolás sonrió: —Es cierto, al menos desde tu perspectiva así era. — Luego cambió de tono: —Pero ahora que lo pienso muy bien, me arrepiento. Si no me hubiera ido, quizás las cosas serían diferentes. Podría haberte protegido en ese momento de peligro, evitándote ese terrible daño. Me hubieran secuestrado a mí en lugar de a ti.—Qué bromista eres—respondió Lucía al instante, sin tomarlo muy en serio dado el tono medio en broma.—Tomás me contó que desarrollaste trastorno de estrés postraumático y tardaste medio año en rec
Lucía descartó en ese momento la posibilidad de que Nicolás se interesara en ella, considerando que hacía poco tiempo que había regresado.Mientras caminaban juntos, Nicolás parecía disfrutar del tranquilo momento, con una sonrisa sutil en su rostro.De pronto, un vehículo pasó cerca, perturbando por completo la calma. Nicolás, temiendo por la seguridad de Lucía, la apartó instintivamente, posicionándose él mismo del lado de la calle.Mateo presenció toda la escena a través del espejo retrovisor. Su rostro se tensó demasiado, frunciendo el ceño y apretando los labios al notar la expresión relajada de Lucía. Era evidente que ella se sentía muy cómoda en compañía de Nicolás. No era la primera vez que los veía juntos a sus espaldas.Un pensamiento cruzó rápidamente por la mente de Mateo: ¿No era Theo el hombre que supuestamente le gustaba a Lucía? Nicolás claramente no se llamaba Theo.Mateo cerró los puños con fuerza, sintiendo una mezcla de irritación tanto por el hombre que Lucía guard
Mateo no creía que fueran simples coincidencias. Tantos encuentros “casuales” y la evidente alegría de Lucía al ver a Nicolás le decían simplemente otra cosa.—¡Señor Rodríguez, ya llegó!El director Benítez, al ver llegar a Mateo, se acercó muy atento a recibirlo. Sin percatarse de la tensión entre ellos, exclamó entusiasmado:—Ya que estamos todos reunidos, vamos al restaurante. Los invito a una buena comida con los mejores platillos y bebidas.Mateo simplemente saludó al director, sin decir mucho.Después de varios encuentros, el director Benítez ya conocía un poco a Mateo: de carácter algo frío, poco dado a las formalidades, pero eficiente y decidido en sus acciones. Por eso no le dio mayor importancia alguna a su actitud.Nicolás, cortésmente, dijo:—Adelante, señor Rodríguez.Mateo, con expresión fría, subió de inmediato al auto.No invitó a Lucía, queriendo ver cómo reaccionaría ella.Javier, siendo perspicaz, intervino mirando a Lucía:—Señorita Díaz, ¿por qué no se sienta junt
Lucía se quedó perpleja por un momento. "¿No debería él estar más ansioso por encontrar a esta mujer? ¿O acaso me está poniendo a prueba?", pensó. Sin entender del todo, decidió mejor seguirle la corriente:—Señor Rodríguez, cualquier tarea que usted me encomiende, la cumpliré a cabalidad. No solo esta, sino todas las demás también.Pensó que esta respuesta era en ese momento adecuada. Como su secretaria, debía seguir sus órdenes en el trabajo. Además, esto demostraba su lealtad hacia él.Su rostro no mostraba ni una señal de tristeza; incluso parecía dispuesta a ayudarlo a encontrar a la mujer con la que se había acostado. Ya fuera como su esposa o como su simple secretaria, se mostraba extraordinariamente comprensiva.Mateo apartó la mirada, con expresión sombría, y comentó secamente:—Señorita Díaz, es usted una secretaria muy competente. En realidad, no sé qué haría sin usted.Lucía, que hasta ese momento había estado muy tensa, se relajó un poco al escuchar el elogio y respondió f
—También es bastante lógico que Lucía tenga tantos pretendientes y sea selectiva, considerando esa cara tan bonita que tiene —comentó el director Benítez, volviendo su mirada hacia Nicolás con una sonrisa cómplice—. Y tú, Nicolás, tampoco te quedas atrás... ¡Joven, prometedor, de excelente carácter y con un futuro brillante por delante!Mientras escuchaba semejantes piropos, Mateo se fue avergonzando. Era evidente que el director Benítez tenía gran estima por Nicolás y se esmeraba en hacerles el favor de casamentero entre ellos.—Por favor, director, me halaga usted demasiado —respondió Nicolás con modestia, lanzándole una mirada hacia Mateo—. Aunque si hablamos de cualidades excepcionales, Lucía es sin duda la persona más extraordinaria que he conocido. Merece ser amada y protegida como el gran tesoro que es.Las palabras de Nicolás tomaron por sorpresa a Lucía y la conmovieron profundamente. Él la había descrito como una persona extraordinaria que merecía ser tratada con especial cui
El director Benítez tenía una única y querida hija a quien consentía inmensamente. Si bien la reprendía con suavidad frente a los invitados, en la intimidad del hogar la protegía en su jaula de oro.Él era selectivo al llevarla a eventos sociales, permitiéndole asistir solo cuando ella manifestaba genuino interés. Sin embargo, nunca se había atrevido a presentarle a Mateo, temiendo que su hija no pudiera lidiar con alguien de temperamento tan indómito.Tiempo atrás, había contemplado la idea de presentarle a Nicolás, convencido de que su afable personalidad garantizaría la felicidad de su hija en el matrimonio. Pero las circunstancias habían cambiado, pues era innegable para todos que el corazón de Nicolás se inclinaba hacia Lucía.Al notar el interés de Milena por Mateo, decidió respetar sus deseos y dar espacio a que algo pudiera florecer entre ellos.A la reunión también acudieron otros amigos cercanos del director Benítez, en su mayoría caballeros de edad avanzada que habían visto