Valentina se quedó viendo al médico con su cuerpo tembloroso, allí supo lo que era tener la vida colgando de un hilo, porque si su hijo moría, ella ya no tendría razón alguna para seguir luchando. De sus ojos empezaron a brotar gruesas lágrimas, su corazón estaba a punto de estallar y no podía evitar sentir ese profundo miedo que le empezaba a carcomer la fe que momentos antes había sentido. Ella sabía que el hombre sentado frente a ella tenía la respuesta a su pregunta más importante, pero no sabía por qué razón, permanecía sin responderle, por eso la repitió. —Por favor… no calle más… dígame ¿Dónde está mi bebé? —pronunció en tono titubeante, estaba tan temerosa que le costaba respirar. El médico comenzó a hablar, pero tenía la impresión de que las palabras del hombre estaban en una lengua desconocida, como si estuvieran bajo el agua. Incluso puso su mayor esfuerzo para entenderlo, pero no podía comprender completamente lo que el médico estaba tratando de decirle, no sabía si era
Valentina esperaba ansiosa la respuesta del hombre, con una mezcla de ansiedad y alegría, no sabía qué situación había cambiado en su vida, pero sentía un optimismo que hacía tiempo que no sentía.Después de lo ocurrido en el pasado y la muerte de uno de sus hijos, había pensado que el destino se seguiría ensañando en su contra, pero al haber sobrevivido Paolo y encontrase sano, y ahora ella estar allí, a punto de ser contratada, tenía la sensación de que su futuro y el de su hijo se vislumbraba mejor.—Señor, si no me da su veredicto, va a tener que lidiar con una emergencia, porque le juro que estoy a punto de infartarme —dijo frotándose una mano con la otra de manera nerviosa, el hombre sonrió y extendió la mano.—Bienvenida a las empresas Marinos. Espero que el ambiente de trabajo sea de su agrado. Apenas el hombre habló, ella pegó un grito y comenzó a brincar emocionada, con tanta alegría que hasta terminó besando la frente de su nuevo jefe tomándolo por sorpresa.—Disculpe seño
Capítulo 16. ¿Una esperanza? Valentina en un principio se sintió confundida por las palabras del doctor e incluso se preocupó por la noticia, porque eso le resultaba demasiado misterioso. —Yo pensé que había sido alguien cercano a usted. —No doctor, cuando le dije que no tenía a nadie aquí no le mentí, pero quiero saber quién me ayudó ¿Puede usted averiguarme la identidad de la persona que lo hizo? —Realmente es un tanto difícil, porque administración muchas veces oculta la identidad de esas personas que dan donativos, sin embargo, intentaré encontrar la información, aunque piense que puede ser una búsqueda difícil de encontrar. —Muchas gracias, doctor, de verdad que estaré siempre agradecida con usted, por lo que hizo por mi hijo. —De nada, es mi deber como médico. Valentina se despidió, vio la dirección que le dio el doctor sobre donde estaba su hijo, quería ir a visitarla, pero al mismo tiempo pensaba que quizás no era bueno ir con Paolo, ni sola, al final decidió pedirle a
Valentina no pudo contener su emoción al escuchar las palabras de su amiga. El momento fue tan poderoso que los sentimientos la inundaron, las lágrimas se mezclaron con la sonrisa de sus labios.—¡Mi hijo vivo! —exclamó sin casi poder ver, producto de sus ojos anegados.Sara se acercó a ella, la tomó de la mano y le dijo.—Amiga, dije eso porque debes averiguar bien, quizás esa tumba de tu hijo si exista, pero tampoco me gustaría darte falsas esperanzas. Necesitas mantener la calma y no perder el foco. Mañana iremos al cementerio para ver donde está sepultado el bebé. Solo recuerda que, si me necesitas, estaré aquí para ayudarte. Pero debes mantener la cabeza fría, para que puedas pensar con objetividad.Valentina miró a su amiga con una expresión mezcla de alegría y temor, no pudo controlar las lágrimas, en su interior sentía un rayo de esperanza. Y aunque Sara la estaba diciendo que no se ilusionara, no podía evitar hacerlo.—Gracias, Sara —dijo Valentina, y se abrazaron por un lar
