Massimo CraneYo estaba consternado, no podía creer que mi amada Emerith estuviera viva, era como un sueño hecho realidad, que superaba cualquier expectativa o anhelo que pudiese haber albergado. Sin embargo, el choque de emociones y el estado de consternación se apoderaron de mí al verla. Aunque su aspecto era diferente al de los días en que la recordaba, reconocía sus ojos, sus facciones; era ella a pesar del paso del tiempo, y el sufrimiento que era evidente que había sufrido.Al notar cómo se encontraba, frágil y desmejorada, mi corazón se partió en pedazos. Era como si el tiempo no hubiese transcurrido a nuestro favor. ¿Cómo podía haber sobrevivido todos estos años en esas condiciones? El asombro y la alegría de verla viva se mezclaban con una sensación abrumadora de angustia y culpa por no haber sido capaz de protegerla antes, por no haber confiado en ella.Mis hombres de seguridad se lanzaron hacia Kempless, para detenerlo, pero en ese momento el hombre sacó un arma y apuntó a
Maxwell CraneVer al demente llevarse a Emma me causó mucha ansiedad, quería correr tras ellos, arrebatársela a Kempless, pero Alexis no me lo permitió y me detuvo, diciendo que me quedara que él se había encargado.—Me dices así por qué no entiendes cómo me siento, yo debo ir a buscarla —dije con preocupación.—¿Piensas seguirlo? ¿Acaso dejaste de pensar? No puedes ir detrás de ellos, si no cumplirá su amenaza, porque ese hombre no tiene nada que perder, está resteado con todo. Debes pensar con cabeza fresca —me reprendió y yo solté una maldición.—¿Cabeza fresca? ¿Cómo voy a tener cabeza fresca cuando ella está en peligro? —inquirí molesto.—Te entiendo perfectamente, pero estás pensando desde la culpa, por no haber reconocido que la amabas, y tienes miedo que ese hombre te quite la oportunidad de ser feliz, comprendo perfectamente la sensación, sin embargo, esa no es la vía, cuando veníamos hacia acá, le envié mensajes a mis hombres y les instruí que se apostaran en varias salidas
Alexis Kontos De solo ver a Max, me daba cuenta de que no la estaba pasando para nada bien, me imagino que a eso llaman Karma, porque tanto hacer sufrir mujeres y pregonar que ninguna era importante para él, incluso Emma, ahora yacía allí nervioso por el destino de ella. Aparte de rescatar a la madre de Lissa y Emma, esa situación había servido para que él reconociera por fin que de verdad amaba a esa mujer. Sabía que él, en ese momento no tenía cabeza para nada, por eso decidí ponerme al mando y establecí un plan, supuse que Kempless se iba a dar cuenta de que estábamos apostados en la entrada lateral y que eso lo iba a obligar a regresarse, por eso dejé a un par de hombres escondidos. Ellos se dieron cuenta de que nuestro objetivo se había regresado, y en ese momento estaba caminando hacia el sótano, y no dudaron en avisarme, para mi alivio, ya había enviado parte de nuestro equipo de seguridad a moverse por todos los jardines, pero que no estuvieran visibles, sino ocultos para e
Jessica FernándezLo escuché con atención, pero de pronto se quedó en completo silencio, como si estuviera sumido en sus pensamientos y luchando con sus emociones.Por mi parte yo no sabía qué hacer o decir, aunque había estado predispuesta con él, al escuchar sus palabras sentí su sinceridad y supe que me estaba diciendo la verdad.—¿Qué crees que pudo haber pasado? —le pregunté y él se quedó pensativo—, porque no creo que durante todo este tiempo no tengas una idea de lo que pudo haber ocurrido, por favor, dímelo con confianza.Él me miró fijamente y asintió.—Tengo mis sospechas, pero no estoy por completo seguro —dijo con titubeo.—Dime, quiero saber lo que piensas —expresé y él suspiró.—Creo que fue uno de sus amantes y hay algo más que quiero decirte… al principio no quería hacerlo, porque no conocía suficiente a la familia de Jane, y ahora que te he visto, veo que le tienes un gran aprecio y estima a tu hermana, pero debo ponerte al tanto que nuestra relación… esta comenzó a
