Emma Leyton. Llevé mi mano al bolsillo del albornoz, buscando mi teléfono móvil, pero no estaba ahí. Miré a Donato, confundida, mientras mi mente trataba de entender lo que estaba pasando. —Emma, ¿Estás segura? Recibí una llamada desde tu número, decías que necesitabas verme de manera urgente. ¿Estás bien? —preguntó Donato, su voz mostraba preocupación genuina. La confusión se apoderó de mí. Mi mente corría intentando descifrar cómo alguien podría haber usado mi teléfono para llamar a Donato sin mi consentimiento y sobre todo quién pudo haber sido si yo había estado sola. —No, no he llamado. Aunque no sé dónde está mi teléfono —expliqué, sintiéndome incómoda por la situación. La preocupación se intensificó en el rostro de Donato. Él conocía mi situación, sabía de mi desconfianza hacia mi tía y mi prima, y ellas eran las únicas que últimamente habían estado rondando mi casa, desde la muerte de mi padre se metían a hurtadillas. —Emma, algo no está bien. No deberías estar sola. ¿Pue
Maxwell Crane En un primer instante, un torrente de emociones embargó mi ser. La visión de Emma en la cama con Donato disparó mi mente hacia la desconfianza y la ira. Un ardor intenso comenzó a brotar en mi interior, acompañado por la sensación de haber sido traicionado. ¿Cómo podía ser que ella, la mujer por la que había cambiado mi vida, se encontrara en esa situación? El sentimiento de haber sido engañado me invadió, nublando momentáneamente mi juicio. —¡Maldit4 seas Emma! —grité, con la voz cargada de furia y decepción, mientras comenzaba a darme la vuelta para irme, no podía entender cómo pudo haber sido capaz de hacerme eso. Mi mente se retorcía del dolor, sentía como si el mundo se estuviera desmoronando a mí alrededor, las imágenes que veía en la habitación activaban mis propias inseguridades, reavivando heridas que creía haber superado. Pero, en medio de la rabia que me consumía, una voz interior se alzó, recordándome que las apariencias a menudo engañan. Deseché por un
Sarah FarfánMe recosté en la mesa del restaurante con los codos en la mesa, en verdad en ese momento estaba poniendo poca atención a las normas de urbanidad, lo único que yo quería era conseguir a mi hermana que parecía habérsela tragado la tierra.Miré a Jessica quien tenía una expresión de tristeza en su mirada, ella me estaba acompañando en la búsqueda de mi hermana porque Tarah se había regresado a su casa en Estados Unidos.—¿Qué piensas que pudo haber pasado? —le pregunté cómo por vigésima vez.Sé que parecía disco rayado, pero es que necesitaba volver a escucharla, quizás había algo que se me había escapado las otras veces.—No lo sé, ella no es de huir, es de las que se quedan a enfrentar la situación —respondió su amiga.—De todo esto lo que más me preocupa es su embarazo, pobrecita debe estar asustada, quisiera tanto estar a su lado, consolarla —dije sin poder contener las lágrimas que empezaron a salir de mis ojos.—Sí, y lo que me preocupa más es que haya pedido una licen
Sarah Farfán—No sé si estoy lista para enfrentar esa realidad, Jessica. ¿Y si el resultado confirma lo que temo? ¿Y si realmente no puedo tener hijos? —confesé con un nudo en la garganta.Jessica colocó una mano tranquilizadora sobre mi hombro y me miró con compasión. Su voz sonaba reconfortante pero firme.—Sarah, el no saber no va a cambiar nada. En cambio, enfrentar la situación te permitirá tener claridad, buscar alternativas o incluso recibir un diagnóstico diferente. No debes dejarte llevar por el miedo, sino por la búsqueda de respuestas. ¿Te imaginas el pesar de quedarte en la incertidumbre sin siquiera haber intentado averiguarlo? Si algo he aprendido de tu hermana Emma es a enfrentar los problemas por muy duros que estos sean, quizás por eso estoy segura de que ella va a salir adelante.Su argumento resonó en mi mente. La incertidumbre era una carga pesada y el miedo no debía ser lo que guiara mi vida, por eso asentí con determinación, tomando una decisión.—Está bien, iré
