Emma LeytonMi mente se aceleró intentando procesar lo que acababa de escuchar. ¿Cómo podía ser posible que no fuera realmente una Leyton? ¿Qué significaba eso para mi vida y mi identidad? No podía evitar sentir una mezcla de sorpresa y tristeza al escuchar a mi tía y mi prima negar mi legítima herencia.Pero no iba a dejarme intimidar por ellas. Me erguí, dispuesta a luchar por mi lugar, en mi familia y en la casa que siempre había considerado mi hogar.—¡Eso es mentira! ¿No te cansas tía de mentir y destilar veneno? —pregunté sin ocultar mi indignación.Mi tía y mi prima intercambiaron una mirada furtiva, como si hubieran estado esperando este momento. Mi tía se acercó a mí con una sonrisa malvada en el rostro.—Oh, querida Emma. No es mentira. Tú no eres una legítima Leyton, porque tu madre le fue infiel a mi hermano con Massimo Crane, no tienes ningún derecho a esta casa o a nuestra fortuna.Mi corazón latió con fuerza y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, mientras sentí
Maxwell CraneCuando la vi entrar al baño, como si no le importara nada de lo que ocurrió entre nosotros, el enojo bulló dentro de mí, sabía que estaba fingiendo no recordar nada, pero si lo hacía y solo quería hacerme sentir mal, pero no cedería ante ella, si lo que ocurrió no tenía importancia para ella, entonces le demostraría que no significaba nada para mí.Me quedé pensando varios minutos, ansioso por verla salir, como tardó mucho marqué a Alexis, su teléfono repicó un par de veces antes de responderme.“Amigo, ¿Cómo sigue tu papá?”, me preguntó.—Está bien, lo dejé en el hospital.“Entonces me llamas para hablar de Emma, te enamoraste de ella”, no fue una pregunta, sino una afirmación.—¡Claro que no! —exclamé espantado—, ya deberías conocerme, no me interesa ninguna mujer, solo me interesa llevarlas a la cama, pasar una noche con ellas y listo —respondí y tratando de debatir las palabras de mi amigo.“No me engañes, estás enamorado de Emma, desde que la viste por primera vez,
Maxwell Crane Ni siquiera pude controlar las palabras que salieron de mi boca, estaba completamente impregnado de Emma, por más que intentara borrar sus huellas de mi cuerpo con otra mujer, ella había dejado una huella imborrable no solo en mi mente, sino también en mi alma. Aproveché la interrupción de Elle y terminé de separarla de mi lado, porque estaba seguro que no funcionaría para ella, ni para nadie, me levanté, con una mezcla de vergüenza y decepción, no podía sentirme más miserable, porque estaba tratando de negar lo que era notorio hasta para mi mejor amigo. —Lo siento Elle, no tenía intención de usarte… solo deseaba comprobar que esa mujer con quien estuve no es importante para mí —expresé—, pero fallé de manera ridícula. La mujer me miró con rabia y desilusión. Sus ojos centelleaban con un fuego de indignación mientras se ponía más distancia entre nosotros con brusquedad. —No puedo creer que seas tan insensible y frívolo, Maxwell, y que me hayas usado —dijo Elle con v
Emma Leyton Mis sollozos resonaron en el pequeño baño mientras intentaba procesar la abrumadora tormenta de emociones que me embargaba. Sentía que todo lo que había sido mi realidad se desmoronaba frente a mí en un instante, dejándome en un abismo de confusión y dolor insondable. Lissa me abrazó con fuerza, tratando de calmar mis sollozos desconsolados, los cuales por más que quería detener, no podía. Su presencia era reconfortante, pero mis pensamientos seguían girando en torno a las impactantes revelaciones, estaba choqueada. —Emma, escúchame. No puedes dejarte vencer por esto. No importa lo que hayan dicho, eres parte de esta familia, siempre lo has sido y siempre lo serás. No dejes que sus palabras te destruyan —me instó Lissa, tratando de infundirme ánimo. Intenté secar mis lágrimas, pero mi corazón seguía latiendo, desbocado y mi mente se negaba a aceptar la situación. Sentía que me ahogaba en un mar de confusión y desesperación. —¿Cómo puedo aceptar esto? Todo lo que creía
