—Mateo...Adriana pensó que era mejor pedirle a Mateo que a Lucía, ya que él tenía más poder de tomar cualquier tipo de decisión:—Mateo, en un mes empiezo mis prácticas, ¿podría ir a tu empresa? No tengo dónde ir por ahora, solo necesito el certificado de prácticas, no les causaré problemas ni mayor inconveniente.—Somos la tía y prima de Lucía —pronuncio Lily—. Ayuda a tu prima política para que pueda tener un buen trabajo en el futuro.Lucía sorprendida . Estaban usando el hecho de que Mateo era su esposo para intentar sacarle dinero. No les había bastado con aprovecharse de su familia antes, ahora querían aprovecharse también de Mateo.Miró a Mateo algo preocupada, teniendo mucho miedo que se llevara una mala impresión de su familia, especialmente siendo su primer encuentro. Además, su relación con Mateo no era tan cercana como para estar limpiando los desastres de toda la familia Díaz. Esto solo la perjudicaba.—Tía —dijo Lucía de manera educada—, así no se hacen las cosas. Lo qu
Ana, que casi muere del disgusto por Lily, al ver que la pareja se llevaba tan bien, se sintió mejor. Si su hija estaba bien, no había problema en el mundo que no se pudiera resolver.Queriendo proteger su relación con ella, dijo:—Lucía, Mateo solo ayuda por consideración a ti. Él es bueno contigo, tú también deberías ser buena con él.Al escucharlo, Lucía miró de nuevo a Mateo.¿Cuándo había logrado ganarse así y de esa manera a su madre para que lo defendiera?A Mateo le agradó demasiado y le dijo a Ana:—Mamá, qué bueno que me defiendes.Ana sonrió:—Por supuesto, no soy tonta, puedo ver lo bueno que eres.Su mirada se dirigió directo a Tomás.Tomás los observaba con sentimientos encontrados.Se alegraba de que Lucía, al casarse, no hubiera sufrido demasiadoPero le preocupaba cuánto duraría esto y si su hija era feliz o no.Se quedaron un rato más hasta completar todos los trámites correspondientes de Tomás.Estaría una semana en el hospital y podría volver a casa, ya que no tenía
Al principio su carrera como actriz fue determinante.En la celebración de los Rodríguez, cuando Mateo negó públicamente su relación, ella perdió mucha credibilidad.En el mundo del espectáculo, lleno de intrigas, no faltaban las burlas sobre su situación.Pero Camila era inteligente y sabía muy bien que Mateo la protegería a toda costa, convirtiéndose así en su patrocinador más importante. Después de buscar a Mateo aquella vez, sus oportunidades volvieron a multiplicarse.Ocupada filmando películas, ya no tenía tiempo para molestar a Lucía.Lucía disfrutaba de más tranquilidad.Prefería no preocuparse por estas cosas tan insignificantes.Cuanto más pensaba sobre ese asunto, más le molestaba; era mejor no darle mayor importancia.Pero Paula, después de mirar a su alrededor, le susurró:—Lucía, me equivoqué antes, discúlpame. Ya no volveré a murmurar sobre ti y el señor Rodríguez.—¿Por qué dices eso? —preguntó Lucía.Paula sorprendido dijo: —El señor Rodríguez está casado y aun así ma
La recepcionista, que la había visto varios días seguidos, notando su persistencia, le dijo:—Déjeme preguntar por teléfono, espere un momento.Karen, manteniendo la esperanza, respondió:—Muchas gracias, muy amable.La recepcionista hizo la llamada y educadamente le informó:—Señorita, el señor Rodríguez no está en la empresa, por favor vuelva otro día.Nunca estaba, ¿cómo podía ser tanta coincidencia?Esta vez Karen insistió:—¿Podría llamarlo directamente? Dígale que Karen preparó algunos platillos especiales y que quería que los probara con él. Me iré en cuanto los pruebe.La recepcionista, acostumbrada a ver mujeres intentando conquistar a Mateo, intentó despedirla:—El señor Rodríguez está muy ocupado, no recibe a gente sin cita.—No necesito de ninguna cita, yo soy...Karen casi lloraba de la desilusión, pero no podía explicar quién era ella para Mateo.—Señorita, por favor no interfiera más en mi trabajo —advirtió una vez más la recepcionista.Karen, que llevaba varios días esp