Michael Hall No cabía de la alegría, yo estaba dispuesto a adoptar con Sarah, no me importaba si teníamos o no hijos biológicos, porque para mí lo principal era que la amaba, pero ahora esta noticia era mucho más de lo que había esperado. Salimos del consultorio, con los ojos brillantes y corazones rebosantes de felicidad. El camino hacia casa estaba lleno de una sensación de alegría que no podía contener. —Vamos a entrar serios a la casa y ponemos una expresión de tristeza y luego soltamos la noticia —propuse y Sarah asintió. A pesar de eso la veía como pasmada. Cómo si no creyera lo que estaba ocurriendo, me detuve y enmarqué su rostro mientras hablaba. —¿Qué ocurre mi amor? ¿Te sientes mal? —ella negó enérgicamente con la cabeza. —No, es que me parece increíble, siento que es un sueño y que en cualquier momento voy a despertar. ¿Puedes pellizcarme para ver si no estoy durmiendo? —preguntó y yo sonreí. —No, se me ocurre una idea mejor con la que puedes comprobar, deja que te
Landon HallLo miré a los ojos, sorprendido por su aguda percepción. Jessica al parecer tenía esa habilidad de leer a la gente como un libro abierto, y a mí había aprendido a interpretarme en poco tiempo, era algo que admiraba y a la vez me preocupaba, especialmente ahora que tenía información que no podía compartir con ella.—No es nada, Jess. Simplemente, estoy un poco cansado, es todo. Han sido días muy emocionantes y estoy procesando todo esto de los bebés y la cantidad de sobrinos que voy a tener... —traté de desviar la conversación, pero ella no parecía convencida.—Landon, no me vengas con eso. Estos días te he aprendido a conocer como para no darme cuenta de que estás ocultando algo. ¿Qué es lo que no me estás contando? —insistió, manteniendo su mirada firme.Sus ojos grises, llenos de preocupación y curiosidad, me atraparon. Sentí la urgencia de confiar en ella, pero sabía que si decía algo, estaría traicionando la confianza de mi hermano Zucker y podría poner en riesgo la es
Maxwell CraneLila se quedó pálida, sin saber cómo reaccionar ante mi afirmación. El oficial la escoltó fuera de la sala de espera y yo me quedé allí, con un nudo en la garganta y la mente enredada en preocupaciones y deseos de que Emma y Donato estuvieran bien.Pasaron lo que parecieron horas interminables antes de que finalmente un médico saliera de la sala de emergencias. Mis ojos se clavaron en él, buscando cualquier señal de esperanza en su expresión.—Señor Crane, su esposa está estable ahora. La sustancia que le dieron aparentemente no provocó ningún efecto en el embrión. Tanto ella como el pequeño frijolito —dijo con una sonrisa—, están fuera de peligro. Estamos monitoreándolos de cerca, pero su estado es estable por el momento, el otro joven también está bien —informó el médico, y un peso se levantó de mis hombros.Un suspiro de alivio escapó de mis labios, y aunque aún no era el final de esta pesadilla, saber que Emma y Donato estaban fuera de peligro me dio un rayo de esper
Georgina Harper Davis.Cuando salí de las casas de los Hall, lo hice destruida con un profundo dolor en el pecho, porque ese no era el futuro que había imaginado para mí, recordé las palabras de mi madre cuando me aconsejaba que procuraba no entregarme al primer chico por quien sentía pasión, porque de esos momentos solo podían salir malas experiencias y cuánta razón había en eso.Decidí pasar por mi trabajo y pedí un permiso no remunerado, luego regresé al pueblo de donde era mi madre, una zona playera, allí mis abuelos tenían una casa que estaba sola y que ella nunca quiso venderla, y ahora lo agradecía porque podía utilizarla como mi refugio.Cuando llegué allí por el tiempo que había transcurrido estaba sucio, en mal estado. Enseguida comencé a limpiarlo, al mismo tiempo que pensaba en lo que iba a hacer ¿Podría traer al mundo a un niño cuyo padre no lo quería? ¿Podría yo sola salir adelante? ¿Cómo iba a poder trabajar como reportera?El sol se filtraba a través de las ventanas, c