Michael Hall No cabía de la alegría, yo estaba dispuesto a adoptar con Sarah, no me importaba si teníamos o no hijos biológicos, porque para mí lo principal era que la amaba, pero ahora esta noticia era mucho más de lo que había esperado. Salimos del consultorio, con los ojos brillantes y corazones rebosantes de felicidad. El camino hacia casa estaba lleno de una sensación de alegría que no podía contener. —Vamos a entrar serios a la casa y ponemos una expresión de tristeza y luego soltamos la noticia —propuse y Sarah asintió. A pesar de eso la veía como pasmada. Cómo si no creyera lo que estaba ocurriendo, me detuve y enmarqué su rostro mientras hablaba. —¿Qué ocurre mi amor? ¿Te sientes mal? —ella negó enérgicamente con la cabeza. —No, es que me parece increíble, siento que es un sueño y que en cualquier momento voy a despertar. ¿Puedes pellizcarme para ver si no estoy durmiendo? —preguntó y yo sonreí. —No, se me ocurre una idea mejor con la que puedes comprobar, deja que te
Landon HallLo miré a los ojos, sorprendido por su aguda percepción. Jessica al parecer tenía esa habilidad de leer a la gente como un libro abierto, y a mí había aprendido a interpretarme en poco tiempo, era algo que admiraba y a la vez me preocupaba, especialmente ahora que tenía información que no podía compartir con ella.—No es nada, Jess. Simplemente, estoy un poco cansado, es todo. Han sido días muy emocionantes y estoy procesando todo esto de los bebés y la cantidad de sobrinos que voy a tener... —traté de desviar la conversación, pero ella no parecía convencida.—Landon, no me vengas con eso. Estos días te he aprendido a conocer como para no darme cuenta de que estás ocultando algo. ¿Qué es lo que no me estás contando? —insistió, manteniendo su mirada firme.Sus ojos grises, llenos de preocupación y curiosidad, me atraparon. Sentí la urgencia de confiar en ella, pero sabía que si decía algo, estaría traicionando la confianza de mi hermano Zucker y podría poner en riesgo la es
Maxwell CraneLila se quedó pálida, sin saber cómo reaccionar ante mi afirmación. El oficial la escoltó fuera de la sala de espera y yo me quedé allí, con un nudo en la garganta y la mente enredada en preocupaciones y deseos de que Emma y Donato estuvieran bien.Pasaron lo que parecieron horas interminables antes de que finalmente un médico saliera de la sala de emergencias. Mis ojos se clavaron en él, buscando cualquier señal de esperanza en su expresión.—Señor Crane, su esposa está estable ahora. La sustancia que le dieron aparentemente no provocó ningún efecto en el embrión. Tanto ella como el pequeño frijolito —dijo con una sonrisa—, están fuera de peligro. Estamos monitoreándolos de cerca, pero su estado es estable por el momento, el otro joven también está bien —informó el médico, y un peso se levantó de mis hombros.Un suspiro de alivio escapó de mis labios, y aunque aún no era el final de esta pesadilla, saber que Emma y Donato estaban fuera de peligro me dio un rayo de esper
Georgina Harper Davis.Cuando salí de las casas de los Hall, lo hice destruida con un profundo dolor en el pecho, porque ese no era el futuro que había imaginado para mí, recordé las palabras de mi madre cuando me aconsejaba que procuraba no entregarme al primer chico por quien sentía pasión, porque de esos momentos solo podían salir malas experiencias y cuánta razón había en eso.Decidí pasar por mi trabajo y pedí un permiso no remunerado, luego regresé al pueblo de donde era mi madre, una zona playera, allí mis abuelos tenían una casa que estaba sola y que ella nunca quiso venderla, y ahora lo agradecía porque podía utilizarla como mi refugio.Cuando llegué allí por el tiempo que había transcurrido estaba sucio, en mal estado. Enseguida comencé a limpiarlo, al mismo tiempo que pensaba en lo que iba a hacer ¿Podría traer al mundo a un niño cuyo padre no lo quería? ¿Podría yo sola salir adelante? ¿Cómo iba a poder trabajar como reportera?El sol se filtraba a través de las ventanas, c
