Georgina Harper Davis.Mis pasos eran indecisos, mi mente divagaba entre las imágenes de Emily y su profundo dolor, y mi propia situación, que parecía minúscula en comparación. Cada paso hacia esa sala se volvía más pesado, como si estuviera arrastrando una carga enorme sobre mis hombros.Llegamos a la puerta, el silencio llenaba el pasillo y el brillo de las luces fluorescentes se reflejaba en el suelo blanco y pulido. Robert abrió la puerta y, con una sonrisa gentil, me indicó que entrara primero.Me paré en el umbral, observando la sala, con las cortinas semiabiertas y el equipo médico listo. Respiré profundamente, intentando calmar mi agitada respiración.—Georgina, sé que esta decisión no es fácil. ¿Estás segura de que quieres proceder? —preguntó Robert, su voz tranquila y comprensiva.Mis pensamientos dieron vueltas por un momento, los recuerdos de mis dudas y conflictos se entrelazaban con la imagen de Emily, cuyo rostro marcado por el sufrimiento se había quedado grabado en mi
Maxwell CraneLa miré con incredulidad, tratando de entender su motivo para presentarse de esa manera. Mi mente luchaba por encontrar una explicación racional para su comportamiento desconcertante. ¿Qué pretendía conseguir con este acto?—¡Maxwell, por favor, mírame! Necesito que veas esto —dijo, su tono de voz mezclaba urgencia y desesperación.Evité mirarla directamente, intentando mantener mi compostura y no caer en su juego. No podía permitirme distraerme, sobre todo en un momento tan crucial.—Leyna, esto es inapropiado, te exijo que te vistas y que salgas inmediatamente de aquí. No sé lo que buscas con esto, pero te advierto que no vas a lograrlo, no tienes ningún derecho a presentarte de esa manera en mi despacho —respondí, manteniendo la calma a pesar de la incomodidad de la situación.Ella me miró dubitativa, pero al ver la firmeza en mi expresión se vistió rápidamente, mostrando signos de frustración y angustia en su rostro.—Yo… ¿Qué tiene Emma que no tenga yo? —interrogó c
Maxwell CraneEl receso se extendió por unos minutos que se sintieron como horas. Durante ese tiempo, mi mente trabajaba incansablemente, tratando de anticipar cada posible escenario y asegurarme de que Lila pagara por toda la maldad que había ocasionado. Por fin la sala volvió a cobrar vida cuando el juez regresó para dictar la sentencia. Lila, con su mirada desafiante, permanecía en su lugar, pero algo en su expresión indicaba que la confianza se desvanecía lentamente.El juez se acomodó en su silla, tomó unos papeles y miró a Lila con seriedad.—Lila Leyton, basándonos en el veredicto unánime del jurado, este tribunal la declara culpable de los cargos presentados en tu contra —comenzó el juez con voz firme, haciendo hincapié en cada palabra.Lila mantuvo su postura, aunque su mirada reflejaba cierta ansiedad. Estaba clara la tensión que reinaba en el ambiente, cada uno esperaba la sentencia que se avecinaba.—Se le condena a doce años de prisión por secuestro, daño a una mujer emb
Landon HallDespués del beso que me había dado con Jessica, no podía dejar de pensar en ese momento, se repetía como una especie de película en mi mente, por eso estaba decidido a descubrir por fin lo que había ocurrido con Jane, para poder intentar una relación con Jessica.Quizás ella pensaría que mi acercamiento es por su parecido con su hermana, pero no es así, lo que me gustaba de ella era su carácter, su sentido de la lealtad y la amistad, me había dado cuenta de que era una mujer que valía la pena, no era como su hermana.Así que ese día llamé al investigador, como no pude comunicarme con él, le dejé un mensaje dándole un ultimátum.—Necesito nombres, pruebas, porque no puedo seguir esperando más, si se cree que no puede hacerlo, entonces lo mejor será que me avisé para buscarme a otro más competente.Esperé con impaciencia durante horas, esperando una respuesta del investigador. Mi mente se revolvía en una amalgama de pensamientos mientras las agujas del reloj avanzaban inexor
