Tarah KontosPor un momento, me quedé en silencio porque las palabras de mi hermano me sorprendieron, y negué con la cabeza.—Zachary, entiendo tu preocupación, pero este asunto es entre Alexis y yo, no es necesario tu intervención, por favor te agradezco de que te abstengas de intervenir —expresé con firmeza.—Siento mucho diferir de ti, pero esto se hizo un problema de los Hall, cuando Kontos te humilló delante de las cámaras… tal vez no sería malo cobrar ojo por ojo y diente por diente —pronunció mi hermano pensativo.—¡Ni se te ocurra! —exclamé temerosa de lo que él fuera capaz de hacer.Sin embargo, no pude evitar preocuparme al verlo guardar silencio, aparentemente aceptando mis palabras, pero lo conocía lo suficientemente bien, para saber que algo había empezado a planificar y eso no me gustaba.Suspiré con preocupación, pero no quería discutir con él, preferí esperar al día siguiente para hablar con él.Lo ubiqué en una de las habitaciones de huéspedes, al lado de la de Thalía
Thalía Kontos Después que Tarah se llevó a mi hermano, pensé que podría dormir, pero no fue así, era imposible contener esa profunda tristeza que me embargaba, por lo menos estar cerca del pequeño Paul me producía una inmensa paz. Las lágrimas volvieron a mí, no podía entender ¿Qué tenía de malo para que nadie me quisiera? La habitación parecía encogerse a mí alrededor mientras los pensamientos oscuros y la melancolía me envolvían. A pesar de los cálidos colores y la decoración lujosa, todo parecía sombrío y sin esperanza. Me senté en una silla en el balcón, mientras me permitía llorar en silencio, sintiéndome atrapada en un abismo de desesperación. Las lágrimas caían una tras otra, como un torrente de tristeza que no podía detener. ¿Qué tenía de malo? Esa pregunta martilleaba mi mente. Durante toda mi vida, había luchado con la idea de que no era suficiente, de que no merecía el amor y la atención que otros recibían con facilidad. La sombra de la inseguridad y la autoestima baja
Zachary HallPor un momento me quedé estático, con una mezcla de desconcierto y preocupación. No podía creer que la joven misteriosa que había encontrado en mi baño hubiera desaparecido. Mis ojos recorrieron la habitación y solo encontré en el suelo el algodón con alcohol que había utilizado para despertarla, si no es por eso, habría pensado que todo me lo había imaginado. De pronto me sentí que estaba atrapado en un enigma sin solución. Salí de la habitación en busca de cualquier señal de la joven. Mi preocupación y el deseo de ayudarla habían aumentado, y no podía permitir que se alejara sin obtener respuestas.Caminé por los pasillos de la amplia casa, salí al jardín, fui al área de la piscina, pero no la encontré, y no tenía idea de cómo se llamaba porque no me había dicho el nombre. Rato después, cansado de buscarla, decidí regresar a mi habitación, mientras pensaba donde había ido.—Quizás esté en alguna de esas habitaciones —pronuncié en voz alta.Me recosté en la cama, pensa
Tarah Kontos. Cuando Zachary me confesó que había conocido a Thalía y se había enamorado, no me agrado para nada la idea, yo amaba a mi hermano mayor, pero lo conocía lo suficiente para saber que era un mujeriego, que no tomaba sus relaciones en serio, cambiaba de mujer como de calcetines y no estaba dispuesta a que nadie le hiciera daño. Ella había sufrido demasiado, el desgraciado de Anthony la había quebrado, y necesitaba amor, comprensión. Cuando la vi aparecer y con una expresión de miedo, y su respiración acelerada, no dudé en levantarme e ir hacia ella tratando de calmarla. La tomé de la mano y la senté en una de las sillas del comedor, mientras enmarcaba su rostro y se lo sujetaba. —Tranquila, todo está bien, respira profundo —le dije y ella me miraba con los ojos vidriosos. —Yo… tengo miedo —pronunció viéndose tan vulnerable, que mi instinto de protección se activó. Ella miraba a mi hermano con ojos asustados. La tensión en la habitación era palpable. —No tienes nada
