Un silencio reverente invadió la habitación cuando la mujer comenzó a hablar. Se dirigió a las dos chicas con voz trémula, narrando la dolorosa historia de su vida. —Hace más de veintidós años tomé la difícil decisión de dar en adopción a mi hija. Aunque vi en ella una luz brillante que iluminaba mi vida, sabía que en ese momento no podría ser la madre que ella necesitaba. Mi entorno era inestable y mi pobreza era una carga demasiado grande para ella—, dijo con tristeza.Las dos chicas escucharon sus palabras en silencio, Valentina comprendiendo su enorme sacrificio. Sus palabras resonaban en su alma, y le conmovieron hasta el fondo de su ser.—¿No será que está tratando de lavar su comportamiento? No es la primera mujer que queda sola con un hijo, y la mayoría guerrea como las buenas para que nada les falte… —comenzó a decir Sara, pero su diálogo fue interrumpido cuando Valentina le dio un codazo por la cintura y le hizo gesto que se callara.—No se preocupe, señora Ángela, solo qui
Valentina y Sara ni en sus sueños más optimistas se imaginaron que la floristería tendría ese flujo de clientes, incluso debieron cerrarla por minutos mientras atendían a un grupo de personas, durante más de ocho horas no tuvieron el mínimo descanso; para su alivio su pequeño hijo se había ido con Esteban, por lo cual se encontraban ellas dos, la trabajadora que habían contratado y Ángela que se decidió a darle una mano.Cuando cerraron la floristería, se sentaron detrás del mostrador por completo agotadas, tomando un bien merecido descanso, Valentina sentía los pies hinchados, no podía creer que habían trabajado tanto.—¡Por Dios! ¿De dónde salió tanta gente? Es que ni siquiera se trataba de un día especial, parecían como abejas revoloteando la miel—dijo Sara sin poder contener su sorpresa.—Amiga, no es necesario que sea un día especial para que te regalen o regales flores —dijo Valentina con un suspiro.—Te juro que ¡No podía creerlo! —exclamó Sara entre risas—. Desde la primera ho
Ángela al ver a Valentina sintió un momento de quietud, un destello cegador que le recorrió el cuerpo de pies a cabeza. Su respiración se suspendió un instante, sus ojos se abrieron de par en par, y su corazón empezó a latir con fuerza.Era su hija, su niña, la que había tenido que dejar en adopción porque no tenía para alimentarla, Ángela caminó hacia ella como si fuera la primera vez que la veía. Su corazón se aceleró al percibir ese momento tan esperado.Se acercó a ella con pasos vacilantes, temblorosos, y acarició su mejilla suavemente con sus manos que en ese momento estaban frías. Los ojos de la mujer se humedecieron y una lágrima cayó por su rostro.Valentina miró a su alrededor, confundida y asustada por la reacción de Ángela. Sus ojos grandes se llenaron de preguntas incontables, pero no encontró palabras para expresarse. La mujer mayor se dio cuenta de la incomodidad de Valentina y tomó su mano en la suya, tratando de calmarla.Valentina habló con voz baja y temerosa.—¿Qué
Valentina se sorprendió, por un momento creyó que era tanto su deseo de verlos que se los estaba imaginando, fue su padre quien la sacó de su error cuando habló, antes de que ella reaccionara.—¿Qué pasó hija? ¿No está contenta de vernos? —preguntó con un tono de tristeza.Antes de que ella pudiera responder sus palabras, sus padres, la abrazaron, arropándola con su calor y su cariño, como si nunca hubieran estado separados, con el mismo amor, atención, no pudo evitar las lágrimas que brotaron de sus ojos, se aferró a ellos como si la vida dependiera de ellos.—Mi niña ¿Esas lágrimas son de emoción o tristeza? ¿Te pasa algo? ¿Quién te molestó? —le preguntó su madre acariciándole su rostro con ternura.Ella no podía hablar, las palabras se atragantaron en su garganta, porque no podía contener el llanto, los veía como siempre, tan amorosos, sonrientes, no podía quitarles su felicidad y si no lo sabían y ella se los decía, y la impresión les causaba algún, daño, especialmente a su padre,
