Capítulo 128
Milena pareció sorprendida de verlos, pero de inmediato recuperó la compostura y sonrió: —Emanuel, mi madre y yo hemos venido a visitarte.

—Emanuel —saludó la madre de Milena.

Lucía reflexionó sobre cómo este anciano, tan respetado por Mateo, también conocía a los Benítez, y aparentemente con cierta familiaridad.

—¿Cómo es que han venido todos? —sonrió con agrado Emanuel.

—Por supuesto que venimos a verlo cuando está enfermo.

Milena colocó con agrado las flores en un jarrón y abrazó afectuosa a Emanuel: —Pero veo Emanuel que tienes visitas.

—Mateo, el nieto de mi compañero de armas, que es como mi propio nieto —explicó al instante Emanuel.

—Ya nos conocemos —respondió Milena, en ese momento volteándose confiada hacia Mateo—. Hola, señor Rodríguez, nos volvemos a encontrar.

Emanuel preguntó: —¿Acaso, no pasabas mucho tiempo en el extranjero? No sabía que conocías a Mateo.

—Hace unos días, papá nos presentó y cenamos juntos —explicó Milena sin reserva alguna—. Emanuel, papá está ocupado
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