Thalía Kontos.La presencia de Anthony vino a empañar los momentos de sosiego que había estado pasando con Zachary, dirigí mi vista hacia él con preocupación, porque temía que terminara malinterpretando todo y pensando que yo era una mala persona. —Yo… ya no tengo… nada contigo —dije con voz suave aunque temblorosa.—¿Acaso no eres mi esposa aún? —inquirió sacudiéndome con fuerza.—A mí no me importa que sea o no tu esposa, te dije que la soltaras y si no lo haces en los próximos diez segundos, vas a tener que buscarte a un odontólogo para que te realice implantes dentales, porque te voy a tumbar los dientes delanteros —declaró con firmeza.Los dos hombres se miraron fijamente, parecía que era cuestión de segundos para irse de las manos, pero cuando Anthony vio la determinación en el rostro de Zachary, me soltó.—¿Quién eres tú? ¿Qué relación tiene con ella? —le preguntó Anthony con curiosidad.Él mantuvo su mirada firme en Anthony, mientras se acercaba lentamente, era más alto y con
Tarah Kontos. El abogado Maxwell, al parecer estaba sorprendido por mi llamada a esa hora, porque aún no respondía a mi requerimiento, aunque para mi alivio, segundos después se escuchó un suspiro de resignación. “Señora Kontos, él se encuentra en un viaje de negocios en el estado de Florida”. —Sé que anda de viajes, pero necesito la dirección del hotel donde se está hospedando, por favor, debo conversar con él, aunque le agradecería que no le dijera nada porque quiero darle una sorpresa —declaré con firmeza. Por un momento se hizo un silencio al otro lado de la línea, pero finalmente accedió. “Le envío la dirección a su teléfono”. —Muchas gracias, espero ansiosa su mensaje. Me despedí, y enseguida recibí el mensaje, una vez que llegó, salí a buscar a Thalía y a Zachary, para ver si habían llegado, cuando bajé a la sala, los vi hablando, mientras ella se reía a carcajadas, desde que la había conocido, era la primera vez que la veía sonreír sinceramente. —Chicos —los llamé y ell
Alexis Kontos Ver a Tarah entrar en la sala, causó una diversidad de emociones en mí, desde sorpresa, alegría, temor, y este último fue lo que prevaleció. Traté de hablar, pero solo salió un balbuceo sin sentido, producto del miedo que me produjo que ella malinterpretara lo que había visto, cuando me di cuenta de que eso podía traer problemas entre nosotros, encontré por fin la voz. —¡Tarah! Te juro que no es lo que tú piensas —expresé y ella me observó con una expresión, sería. —Tú y yo tenemos una conversación pendiente, pero antes déjame salir de esta regalada —siseó con un gruñido. —Y en cuanto a ti, espero que tengas bien presente, que no puedes volver a acercarte a mi marido. Deberías aprender a respetar a las personas. La haló con tanta fuerza que los cabellos de la mujer le quedaron en las manos, ella abrió los ojos de par en par y se quedó mirando la mano con una expresión divertida, mientras todos los hombres presentes la mirábamos asustada. —¡Dejen el show! No le arra
Tarah Kontos.Decir que ese era el momento más sublime, era decir poco, cada caricia, y beso que recibía de su parte, me elevaba a un nivel de excitación jamás conocido, sentía que nuestros corazones latían al unísono, y el lazo que compartíamos se fortalecía con cada movimiento. No pensé que terminaría sintiendo algo especial por él, no tenía idea si era amor, pero estaba seguro de que era algo especial.Alexis me acarició con devoción, la pasión se agitaba entre nosotros como una tormenta de fuego que amenazaba con consumirnos por completo. Nuestras miradas se encontraron en medio de la lujuria y el amor, y supe que no quería estar en ningún otro lugar del mundo.Me entregué sin reserva, mientras él marcaba con sus caricias cada resquicio de mi piel, sentía como una especie de llama avivarse en mi cuerpo, no hubo ningún lugar que no anduviera de mí, con su boca capturó mi aréola, recorriéndola con mi lengua, para segundos después comenzar a succionarlo, mientras yo gemía de placer.