Tarah Kontos La alarma llenó la habitación sacándome de mi sueño profundo, abrí los ojos lentamente y sentí el peso de la pierna de Alexis en la mía y su mano en mi cintura, era una deliciosa sensación aunque me hubiese gustado quedarme allí disfrutando de la compañía de mi esposo, sabía que no podía porque me había comprometido de llevar a Thalía al médico. Cuando hice amago de levantarme, Alexis me retuvo y no me dejó levantar. —¿Dónde vas? ¡Quédate conmigo! —exclamó. —No puedo amor, debo ir a llevar a Thalía al médico —le dije y él hizo un puchero con resignación. —Está bien —se inclinó y me dio un beso en los labios y aunque era una tentación quedarme con él, invoqué a mi fuerza de voluntad y me terminé levantando. Caminé al baño, me duché rápidamente y me vestí. Mientras me preparaba, mi mente divagaba sobre la cita médica de Thalía. Si resultaba embarazada, mi hermano se pondría feliz, primero porque ella era el amor de su vida y dos porque estaba ansioso por tener un hijo.
Zachary Hall.—Claro que sí, cuando llegué aquí estaba furioso cuando supe que ese hombre se había burlado de mi hermana, estaba decidido a hacerle pagar y la mejor forma de hacerlo era a través de su punto vulnerable, su hija…, pero hermano ocurrió algo inesperado, me enamoré de ella sin saber quién era, incluso creí que era alguna de las chicas de servicio, la vi vulnerable, frágil y mi deseo de protegerla para siempre creció en mi interior. —¿Te enamoraste? —me preguntó mi hermano Landon.—¡Como un loco! —le respondí con una sonrisa—, ya la vas a conocer, mi niña es tierna, dulce, te juro que ella solo inspira amor. Iremos a la casa de mi suegro para que la conozcas, porque con esa mujer yo quiero todo, casarme, tener hijos, y envejecer con ella.—Sí que te enamoraste, y ahora que lo pienso ustedes son un matrimonio con vínculo complicado, porque Tarah no solo es tu hermana, sino también tu suegrastra, tu suegro, también es cuñado, tus hijos serán también tus sobrinos nietos, a la
Alexis Kontos Estaba demasiado furioso, porque mis hijos para mí eran junto con ella lo más importante en mi vida y si no le dije nada a Tarah después de la confesión sobre su hermano, fue porque no quería decirle nada hiriente, pero la verdad es que me sentía traicionado, pensé que amaba a mi hija, pero ahora eso me hacía pensar que tal vez me engañó, porque no me explicaba cómo pude permitirle a su hermano hacerle daño a Thalía, sabiendo que era vulnerable.Me arrepentía mil veces de no haberle hecho caso a mi instinto, debí agarrar a mi hija y llevarla lejos de Zachary, pero me dejé llevar por las palabras de Tarah, ahora si le pasa algo a mi pequeña no voy a poder soportarlo.Sentía un nudo en la garganta, mientras conducía las mezcla de sentimientos hacían mellas en mi interior, tristeza, dolor por lo que seguro estaba sintiendo mi hija, decepción conmigo mismo porque por más que me esforzaba no podía ser un buen padre, y rabia con Zachary, porque había confiado en él, pensé que
Zachary HallLa culpa no me dejaba tranquilo, me merecía cada golpe que me dio Alexis, por eso no me defendí, ni me protegí, porque yo estaba enojado conmigo mismo, por haber sido descuidado, por no haberle dicho a Thalía toda la verdad, si lo hubiese hecho desde un principio no habíamos llegado a esa situación.Conduje mirando a todos lados, dando vueltas en círculo por las calles aledañas a mi edificio, sin dejar de mirar a los lados.—Mi amor, debiste confiar en mí, yo jamás sería capaz de hacerte daño —pronuncié en voz alta, sintiéndome atormentado de solo pensar en cómo ella seguramente se estaba sintiendo.De pronto, cuando pase frente a un parque, fruncí el ceño al ver una mujer sentada en un banco, me di cuenta de que era Thalía, me estacioné y caminé hacia ella, pero mientras lo hacía vi a un hombre que se le acercó y cuando ella se giró se le lanzó encima, le cubrió la boca con un pañuelo, y segundos después ella se desmayó, el hombre la alzó en brazos, y yo salí corriendo p