Michael HallFinalmente, después de varias embestidas, llegué dentro de Sarah. Ambos gritamos de placer mientras una intensa sensación de paz y felicidad inundaba nuestros cuerpos. Me derrumbé sobre su cuerpo. Ella me abrazó apoyando su barbilla en mi hombro y una sonrisa pícara se formó en sus labios.Sostuve mi mano en su cabeza y la acaricié con ternura. —Este es el momento más magnífico que he vivido en mi vida, esposa mía.—¿Y ahora qué haremos? —me preguntó con una expresión de preocupación.—Vamos a hacer lo que tú quieras, si deseas irte a Montreal, a Nueva York, o quedarnos aquí, lo haremos —le dije mientras no dejaba de acariciarla.Ella me miró con una expresión de tristeza en su mirada.—Mich, no voy a poder darte ese hijo que tanto deseas —manifesté con un deje de tristeza.—Sarah, mi amor, te dije que no debes preocuparte, lo único que quiero es mantenernos juntos sin importar lo que suceda.—Pero tu deseo más grande es tener un hijo… no puedo ser obstáculos en tus sueñ
Sarah FarfánÉl me abrazó con firmeza mientras yo sollozaba en su hombro. Él me miraba con preocupación, como si no supiera qué hacer. Mientras tanto, yo no podía evitar que mis lágrimas resbalaran por mis mejillas y mi cuerpo temblaba por el llanto.—Mich, ¿Cómo pude pensar que ella comprendería? —musité entre sollozos, intentando contener el dolor.—Shh, amor, tranquila. Esto no es culpa tuya. Tú decidiste lo que tu corazón te dictaba y eso es lo que importa —respondió, acariciando mi cabello, tratando de calmarme.Me enmarcó la cara sin dejar de mirarme.—Te prometo que no te voy a defraudar, te amo Sarah, y jamás pasará lo que ella dice, confía en mí. Nos quedamos un momento así, abrazados en medio de la sala, mientras el eco de las palabras de mi madre aún resonaba en el ambiente.—Mich, ella no debería hacerme elegir entre ustedes dos. Es injusto, pero no puedo dejar de amarte, lo intenté, porque no podía darte un hijo, pero ahora que tú quieres continuar con nuestro matrimoni
Emma LeytonEn el momento que sentí al hombre tocar mi rostro, retrocedí para apartarlo de mí, sobre todo cuando Lissa lo llamó papá, y me di cuenta de que era el hombre que le había hecho daño a mi madre.No pude evitar la rabia emerger dentro de mí, lo miré con ganas de caerle encima y destrozarlo con mis propias manos, pero en vez de ello, apreté las manos en un puño tratando de controlarme.—¿Qué hace aquí? —pregunté molesta y sin esperar respuesta, seguí hablando—, usted no es bienvenido aquí, le agradezco que se vaya.Kempless ni se inmutó, se acercó más a mí, mirándome fijamente como si no pudiera creer lo que estaba viendo.—Emerith… ¡Oh por Dios! —murmuró, emocionado y sorprendido al mismo tiempo—, aunque sé que no eres ella, pero eres tan igual de hermosa que cuando me enamoré y enloquecí por ella.La mención de mi madre hizo que mi corazón se acelerara y mi respiración se agitara. Lissa, se quedó viendo atónita y se paró frente a mí de manera protectora.—¿Qué haces aquí? ¿
Lissa KemplessMe sentí desbordada por la intensidad del momento. Mi mente se agitaba con una mezcla de furia, miedo y determinación. Viendo cómo el hombre que decía ser mi padre se aproximaba a Emma, luego de destilar sus mentiras y cuando vi que su actitud era amenazante, mi instinto de protección se encendió de inmediato.—¡Detente! ¡No te acerques a mi hermana! —grité con voz firme, pero todo sucedió con tanta rapidez que no pude detenerlo cuando se arrojó en contra Emma, la golpeó y ella cayó al suelo.Yo corrí hacia ellos, la tensión en la habitación era palpable. Me sentí como si estuviera parada en medio de un vendaval, luchando por mantenerme firme, estaba dispuesta a proteger a mi hermana, pero no pude hacer nada porque enseguida entraron sus hombres y un par ellos me apartaron.La figura de Kempless, envuelta en una aureola de descontrol y peligro, aunque me hacía temblar internamente, me negaba a ceder ante su intimidación, porque no dejaría que le hiciera daño a Emma.—¡D