Alexis Kontos El caos se apoderó de nosotros mientras observábamos impotentes el correr frenético de los médicos hacia el quirófano. Mi hija se veía desesperada, con los ojos llenos de miedo, mirando hacia la puerta como si pudiera ver a través de ella y encontrar la seguridad que todos anhelábamos.—¡No! —gritó Tarah.Yo me sentía impotente, tomé a cada una por un brazo, y las llevé a sentarlas en la sala de espera, sintiendo miedo por mi hija, por mi esposa. Se notaban desesperadas, el ambiente era tenso, lleno de miedo y angustia, pero debía calmarlas, por el bien de los pequeños que estaban creciendo en su interior.—Por favor, deben calmarse, no pueden estar de esa manera, él va a estar bien, además, deben pensar en los bebés, ellos perciben esa angustia, y eso no les hace bien. Lo que tenemos que hacer es pedirle al cielo que él salga bien de todo esto —las animé y las dos se calmaron.Los minutos se extendieron, y la urgencia en el pasillo continuaba. Los médicos y enfermeras
Thalía Kontos Estaba claro desde el primer momento que el padre de Zachary entró a la sala, que yo no era de su agrado, pero a estas alturas realmente no me importaba, el hombre que amaba tenía sentimientos recíprocos por mí y si por un momento había dudado fue como consecuencia de mis inseguridades, pero ya no más, Zachary me había demostrado que me amaba, el hecho de haber resultado herido por salvarme a mí era una muestra que no dejaba la mínima duda.Eso y el hecho de estar esperando un hijo hacían que me sacara una fuerza incontenible desde lo más profundo de mí.No estaba dispuesta a dejar que el padre de Zachary me minimizara y muchos menos que me alejara de su lado, sin embargo, antes de yo pudiera debatir, habló su madre —Zacarías, ¡Ya basta! ¿Aún tienes ánimo de pelear? Si ella es la mujer a quien ama tu hijo, le encantará tenerla a su lado, por favor, no sigas —expresó como si ya no tuviera fuerzas.Y un momento después, pudieron comprobar esa teoría cuando de manera repe
Emma LeytonPaseaba de un lado a otro de la habitación, con impaciencia, necesitaba hacer varias cosas, quería ir a ver a mi padre, regresar a la oficina para seguir investigando, porque mientras yo estaba de brazos cruzados sin hacer nada, la gente que estaba detrás de todo eso seguía haciendo de las suyas.Además, no se me daba bien el encierro, había pasado todo el día sin hacer nada, y estaba a punto de subirme por las paredes producto del aburrimiento.Salí de la habitación mirando todo con curiosidad, fui a la cocina, mientras veía donde estaban las cosas, revisé en cada cajón hasta que conseguí lo que buscaba, saqué platos, sartenes, cucharas, y los ingredientes necesarios para hacerme una tortilla con unas tostadas.En poco más de media hora me senté a comer, cuando sentí unos toques en la puerta de entrada, caminé hasta allí y encontré a la misma mujer con la que había visto a Maxwell en el baño de la discoteca, quien al parecer lo estaba esperando y por eso solo vestía una g
Emma LeytonMe encontraba sumida en un torbellino de emociones. La forma en que Maxwell me había menospreciado, me afectó más de lo que estaba dispuesta a admitir. Sin embargo, la imagen de Maxwell con otra mujer, ignorando mi presencia, encendió una chispa de indignación en mí. Aquello no solo lastimó mi orgullo, sino que despertó una ira que no sabía que tenía. Aquella sensación de ser desplazada y menospreciada me hizo replantearme muchas cosas.La primera que al diablo, con lo que dijera Maxwell, no tenía por qué aguantarlo, era un promiscuo, empedernido, impertinente y grosero, segundo, no necesitaba que me cuidara, yo podía hacerlo mejor, de todas maneras hasta ahora lo había hecho y estaba ilesaCon esa determinación en mi mente, decidí salir de allí y centrarme en lo que verdaderamente me importaba, buscar los responsables de lo que le había ocurrido a mi padre y encerrarlos, y Maxwell se podía ir al mismísimo infierno si era necesario, pensé, tomé el bolso que cargaba y come