Sara con la ayuda de la familia de Valentina la llevó a la habitación, después de recostarla en la cama, la puso a oler una esencia para despertarla.Valentina se despertó desesperada. El corazón lo tenía acelerado y respiraba entrecortadamente mientras arañaba el aire. Se sentó en la cama, con los ojos desorbitados. El pánico la envolvió como una espesa niebla, el sueño aún fresco en su mente. Había estado buscando algo, gritando su nombre, pero no podía recordar qué era.El sueño había sido como un débil eco de algo familiar y lejano. Había estado corriendo, con los pies golpeando el suelo, desesperada por encontrarlo. Pero, ¿qué era?Desesperada, saltó de la cama con las piernas temblorosas. Las lágrimas corrían por su rostro, el miedo crecía en su interior. No podía perder a su pequeño. Se imaginó su mata de pelo oscuro rizado, sus grandes ojos azules sus manitas regordetas y sintió un profundo dolor. Aterrorizada, los miró a todos, vio a sus padres, a su amiga, a sus hermanos, i
La muchacha comenzó a recorrer la calle que le tocaba a ella, desesperada por encontrar al pequeño. Cruzó cada esquina y por más que preguntaba y revisaba cada negocio ubicado de un lado a otro, no daba con él, su corazón se encogió de angustia al no encontrarlo. Un momento después, cuando estaba perdiendo la esperanza, vio una cadena con la tarjeta que siempre llevaba el pequeño, y entonces su ánimo se llenó de esperanza. Sabía que estaba cerca de encontrarlo.—Por favor —rogó al cielo implorando dar con él pronto.También le preocupaba el hecho de que la noche comenzaba a caer, deseando para sí que el niño fuera lo suficientemente listo como para recordar todos los consejos que ellas le habían dado por si en algún momento se perdía.Caminó por la calle y llegó hasta la plaza del cuadrado, recorrió todo el lugar con su vista, ansiosa por encontrar a ese pequeño demonio, cuando de pronto lo vio, su corazón se llenó de alegría y sintió alivio. Se acercó con pasos firmes, justo cuando e
Cuatro años y medio después.Valentina y Sara se pararon una al lado de la otra, frente a la puerta de la nueva sucursal de su floristería, mientras veían a la gente entrar y salir. Era la cuarta que inauguraba en los últimos cuatro años y medios en distintos puntos de la ciudad. Habían pasado muchos años desde que habían decidido emprender este camino juntas y ahora, cuando miraban hacia atrás, no podían creer lo lejos que habían llegado.Todo había empezado con una idea sencilla, una idea que las dos habían gestado en su casa, discutiendo los pros y los contras de dar ese paso y de cada decisión que tomaban. A pesar de sus temores, habían decidido dar el paso y aquí estaban, viendo cómo sus planes se hacían realidad.Habían ampliado su mercado, porque ahora no solo se dedicaban a la venta de flores y arreglos, sino peluches, chocolates, alusiones a cumpleaños, bautizos, decoraciones de fiestas y productos propio de ellas.Era un lugar animado y lleno de vida. Los compradores entraba
Luke se quedó de piedra, no podía articular ninguna palabra, y aunque había intentado seguir su vida, no había podido porque ella siempre estaba en sus pensamientos, por mucho tiempo había intentado olvidarla después de no haberla encontrado y tenerla allí fue una fuerte impresión.No sabía qué decir, sintió un sudor frío recorrer su espalda, sintió que el aire le faltaba, se sintió indigno e hizo lo más idiota que podía hacer, salió corriendo y huyó de allí sin decirle una sola palabra, se comportó como un completo cobarde.Al llegar al auto le dijo a Iván.—¡Arranca!—¿Qué pasa? —interrogó su amigo preocupado.—No preguntes y vámonos, por favor —pidió mientras sentía que el estómago se le reducía, su frente sudaba producto de los nervios, estaba aterrado, como nunca lo había estado en su vida.Iván arrancó en silencio, por un tiempo siguió alejándose mientras él no se atrevía ni siquiera abrir la boca, cuando había puesto suficiente distancia entre ellos, le pidió detenerse en una t