Capítulo57
Al abrir la puerta del baño, Mateo vio a Lucía sentada en la bañera, frotándose el cuerpo con fuerza y en completo silencio, temerosa de que él la escuchara.

—¡Lucía, detente! —exclamó Mateo, acercándose rápidamente para sujetar sus manos con fuerza y evitar que siguiera lastimándose.

Con los ojos enrojecidos, Lucía intentó con todas sus fuerzas zafarse, luchando desesperadamente:

—No me toques, estoy sucia...

—No estás sucia—murmuró Mateo, abrazándola para impedir que se hiciera daño. —No estás sucia en lo absoluto.

Lucía solo podía recordar una y otra vez la escena sobre la mesa, sintiendo náuseas. El simple roce de Mateo la hacía sentir impura. Negó con la cabeza:

—No intentes consolarme. Sé que estoy sucia. ¡Hasta yo misma me doy asco!

Continuó frotando su cuerpo enrojecido.

—Lucía—la llamaba Mateo, pero ella absorta en sus pensamientos no lo escuchaba.

Seguía limpiando cada parte de su cuerpo, repitiendo una y otra vez esta acción:

—Estoy sucia, tengo que limpiarme.

—Yo...—Luc
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