Maxwell CraneLa vi salir, pero como no estaba vestido, regresé a mi habitación donde Ligia me estaba esperando, apenas me vio, se me lanzó encima para besarme, pero yo aparté el rostro, y la tomé por los brazos alejándola de mí, a decir verdad, no quería quitarme la sensación de los labios de Emma, a pesar de que me había mordido y causado una leve herida en los míos.Ligia entrecerró los ojos y una expresión de molestia se dibujó en sus labios.—¿Qué ocurre? ¿Por qué no me quieres besar? —preguntó.—Ligia necesito que te vistas y te vayas de mi casa —ella me miró con incredulidad, pero antes de que pudiera decir algo, yo me adelanté—, tuviste razón, todo fue por Emma, hasta hacerte el amor hace un momento lo hice pensando en ella, hacerte gritar para que escuchara y se incomodara.Ante mis palabras la mujer me miró con incredulidad, mientras negaba por la cabeza.—Eres mucho peor de lo que imaginé… un completo desgraciado como ella te dijo, aunque yo sabía en lo que me metía, no por
Emma LeytonMaxwell permaneció allí, parado, mirándome con una expresión que no pude descifrar completamente. Sus labios se movieron, pero yo estaba sumergida en mi propio dolor, incapaz de escuchar una sola palabra que pudiera salir de su boca.Mi mente estaba nublada por la ira y el dolor. Cerré los ojos con fuerza, apretando los puños, sintiendo la rabia inundarme por completo.—¡Vete de aquí! ¡Fuera! ¡No quiero verte! ¡Vete! ¡Eres un maldito monstruo! —grité con todas las fuerzas que me quedaban, incapaz de soportar la presencia de Maxwell en ese momento.Mis emociones se desbordaron, el odio y la tristeza eran demasiado abrumadoras. Me sentí perdida en un mar de emociones encontradas, incapaz de racionalizar o controlar mi dolor. Las lágrimas continuaron cayendo mientras deseaba con todo mí ser que Maxwell desapareciera de mi vista para siempre.Maxwell CraneMe quedé frente a Emma, atónito ante sus palabras. No esperaba ser señalado como culpable de nada. Mi expresión pasó de co
Thalía KontosCuando escuché a la madre de Zachary decir lo que había dicho el médico, no pude evitar salir corriendo a su habitación, el miedo me atenazaba por dentro, el dolor y la tristeza se alojaban en mi interior como huéspedes no deseados, tenía que hablar con él, no podía rendirse y dejarme sola, él era mi fuerza, mi valentía.Corrí hasta la UCI, sabía cuál era el procedimiento, mientras estaba desinfectándome para entrar, una de las enfermeras me encontró.—¿Qué hace? —me preguntó.—Yo necesito entrar… a hablar con él, por favor —expresé en tono suplicante.—Lo siento señorita, pero no puede pasar —dijo con firmeza, y de mala manera la enfermera mirándome con hostilidad.Sin embargo, no estaba dispuesta a ceder, me paré frente a ella con las manos en la cintura sin dejar de mirarla.—¿Por qué no puedo… pasar? —inquirí con firmeza.—Las visitas para él de cualquier persona están restringidas por instrucciones del médico, por eso no puedo dejarla entrar —declaró la enfermera co
Thalía KontosLa enfermera que había llevado a los guardias palideció e intento defender su postura frente a Zachary mientras la otra lo revisaba. —Pero señor, el doctor ha ordenado que la señora se retire de la habitación, no puede quedarse aquí—objetó la mujer.—Entonces, llame al médico… y dígale que a mi mujer… nadie la quita de mi lado —pronunció con firmeza.—Déjenla estar, no la saquen —ordenó la otra enfermera, mirando a Zachary—. ¡Esto es un milagro! Con esa exclamación salió corriendo a buscar el médico, mientras que la otra salía asustada por la actitud de Zachary.Entretanto, él me miró con una sonrisa y una expresión de adoración en su mirada.—Yo no soy… mentiroso —pronunció con firmeza, aunque con voz débil.Yo me aferré a su mano con ternura y asombro, sintiendo una mezcla de esperanza y sorpresa ante su súbita reacción.—Ahora no lo eres… porque has despertado… ¿Estás bien? —pregunté, apenas conteniendo el alivio y la emoción.Él asintió levemente, con un destello