LEONARDHace 3 años.Estoy molido, acabo de llegar de Berlín y ahora tengo que verle la cara a mi padre. Me había llamado a su oficinaÉl se había obsesionado con enviarme a Montreal, en los últimos meses algo o alguien había sembrado la idea de comenzar a hacer alianzas con “la competencia” nunca había querido hacerlo y me había parecido muy sospechoso.Vial Corporación había sido la eterna competencia de mi familia desde sus inicios en la industria tecnológica, aunque me parecía completamente una locura, quizá conseguiríamos algo bueno de esto. —Debes convencerlos—ordenó desde su asiento.Me daba la espalda, mirando hacia el enorme ventanal con vista a la plena ciudad de Nápoles, fumaba un puro y el olor siempre me había parecido nauseabundo.—Aun no entiendo su insistencia —contesté—, en los últimos años Prometheus ha ido innovando mucho mejor que ellos—No levantes la voz, me repetí—, si me lo permite, estamos a quizá tres pasos más allá de ellos.—Quizá—repitió, y sabía a la perf
LEONARDLas horas de vuelo parecían interminables, estaba tan impaciente por conocerla, preferí dormir antes de que la azafata regresara a molestar con su intento mediocre de coqueteo.Desde que Carlo y yo subimos al jet, está se había subido la falda más de lo permitido, y se había abierto el escote, quizá en otro tiempo hubiese caído, pero ahora no, estaba más ansioso por conocer a la pequeña fierecilla de los Vial.Estaba cansado, tantos viajes y negocios durante cinco meses seguidos me estaban cobrando factura.Mantuve el expediente entre mis manos, lo repasé una y otra vez hasta que sus datos quedaran grabados a fuego en mi mente, solo un día me bastó para obsesionarme con ella.Al parecer, la había conocido, una vez en la mansión de su abuelo ¿Cómo pude ser tan tonto de no haberla reconocido?Claude había invitado a mis padres a una ceremonia de aniversario matrimonial, era más una fiesta informal, por eso me llevaron. Tenía doce años, había otros chicos de mi edad, los conocía
LEONARD—Maldita sea—gruñí golpeando el ventanal.Ya en mi oficina, apenas pude notar mi reflejo por sobre el exótico Montreal.Carlo entró sin tocar a mi oficina.—Señor …—¿Che cosa? —(¿Qué?) volví a gruir sin mirarlo.Lo escuché soltando un bufido.—Bien—protestó—, si no quieres escuchar lo que tengo que decir me voy…Solté el aire exasperado.—Sembri una donna scontrosa—(suenas a una mujer malhumorada), me quejé—, Parla —(habla).—Muy bien —siguió, se acercó al escritorio con una sonrisa oculta, depositó unos papeles —, traigo la respuesta del abogado.—¿Y? —me aproximé ansioso.—Tres semanas de matrimonio—me acercó los papeles— , si firmas ahora, claro que si no quieres—iba a retirar los papeles.—Dame el maldito bolígrafo de una buena vez —se los arrebaté y firmé con urgencia las tres hojas.Un poco de estrés se redujo.—Solo falta la fidanzata —(novia) Carlo también estaba aliviado.Él había sufrido tanto como yo estos años y meses.—Debe aceptar ese cheque, tendrá en el cuell
AUDREY ¡Podría tragarme la tierra de una buena vez!Bien Travis podría ponerme una soga al cuello y arrastrar mi cadáver por todo Downtown en su maldito Bentley continental.Nos dirigíamos al restaurant Plaza Athénée para ver a mis padres y a mi hermano Nathe.—No diré nada de lo que pasó—dijo al fin mi hermano—, sé que sabrás salir de esta.—Gracias—solté el aire con alivio, lo menos que quería era que mi familia se enterara de otro “escándalo de la oveja negra”—Debo advertirte que los hombres casados, rara vez cumplen las promesas que hacen.Genial ahora todo mundo era experto en este campo.—En realidad—contesté—, no estaba esperando nada de él.—Pero ha dicho que estaba enamorado de ti—me lanzó una miradita—, es muy raro que los hombres admitan su amor abiertamente.—Sí, claro—rodeé los ojos.No quería creer lo que mi hermano me decía.—Bueno, hermanita, me dijiste que no me metiera en tu vida y no lo haré, tú sabrás lo que haces. De mi parte no saldrá nada, haré caso omiso a lo
