Capítulo 126
Esto asustó bastante a Lucía.

Antes, incluso cuando estaba gravemente herida o enferma, él nunca se había mostrado tan preocupado. De hecho, cuando estaba ocupado con el trabajo, solía ignorar por completo sus sentimientos. Y ahora que no necesitaba su compañía, él insistía en acompañarla, lo que la ponía en un verdadero dilema.

—Entremos —dijo Mateo al ver que otras personas querían usar el ascensor—. Podemos seguir hablando adentro.

Se habían quedado en la entrada del ascensor durante bastante tiempo.

Lucía por fin entró con él. Su mano en el bolsillo apretaba el papel del registro, que parecía quemarle. De todos los días posibles, tenía que encontrarlo justamente hoy.

Mateo, de pie en el ascensor, miraba al frente, pero preocupado por ella, preguntó: —¿Has desayunado?

Lucía no respondió, ansiosa en ese momento por encontrar una manera de escapar de su lado.

Al notar su silencio, él la miró y vio de inmediato expresión preocupada, como si algo la inquietara.

—Lucía.

Ella se sobresalt
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