Cuanto más escuchaba a Lucía, más absurdo le parecía:—Estás imaginando demasiado, todo lo que dije es verdad.—¿Te atreves a decir que no te gusta el señor Rodríguez? —preguntó Karen mirándola a los ojos.Ya que hablaban de verdades, Lucía se quedó sin palabras ante esta pregunta.—Tu silencio lo confirma todo.Como mujer, su presentimiento era acertado: Lucía estaba enamorada de Mateo.Después de tantos años, Mateo no se había enamorado de ella, lo que significaba que no tenían futuro alguno.Pero Lucía tampoco permitía que otras mujeres se le acercaran al señor Rodríguez.Por eso tenía tan poco ningún tipo de rumores románticos, seguramente ella había interferido bastante.—Señorita Díaz, podemos competir de manera justa. Si pierdo así y de esa manera, lo aceptaré —dijo Karen con gran sensatez—. Si el señor Rodríguez no me quiere, me retiraré y no lo molestaré más.Lucía encontró esto un poco ridículo:—¿De verdad crees que te veo como una rival?Karen lo tenía claro:—Sé que has es
El auto se alejó del edificio.Lucía observó la sombra del vehículo alejarse, sus manos de manera inconsciente se cerraron en forma de puño.—Así que la señorita no mentía, al parecer no tiene conexión con el señor Rodríguez —dudó la recepcionista.—Se la llevó en brazos, su relación debe ser buena. Si el señor Rodríguez nos culpa, estaremos en serios problemas.Al escucharlo, el ánimo de Lucía decayó. Había visto tanto la frialdad de Mateo con algunas mujeres como su ternura con otras.Todo dependía simplemente de si le gustaban o no.Cuando le gustaba Camila, la llevaba nervioso al hospital por una pequeña herida.Y ahora se preocupaba por Karen, llevándola de inmediato al hospital después de a ver recibido un golpe.La recepcionista, preocupada y temiendo ser la autora intelectual del accidente, le pidió a Lucía:—Lucía, si el señor Rodríguez pide explicaciones, ¿podrías hablar a nuestro favor?Lucía volvió en sí, controlando sus emociones:—Fue un accidente, no tienen que sentirse
Emanuel podía identificarse a la perfección con esas historias.Después de tantas guerras, sabía lo difícil que había sido llegar hasta el día de hoy.Un país fuerte no sería intimidado tan fácil, había que proteger bien su hogar conseguido con tanto esfuerzo.Lucía no había vivido la crueldad de esa época, pero entendía que la juventud había sido el momento más glorioso de Emanuel. Ahora, aunque mayor, aún quería hacer más por su país.Los ojos de Emanuel se enrojecieron mientras hablaba.Lucía escuchaba con atención, y al ver la cicatriz de bala en su pierna, comprendió sus verdaderas dificultades.—Emanuel, ahora el país es fuerte, tiene mucho talento, no habrá ningún tipo de guerras —lo consoló Lucía al instante.—No hay que ser demasiado arrogantes —respondió Emanuel.De repente, recordando algo, y sonrió:—Aunque sí hay mucho talento. Mateo es uno de ellos, tan joven y ya tenía méritos militares. Todo por culpa de Pablo, que insistió en que volviera a heredar el negocio familiar.
Le estaba advirtiendo a Lucía. Que cuidara muy bien a su marido, no dejara que otras personas se aprovecharan de la oportunidad.Lucía no quería que Emanuel, estando enfermo, se preocupara por su relación con Mateo:—Lo sé, Mateo ya me lo ha hecho saber. Emanuel, está cayendo la noche y hace fresco,entremos.—De acuerdo— Emanuel, prudente, no dijo ni una sola palabra más.Lucía lo llevó a su habitación y se despidió, dudando si ir a ginecología o no.Justo entonces Karen la llamó:—Señorita Díaz, ¿podría venir al hospital? Necesito decirle algo.Lucía decidió ir.Javier vigilaba en la puerta y al ver a Lucía, pareció estar desconcertado.Como si temiera su presencia.—Señorita Díaz, ¿qué hace aquí? —sonrió de manera fingida.Con calma, Lucía preguntó:—¿Qué ha pasado?—Emm, mejor llamemos primero al señor Rodríguez...Su discreción despertó las sospechas de Lucía:—¿Hay algo al respecto que yo no deba saber?Javier dudaba en hablar, pero mirando a Karen en la habitación, suspiró:—Mejo