Landon HallEl teléfono sonó varias veces antes de que Jessica finalmente me respondiera.—Hola, Jessica, ¿Cómo estás? —saludé con un deje de preocupación en mi voz.“Hola, ¿Landon? ¿Qué sucede?”, preguntó Jessica, como si hubiese notado el tono serio en mi voz.—Jessica, necesito que vengas a mi apartamento. Hay algo importante que debo contarte… es sobre Jane —dije, tratando de mantener la calma a pesar de la agitación en mi interior.Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que ella respondiera.—Está bien, dame unos minutos y estaré allí.Colgué el teléfono y me senté en el sofá, con la cabeza entre las manos. La espera se sintió eterna, mi mente divagaba entre preocupaciones sobre cómo reaccionaría Jessica al escuchar la verdad sobre su hermana, no quería herirla, tampoco verla triste, pero también sabía que ella necesitaba conocer la verdad por muy dolorosa que fuera.Media hora después, escuché el timbre en la puerta. Me levanté rápidamente y caminé a abrirla, e
Landon HallSus ojos se abrieron como platos ante mis palabras, su sorpresa evidente en cada uno de sus gestos. Por un momento, ninguno de los dos supo cómo reaccionar. El aire se volvió denso, cargado de una tensión que parecía palpable.Jessica retrocedió un paso, alejándose de mí. Su rostro reflejaba una mezcla de incredulidad y confusión. Yo mismo me sorprendí al decirlas en voz alta, y ella quizás no esperaba escuchar esas palabras provenientes de mi boca. Yo mismo me sorprendí al decirlas en voz alta, pero en ese instante, sentí la necesidad de expresar lo que había estado escondiendo durante tanto tiempo.—Lo siento, Landon. No sé qué decir... —murmuró Jessica, desviando la mirada, incapaz de enfrentar la intensidad del momento.Me mantuve en silencio, permitiéndole procesar lo que acababa de suceder. La habitación estaba llena de una tensión incómoda, como si estuviéramos en medio de un espacio frágil que podría romperse con la más mínima palabra. Ambos estábamos lidiando con
Zucker HallLa luz filtrada por las cortinas apenas iluminaba la habitación cuando me desperté, mi respiración agitada y el sudor en mi frente eran señales claras de que algo me había perturbado profundamente. El eco del sueño aún resonaba en mi mente: un niño, su risa cristalina y sus ojos brillantes que me miraban con la inocencia propia de un infante.Me senté en la cama, apoyando la cabeza entre mis manos. Los recuerdos de la noche anterior se mezclaban con la imagen del niño en mis sueños. La incertidumbre se aferraba a mí como una sombra persistente. ¿Podría ser cierto que aquel chico fuese mi hijo? Sacudí la cabeza en un intento por apartar esos pensamientos.El reflejo en el espejo me devolvió una mirada desconcertada. Me repetía a mí mismo que era imposible. Pero el miedo a lo desconocido y la sospecha no se desvanecían fácilmente.—¿Será posible que ese niño sea mío? —me pregunté en voz alta—, no, no puede ser, me niego a aceptar que sea mi hijo, porque yo hice todo para evi
Zucker HallSalí de la clínica, con la mente llena de turbulencias y el corazón lleno de confusión. La revelación de Bárbara me había zarandeado hasta lo más profundo de mí ser. ¿Sería verdad de ella que el hijo que ella esperaba fuera de Lawson? Sé que era lo que ella decía, pero esa mujer era tan miserable, que temía que pudiera inventarse cualquier cosa para salirse con la suya.Decidí que era hora de enfrentar esta situación y hablar con mi hermano. Sabía que sería un tema difícil de abordar, pero no podía seguir con el peso de esa incertidumbre. Era necesario aclarar las cosas.Con determinación, me dirigí a la casa de mi hermano, Lawson. Las calles parecían más largas de lo habitual, y el peso de la conversación que estaba por tener le oprimía el pecho con fuerza. Sin embargo, no podía dar marcha atrás.Al llegar a la mansión de la familia, me detuve frente a la imponente entrada. La mansión parecía aún más intimidante de lo habitual. Respiré profundamente antes de entrar.El ma