Landon HallVerla de manera tan angustiada me dio pesar, me arrepentí de haberle dicho la verdad, y mostrado el rostro de su hermana.Me acerqué a ella, y coloqué mi mano en su hombro, parecía en shock, como si tratara de asimilar toda la verdad que había salido a la luz.—Lo siento, Jessica. Sé que esto es abrumador. Pero creo que era el momento de hablarlo —dije con comprensión en mi voz.Ella se veía agotada, emocionalmente consumida por el peso de la revelación. Me miró con una mezcla de gratitud y confusión.Y de verdad que la entendía, había mucho por procesar, mucho por asimilar.—No, quien lo siente soy yo… por todo el daño que te hizo… pero pese a todo lo ocurrido quiero poder dar con los responsables.Sus palabras resonaron en el silencio del apartamento. Y entendí que las fichas de mi vida se estaban moviendo sin un patrón claro.—Creo que ambos necesitamos descubrir la verdad… por eso voy a contratar a un detective para que descubra la verdad sobre la muerte, no lo hice an
Zucker Hall—¿Hiciste algo para perjudicarlos? —no fue necesario que me respondiera, porque con solo ver su cara tenía suficiente evidencia—, ¿Por qué lo hiciste? —Yo no hice nada ¿Acaso yo tengo la culpa de su infertilidad? —inquirió con una expresión de aparente indiferencia—, solo lo supe por la actitud de envidia que se reflejó en ella cuando supo que yo estaba esperando el hijo que tanto ella añoraba.—No te creo, ahora entiendo porque empezaste a hablar de los hijos adoptivos, lo sabías todo, sin embargo, no logro articular cómo te enteraste de esa información confidencial —manifesté y ella alzó la ceja queriendo exhibir una expresión de inocencia—, voy a decirte algo Bárbara, más te vale que cuando investigue, tú no tengas nada que ver con Michael y Sara, porque si descubro que tienes tus manos metidas allí, te aseguro que no lo dejaré pasar —advertí, con determinación en mis palabras.Ella soltó una risa burlona, como si mis amenazas le resultaran insignificantes. Su mirada f
Georgina Harper DavisLamenté el sufrimiento en su rostro, una mezcla de agonía y preocupación. Me sorprendí al escuchar sus palabras, indicándome que mi madre estaba en el autobús. Un escalofrío recorrió mi espalda y una oleada de miedo se apoderó de mí.—¡Papá, papá! —exclamé, intentando hacerle preguntas, pero el personal médico lo alejó rápidamente para brindarle atención.Mis pies se movieron automáticamente hacia el autobús, mi mente estaba abrumada por el caos y la angustia. Llegué al vehículo destrozado y sin siquiera pensarlo, aparté a todos a quienes tenía por delante. Comencé a buscar entre los escombros, hasta que allí reconocí el rostro de mi madre, inconsciente.Me acerqué a ella, y empecé a gritar para que le brindaran atención médica.—¡Por favor, necesito ayuda, es mi madre! —grité, luchando por mantener la calma mientras las lágrimas asomaban a mis ojos.Uno de los paramédicos me reconoció.—¿Es usted la reportera de noticias en el canal Premier? —preguntó y yo ase
Georgina Harper DavisDespués de que el médico pronunciara esas palabras fatales, el mundo a mi alrededor se volvió sombrío, oscuro y tenebroso. Mi corazón estaba aplastado bajo el peso de la desesperación y el dolor, una sensación de vacío que nunca antes había sentido, se instaló en mi pecho. Me quedé en la sala de espera, abrumada por la pérdida de mi padre, rodeada de un silencio sepulcral. Cada latido de mi corazón resonaba con la crudeza de su ausencia.Mis ojos se posaron en el sobre que me había entregado antes de morir. Desolada, lo tomé con las manos temblorosas y lo acerqué a mi pecho, como si pudiera sentir su presencia a través de él. Con la mirada borrosa por las lágrimas, abrí el sobre iba a leer la carta, pero decidí esperar un poco para leerla, colocándola en mi bolsillo, es que me costaba asimilar la noticia. El amor de mi vida, mi protector, mi confidente, se había ido sin poder despedirme adecuadamente. La desesperación me envolvió, sintiéndome incapaz de comprende