Emma LeytonNo podía evitar estar nerviosa, luego de aceptar la propuesta de Maxwell de ir a su casa, así que subí a su auto con un poco de recelo.—¿Me puedes llevar a mi apartamento para buscar algo de ropa y las cosas que voy a necesitar para pasar los días en tu casa? —le pregunté y él negó de manera enérgica.—Lo siento, pero eso no me parece una buena idea, lo más probable que ese hombre al no encontrarte haya avisado a su jefe, y muy probablemente te estén buscando en tu casa o en la clínica, así que no es conveniente que te acerques por allí—, señaló serio y yo lo miré sorprendido.—¡¿Me estás diciendo que ni siquiera podré ir al hospital a ver a mi padre?! —interrogué con incredulidad.—Es por tu bien —respondió con firmeza.—Pero necesitaba ir a darle la respuesta al médico, sobre la desconexión de mi padre —refuté su decisión, pero él negó de manera enérgica.—Quizás esto sea una señal para que le des tiempo a tu padre de recuperarse, tú no sabes si logra despertar —señaló
Alexis Kontos La ambulancia avanzó por las calles con urgencia, la sirena resonaba como un eco incesante de la tragedia que nos había envuelto a Thalía, Zachary y a mí. Ella no dejaba de mirarnos con una expresión desesperada en su rostro, mientras yo intentaba calmarla.—Tranquila mi amor, estaremos bien –pronuncié.—Señor, permítame atenderlo —dijo uno de los paramédicos.—¿Podemos esperar llegar? —pregunté y él negó con la cabeza.—Lo siento, Señor, lo mejor será que lo revisemos ahora —ordenó.—Está bien —terminé accediendo.Revisó la herida y la limpió, pero ni siquiera me dolió, creo que era producto de la adrenalina que hizo que no sintiera nada.La ambulancia llegó al hospital, y rápidamente nos llevaron a la sala de emergencias. Zachary y yo fuimos atendidos casi simultáneamente, aunque a él lo llevaron a un quirófano y a mí a un sitio diferente. Tarah Kontos Me fui a hacer el recorrido, pero como no pude encontrarla regresé a la casa, deseando recibir alguna noticia sobre
Alexis Kontos El caos se apoderó de nosotros mientras observábamos impotentes el correr frenético de los médicos hacia el quirófano. Mi hija se veía desesperada, con los ojos llenos de miedo, mirando hacia la puerta como si pudiera ver a través de ella y encontrar la seguridad que todos anhelábamos.—¡No! —gritó Tarah.Yo me sentía impotente, tomé a cada una por un brazo, y las llevé a sentarlas en la sala de espera, sintiendo miedo por mi hija, por mi esposa. Se notaban desesperadas, el ambiente era tenso, lleno de miedo y angustia, pero debía calmarlas, por el bien de los pequeños que estaban creciendo en su interior.—Por favor, deben calmarse, no pueden estar de esa manera, él va a estar bien, además, deben pensar en los bebés, ellos perciben esa angustia, y eso no les hace bien. Lo que tenemos que hacer es pedirle al cielo que él salga bien de todo esto —las animé y las dos se calmaron.Los minutos se extendieron, y la urgencia en el pasillo continuaba. Los médicos y enfermeras
Thalía Kontos Estaba claro desde el primer momento que el padre de Zachary entró a la sala, que yo no era de su agrado, pero a estas alturas realmente no me importaba, el hombre que amaba tenía sentimientos recíprocos por mí y si por un momento había dudado fue como consecuencia de mis inseguridades, pero ya no más, Zachary me había demostrado que me amaba, el hecho de haber resultado herido por salvarme a mí era una muestra que no dejaba la mínima duda.Eso y el hecho de estar esperando un hijo hacían que me sacara una fuerza incontenible desde lo más profundo de mí.No estaba dispuesta a dejar que el padre de Zachary me minimizara y muchos menos que me alejara de su lado, sin embargo, antes de yo pudiera debatir, habló su madre —Zacarías, ¡Ya basta! ¿Aún tienes ánimo de pelear? Si ella es la mujer a quien ama tu hijo, le encantará tenerla a su lado, por favor, no sigas —expresó como si ya no tuviera fuerzas.Y un momento después, pudieron comprobar esa teoría cuando de manera repe