Capítulo89
—Lucía—llamó Mateo.

Lucía levantó la mirada:

—¿Sí?

—La mujer de aquella noche eras tú.

Lucía se tensó por un momento, incapaz siquiera de reaccionar con naturalidad, pero rápidamente soltó una ligera risa:

—Señor Rodríguez, ¡qué chistoso es usted! Yo ni siquiera llegué al lugar hasta el día siguiente. Hasta mandé a Paula a llevarle la ropa. Si hubiera sido yo la mujer de esa noche, usted ya se habría dado cuenta de esto, ¿no cree? Ojalá hubiera sido yo. A lo mejor hasta ya tendríamos un hijo.

La aparente tranquilidad de ella sembró cierta incertidumbre en Mateo. Sin embargo, lo que realmente lo dejó perplejo fue su falta de reacción, como si le diera igual que su marido hubiera compartido la cama con otra.

Con tono sombrío, dijo:

—¡Pues averigua bien y aclara esto de una vez por todas! — Y salió apresurado de la habitación.

La sonrisa de Lucía se desvaneció cuando él se fue, sumida en dudas.

Antes de que pudiera pensar algo más, entró el médico y, al verla sola, preguntó:

—¿Dónde e
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