Capítulo55
Mateo envolvió a Lucía en un abrazo protector, como si quisiera escudarla de todo daño. La estrechó con fuerza contra su pecho, deseando poder rodearla por completo y mantenerla a salvo de cualquier tipo de amenaza.

Apoyando con delicadeza su mentón sobre la cabeza de ella, respondió con voz cargada de remordimiento:

—Estoy aquí, Lucía. Ya pasó todo, estás a salvo ahora. No dejaré que nada malo te pase.

Lucía, con el rostro hundido en el pecho de Mateo, seguía temblando de manera incontrolable. Entre sollozos entrecortados, exclamó:

—¿Por qué tardaste tanto? Un poco más y... ¡y no te hubiera vuelto a ver nunca!

Mateo, sosteniendo a Lucía cuyos labios habían perdido todo color, apretó los puños con fuerza. La ira ardía en sus ojos, pero se contuvo, concentrándose en consolar a Lucía. Quería transmitirle seguridad, borrar por completo el trauma que acababa de vivir.

—Perdóname, llegué tarde. No tengas miedo, nunca más te dejaré sola, te lo prometo—le susurró con mucha ternura.

Había ve
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