Valentina llegó temprano junto con Sara al Centro Comercial, para limpiarlo antes de que se abriera al público, su amiga decidió ser ella quien ingresara al bebé porque por ser ella nueva, los guardias de seguridad le prestarían más atención.Cuando entraron, Sara fue la encargada de darle las instrucciones e indicarles las tareas que haría, Se encargó de explicarle todos los detalles y las precauciones que debía tomar.—Valentina, creo que lo mejor es que yo tenga al bebé, si me descubren, por el tiempo que tengo trabajando no me van a echar, yo sabré cómo responderle, pero si lo tienes tú y te ven, pueden rescindir de tu servicio.NO TE PRESTES A SACAR, DISTRIBUIR NI A LEER MIS LIBROS EN PDFS, ES UNA VIOLACIÓN DE MI DERECHO DE AUTOR.—¿Y cómo vamos a hacer cuando llegue la hora de alimentarlo? —interrogó con preocupación de terminar echada, apenas empezando a trabajar.—¿Cuántas horas le falta para comer?—Dentro de hora y media le toca.—Entonces en ese lapso, nos encontraremos en
Valentina trató de calmar la respiración, tenía la sensación de que colapsaría, mientras caminaba por el pasillo hacia el despacho del supervisor, temiendo lo peor. Su mente evocaba los momentos cuando fue despedida de su trabajo anterior, temía que le pasara lo mismo.Se llevó la mano a la cabeza en un gesto de desesperación, sus pasos eran lentos, mientras que el camino se le hacía eterno, sentía que sus piernas flaqueaban y su corazón latía desbocado en su pecho. Se preguntaba qué iba a hacer si la despedían de ese trabajo. La necesitaba para poder seguir dando de comer a su hijo, para poder mantener el techo sobre sus cabezas y también para poder comprarle todo lo que anhelaba darle. Sus lágrimas inundaron sus mejillas.Cuando llegaron a la oficina, el hombre le indicó que tomara asiento en una silla frente al escritorio. Valentina estaba temblando de miedo por lo que podría suceder, mientras acunaba a su hijo en sus brazos, no pudo evitar recorrer el lugar con sus ojos, llamándol
Él se giró y la vio parada tras él, con la boca, abierta y los ojos muy abiertos. Él también abrió los ojos y la miró con curiosidad, mientras tanto, ella no pudo evitar emitir una expresión de decepción. Mientras Valentina una vez más, pensaba que había sido víctima de su propia imaginación. Se disculpó, y él sonrió con bondad, extendiendo su mano para tocar su mano con cuidado.—Temo que está equivocada señorita, no soy él —dijo afablemente—¿La conozco de algún lado?—No creo, lo siento mucho, fue que lo confundí con otra persona —lo siento.—No se preocupe a veces eso pasa, y lamento no poder ayudarla, porque el único Giovani que conocí fue mi bisabuelo, murió hace unos años, y no creo que sea el caballero que usted anda buscando —expresó sonriente y ella se sintió avergonzada.—No, no creo que sea su abuelo —por un momento se quedaron en silencio y él se presentó.—Alessandro Ferrari, soy el nuevo… —antes de que él terminara de hablar, apareció el gerente.—¿Qué hace aquí, señorit
Un silencio reverente invadió la habitación cuando la mujer comenzó a hablar. Se dirigió a las dos chicas con voz trémula, narrando la dolorosa historia de su vida. —Hace más de veintidós años tomé la difícil decisión de dar en adopción a mi hija. Aunque vi en ella una luz brillante que iluminaba mi vida, sabía que en ese momento no podría ser la madre que ella necesitaba. Mi entorno era inestable y mi pobreza era una carga demasiado grande para ella—, dijo con tristeza.Las dos chicas escucharon sus palabras en silencio, Valentina comprendiendo su enorme sacrificio. Sus palabras resonaban en su alma, y le conmovieron hasta el fondo de su ser.—¿No será que está tratando de lavar su comportamiento? No es la primera mujer que queda sola con un hijo, y la mayoría guerrea como las buenas para que nada les falte… —comenzó a decir Sara, pero su diálogo fue interrumpido cuando Valentina le dio un codazo por la cintura y le hizo gesto que se callara.—No se preocupe, señora Ángela, solo qui