Georgina Harper Davis.—Gracias, Robert. Aprecio tu franqueza y disposición para ayudar —respondí, sintiendo el peso abrumador de la situación. Me senté en el borde de la cama, apretando la toalla con fuerza alrededor de mí, tratando de encontrar algo de confort en medio de la angustia.Robert se sentó a mi lado, manteniendo una distancia respetuosa, pero mostrando su apoyo con su presencia cercana.—Georgina, sé que esto debe ser extremadamente difícil para ti. Tomar una decisión así no es algo que se pueda tomar a la ligera. ¿Has considerado todas tus opciones? —preguntó con voz suave.Asentí lentamente, tratando de reunir mis pensamientos dispersos.—He estado dando vueltas a esto en mi cabeza una y otra vez. Pero cada vez que pienso que tengo una respuesta, surgen más preguntas y dudas. No sé si estoy lista para ser madre, pero tampoco estoy segura de querer... —las palabras se atascaron en mi garganta, incapaz de terminar la frase.—De interrumpir el embarazo —completó él suavem
Georgina Harper Davis.Mis pasos eran indecisos, mi mente divagaba entre las imágenes de Emily y su profundo dolor, y mi propia situación, que parecía minúscula en comparación. Cada paso hacia esa sala se volvía más pesado, como si estuviera arrastrando una carga enorme sobre mis hombros.Llegamos a la puerta, el silencio llenaba el pasillo y el brillo de las luces fluorescentes se reflejaba en el suelo blanco y pulido. Robert abrió la puerta y, con una sonrisa gentil, me indicó que entrara primero.Me paré en el umbral, observando la sala, con las cortinas semiabiertas y el equipo médico listo. Respiré profundamente, intentando calmar mi agitada respiración.—Georgina, sé que esta decisión no es fácil. ¿Estás segura de que quieres proceder? —preguntó Robert, su voz tranquila y comprensiva.Mis pensamientos dieron vueltas por un momento, los recuerdos de mis dudas y conflictos se entrelazaban con la imagen de Emily, cuyo rostro marcado por el sufrimiento se había quedado grabado en mi
Maxwell CraneLa miré con incredulidad, tratando de entender su motivo para presentarse de esa manera. Mi mente luchaba por encontrar una explicación racional para su comportamiento desconcertante. ¿Qué pretendía conseguir con este acto?—¡Maxwell, por favor, mírame! Necesito que veas esto —dijo, su tono de voz mezclaba urgencia y desesperación.Evité mirarla directamente, intentando mantener mi compostura y no caer en su juego. No podía permitirme distraerme, sobre todo en un momento tan crucial.—Leyna, esto es inapropiado, te exijo que te vistas y que salgas inmediatamente de aquí. No sé lo que buscas con esto, pero te advierto que no vas a lograrlo, no tienes ningún derecho a presentarte de esa manera en mi despacho —respondí, manteniendo la calma a pesar de la incomodidad de la situación.Ella me miró dubitativa, pero al ver la firmeza en mi expresión se vistió rápidamente, mostrando signos de frustración y angustia en su rostro.—Yo… ¿Qué tiene Emma que no tenga yo? —interrogó c
Maxwell CraneEl receso se extendió por unos minutos que se sintieron como horas. Durante ese tiempo, mi mente trabajaba incansablemente, tratando de anticipar cada posible escenario y asegurarme de que Lila pagara por toda la maldad que había ocasionado. Por fin la sala volvió a cobrar vida cuando el juez regresó para dictar la sentencia. Lila, con su mirada desafiante, permanecía en su lugar, pero algo en su expresión indicaba que la confianza se desvanecía lentamente.El juez se acomodó en su silla, tomó unos papeles y miró a Lila con seriedad.—Lila Leyton, basándonos en el veredicto unánime del jurado, este tribunal la declara culpable de los cargos presentados en tu contra —comenzó el juez con voz firme, haciendo hincapié en cada palabra.Lila mantuvo su postura, aunque su mirada reflejaba cierta ansiedad. Estaba clara la tensión que reinaba en el ambiente, cada uno esperaba la sentencia que se avecinaba.—Se le condena a doce años de prisión por secuestro, daño a una mujer emb