AUDREYLos días pasaban tan rápido que cuando llegó el sábado los nervios se apoderaron de mí, ya no tenía tiempo para pasearme las horas en el centro comercial, así que escarbé en mi closet, entre los vestidos con etiqueta, había uno rojo, verde, celeste, ultramar y dos de color rosa.Me debatí entre el celeste y el verde, pero cuando tuve el verde entre las manos, supe las zapatillas correctas, en tiempo récord tomé una ducha, me embroqué el vestido y comencé mi arduo trabajo con el maquillaje y peinado suelto en hondas vintage, el cabello así hacía resaltar mi perfil y estilizaba mi cuello.Tomé un pequeño bolso donde metí mi móvil, bajé para encontrarme con Erick.Esta vez iba a ir sola, Jade aún estaba en su viaje de negocios, y Rose no podía con las náuseas, estaba considerando regresar a casa y envolverme bajo las sabanas para dormir hasta tarde, pero si quería abrirme camino para encontrar más recursos para la división de Neuro, estaba más que obligada a ir.No tardamos mucho
AUDREYA regaña dientes y a escondidas de todos, nos escabullimos por la cocina, el caos estaba desatado en ese lugar y todos estaban tan inmersos en sus trabajos que no repararon en nosotros al pasar, topamos el almacén de carga y ahí estaba el pasillo para los camiones, afortunadamente no había nadie, solo un solitario camión a la espera de descargar, Leonard se dirigió a este. —¿Qué haces? —tiré de su mano.—No podemos irnos en nuestros autos y arriesgar a que nos vean ¿no?—¿Va… vamos a robarlo?—Diría que a tomarlo prestado—sonrió anchamenteDio un salto para bajar la plataforma de descarga y caer en el asfalto, se giró para estirar los brazos hacia mí, mi corazón comenzó a martillear con fuerza.—Ven, no te dejaré caer—estiró sus dedos.Dudé un momento, pero ya estaba aquí, y no podía echarme hacia atrás.Estiré mis brazos y toqué los suyos, Leonard me tomó por la cintura y con agilidad me cargó, me pegó hacia él haciendo que me deslizara por su pecho, mi vestido se levantó ha
Tenía dos opciones cuando desperté al día siguiente, seguir dormida a su lado o salir corriendo y aparentar que nada sucedió.Diez minutos después, Erick me esperaba bajo el hotel de Leonard, quien tenía, al parecer, el sueño bastante pesado. Dejé su saco a los pies de la cama, lo observé un poco antes de que Erick me contestara de vuelta, salí en silencio de su habitación, y del hotel.El resto de la semana había pasado sumamente rápido, era jueves por la mañana Jade y yo esperábamos a Rose bajo su apartamento en mi Jeep.—Estoy nerviosa —dijo Jade—, me gustaría saber si es otra mujercita como nosotras, aunque también me gustaría que fuera niño, ¿te imaginas un niño pelirrojo? Ese niño no se va a salvar de los apodos que le ponga.Jade, estaba completamente emocionada, igual que yo, aunque me preocupaba un poco el asunto del padre. Rose salió de su departamento, pero su semblante era muy pálido—Guao, se ve un poco mal —susurré, bajaba los tres escalones de la entrada y esperaba cruz
Era viernes, Carlo estaba haciendo check out de la suite de mi hotel, nos encontrábamos en los Ángeles. Después de pasar cuatro días en esta selva ruidosa; no pude concentrarme, me debatí entre la ansiedad por el divorcio y la abstinencia del no haber visto a mi fierecilla. Mi fierecilla debía saber los días que se contaban para mi separación oficial.3980.89 kilómetros y 5 horas con 27 minutos después, me dirigí directamente hasta el edificio de los Vial.—¿No piensas darme una tregua? —se quejó Carlo.—¿De cuándo acá te quejas de esto?—Desde que me tienes viajando cuatro días seguidos ¿piensas que soy de piedra? —bufó—, y ahora vamos hacia los Vial, ella ya te rechazó.—Y no pienso darme por vencido—Carlo volvió a soltar un bufido—, además, ¿de qué te quejas? La reunión es con Nathaniel—silencio—. ¿Qué no se hicieron muy buenos amigos?Conocía a mi amigo bastante bien, desvió la mirada de mí.—No… no creo que el joven Vial se haya considerado mi amigo.Podría seguir molestándolo, p